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Agrónomos de la UAM proponen nuevo modelo de invernadero

+ Ofrecen al gobierno un modelo de invernadero capaz de cambiar el rumbo de ejidatarios y minifundistas pobres

+ Cada ejidatario, comunero o propietario, podrá construirse un invernadero para producir alimentos indispensables, contar con empleo y tener ingreso seguro

+  Hay ejemplos palpables de proyectos exitosos en Milpa Alta (DF), Oaxaca y Michoacán

MÉXICO, D. F., 24 de mayo de 2015.- Ingenieros agrónomos egresados de la Universidad Autónoma Metropolitana, promueven un modelo de invernadero con estructura de madera, fácil de construir y muy económico, propio para regiones donde campesinos ejidatarios, comuneros y pequeños propietarios catalogados en pobreza extrema o pobreza en general, puedan cultivar al menos sus alimentos consuetudinarios, sobre la base de que prácticamente todos poseen de manera individual una o dos hectáreas que cultivan pero con rendimientos muy bajos.

El presidente de la Asociación Nacional de Ingenieros Agrónomos (ANIA) de la Universidad Autónoma Metropolitana, Javier Martín del Campo Moreno, señaló al respecto que existe información oficial de que el 65 por ciento de los productores de maíz y frijol en el país, realizan su actividad para autoconsumo, con el resultado de que viven en un estado de pobreza lamentable por efecto de la nula protección contra fenómenos naturales y, sobre todo, por la falta de proyectos productivos novedosos y factibles de llevar a la práctica.

Estos productores, dijo, desconocen que un pequeño espacio de 500 metros cuadrados, puede proveerles de alimentos todo el año, además de que es posible encontrar una forma de empleo permanente y un ingreso seguro para ofrecer oportunidades de estudio a los hijos de la familia.

En México el promedio de superficie ejidal, comunal y de pequeña propiedad anda entre 2 y 5 hectáreas, las cuales se cultivan en condiciones convencionales con maíz, frijol, algunas hortalizas y legumbres, lo cual se realiza con todos los riesgos naturales de sequías, heladas, granizadas o exceso de lluvias. Los daños parciales o totales son recurrentes, por lo que se considera, a simple vista, que superficies de ese tamaño no son suficientes para mantener a las familias de 5 o 6 miembros. Desde 2008, añadió, este gremio agronómico –que es una asociación civil sin fines de lucro– inició un taller de capacitación para todo tipo de personas con el lema: “Tú lo puedes hacer. Construye tu invernadero”.

El taller ayudó primero a productores de Milpa Alta, D.F., Oaxaca, Puebla y Michoacán. Fue una respuesta a problemas reportados por la Asociación Mexicana de Constructores de Invernaderos que, en 2007, señaló que la mitad de los invernaderos entregados por el gobierno federal estaban abandonados por falta de organizaciones sólidas y vaivenes en los mercados de frutas y hortalizas, descuido en el flujo financiero y falta de asesoría en aspectos productivos, de distribución, promoción y comercialización.

El curso – taller se ha impartido durante seis años, y en ello ha tenido mucho que ver la labor del ingeniero Fernando Abúndiz, quien construye invernaderos y capacita a técnicos y productores del Programa de Estrategia de Desarrollo Rural Hortícola del Estado de Morelos  y del Programa Estratégico de Seguridad Alimentaria (PESA), de la Organización de Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO).

También destaca el trabajo del ingeniero Javier Cruz Loaeza, quien apoya a agricultores de la Sierra de Oaxaca para construir sus propios invernaderos, sin recursos del gobierno, utilizando maderas de la región. Gracias a esos invernaderos, sus propietarios producen tomate rojo y verde, así como germinados de granos para ganado vacuno y caprino.

En una primera etapa, añadió, la promoción podría estar dirigida a productores que cuenten con agua de manera cercana a los invernaderos. Y más adelante los proyectos productivos podrán extenderse a modelos para la captación de agua de lluvia, que sería la parte complementaria para llegar a crear una infraestructura con instalaciones para captar el agua que cae del cielo y cerrar el círculo de producción agrícola y disposición permanente de agua. Todo ello, a costos extraordinariamente bajos y factibles de realizar, apuntó el ingeniero Martín del Campo.

Con la experiencia acumulada durante seis años, finalizó, ANIA solicitó audiencia con el subsecretario de Desarrollo Rural de Sagarpa, Juan Manuel Verdugo, a quien le propusieron un programa piloto. De aprobarlo, Sagarpa ahorraría entre 40 y 60 por ciento de los costos de programas similares, lo que permitiría contar con invernaderos construidos por los productores, con aportación de madera, mano de obra y se harían responsables de la producción, del cuidado de sus invernaderos y equipos, “y todos participaríamos en la lucha contra el hambre y en la promoción del autoempleo”.

 

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