viernes , noviembre 22 2024

Alemania se consagra ‘tetracampeón’ en Brasil 2014

RÍO DE JANEIRO, Brasil, 14 de Julio de 2014.- A Alemania le costó 120 minutos de sudor, lucha, dolor y la sangre en la cara de Bastian Schweinsteiger para volver a levantar un título del mundo. Hacía 24 años que no acariciaba el oro de la copa, pero la puntería de Mario Götze la glorificó en el Mundial de Brasil 2014.

No hubo mejor equipo en el torneo que Alemania. No sólo se trató de la majestuosa exhibición que lo convirtió en mito al dejar fuera a Brasil con siete goles, sino que destacó todo su sistema para practicar futbol. Aun así sufrió ante una resistente y casi heroica Argentina, limitada por su cansancio, que apuntaba a los penales como recurso, abrazada a Messi.

Fue una final completa en el Estadio Maracaná, el templo del futbol, y que se convirtió en la tierra donde por primera vez un equipo europeo descorcha la champaña en el continente americano.

ALEMANIA SE CONSAGRA TETRA CAMPEON EN BRASIL 2014 DOS

No pudo Messi, que tenía el apoyo de más de 120 mil argentinos que convirtieron a Río de Janeiro en una extensión de Buenos Aires este fin de semana. Le faltó pólvora, decisión y físico al astro argentino, que cargó con el peso del equipo todo el torneo. Para la final, haciendo un gran esfuerzo, no pudo concluir en su nivel.

El futbol, en cambio, le ha pagado a Alemania tomárselo tan en serio. Desde que perdieron la final en Corea-Japón 2002 decidieron abrir fronteras y derrumbar paradigmas. Jürgen Klinsman y Joachim Löw empezaron la revolución que ahora llega al cielo con la copa del mundo entre sus manos.

Fueron 120 minutos de una fragorosa batalla sin cuartel, con más piernas torcidas por el cansancio que ideas claras. Mucho corazón de ambos equipos para no dar tregua. Argentina fue puro pulmón y orgullo, un grupo que enseñaba los colmillos en cada pelotazo. Alemania seguía rítmica, aunque no tuviera a Sami Khedira en el medio campo, pero pronto se vio urgida a cambiar de esquema por el golpe que sufrió en la cabeza Christoph Kramer. Sin el ombligo del equipo, Schweinsteiger tomó el papel de líder y se batió como leyenda tanto atrás como adelante.

Su sangre en el rostro operó como el empujón que necesitaban los alemanes. Un golpe de Sergio Agüero le hizo necesario recibir atención médica y, cuando entró nuevamente a la cancha, con el pómulo enrojecido, miró a Schurrle escapar por izquierda para mandar un centro preciso que Götze, con apenas 15 minutos en el campo, colocó al fondo de la portería argentina.

Cuando cayó el gol, los aficionados brasileños resoplaron por fin. La pesadilla de los siete goles estaba por terminar, porque entonces el barullo argentino, que ya estaba en situación nerviosa, enmudeció. Quedaba muy poco tiempo para la reacción y eso lo sabía todo mundo. El recuerdo fue ingrato. Restaban pocos minutos, como en 1990 tras el penal que les anotó Andreas Bhreme. Finales así son punzadas. Brasil no quería que Argentina levantara el título en el Maracaná y alentó a los europeos hasta el último minuto, en ese donde  Messi tuvo la oportunidad a balón parado y extrañamente dio el peor toque de su vida al mandar el balón a las tribunas.

De cualquier forma, Argentina mostró mucho valor. Peleó hasta el final. Dignificó su nombre histórico, comandada por Javier Mascherano, que daba fanfarrias de guerra, y con la fuerza de Lio Messi, que mientras estuvo en contacto con el balón hizo leña de Mats Hummels cuantas veces quiso.

Pero pasaba el partido y La Albiceleste se iba quedando sin aire, como su propia afición, que de la algarabía pasó al tedio y después al llanto. Pocos como ellos para meterse el futbol como un dolor sentimental. Recordarán por siempre este estilo de lucha y futbol que enamoró a varios que no creían en el equipo en Brasil. Se despidieron entre aplausos, aunque por dentro siguieran maldiciendo la gran jugada que desperdició Gonzalo Higuaín al principio del partido y que marcó el rumbo del juego cuando, solo frente a Manuel Neuer, echó el balón por fuera.

Alemania, dócil y creyente de su doctrina de ataque, a pesar de que los penales rondaran el ambiente, nunca renunció a su idea. Argentina estaba echada atrás, pero con el escudo bien puesto, en espera un de un contragolpe. Sin embargo, nunca dejaron de intentarlo los alemanes y encontraron el premio a su devoción cuando Götze firmó como un jugador veterano una jugada de taquicardia en el área chica. Recibió el balón entre los centrales, controló con el pecho y estiró la pierna zurda para conectar y marcar el gol del tetracampeonato.

Del otro lado, la mirada de Messi se perdió en el aire. Su sueño quedó truncado. Alemania se le interpuso y mereció ganar, aunque Argentina se llevó también los aplausos.

Finalmente, en América un europeo levantó la mano. El trofeo lo recibió el capitán Philipp Lamm de la presidenta Dilma Rouseff, que del Maracaná sólo recibió silbidos.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

18 − dieciseis =