16 Octubre 2013
Autonomía que cuidar
Roberto Piñón Olivas
Tuvieron que ocurrir las crisis de 1970 y 1980 para que México ingresara a la modernidad y responsabilidad en el manejo del banco central, alejándolo de la tentación que el sector político tiene para manipular el tipo de cambio, el sistema financiero y, por supuesto, la reserva internacional.
El Banco de México era una caja grande del gobierno de la república. En cualquier momento podía ordenarse la impresión de billetes sin sustento técnico financiero. sólo había que echar a andar la maquinita.
El dinero como mercancía sobreabundaba en el país, con la funesta consecuencia del aumento en la inflación, y con ello, la cascada de aumentos de artículos y servicios. Había circulante, pero los precios eran exhorbitados.
Pero además, las reservas internacionales eran escasísimas. Y tenían un uso eminentemente político.
Irónicamente, previo a la gran debacle económica nacional de 1994, un año antes, el Banco de México obtiene la autonomía constitucional. Nace en la crisis, la supera y hoy en día es baluarte de la estabilidad económica y financiera.
De no haberse otorgado esta autonomía, ahora tendríamos inflación de dos o tres dígitos, cuando nos encontramos desde hace catorce años en una estabilidad que nos permite inflaciones de un dígito. Por cierto, menor a cuatro.
Es un acierto del Presidente Peña Nieto resaltar esta cualidad del sistema bancario central mexicano al celebrarse el 20 aniversario de Banxico. Esa autonomía debe no solo respetarse, sino fortalecerse.
El modelo de Banco Central Mexicano me parece correcto. La responsabilidad de proveer a la economía del país de moneda nacional, procurando la estabilidad del poder adquisitivo de dicha moneda, promover el sano desarrollo del sistema financiero y propiciar el buen funcionamiento de los sistemas de pagos, son facultades y funciones suficientes. Agregar a ellas incidir en el crecimiento o propiciar el desarrollo de manera directa sería un error, un distractor. Videgaray lo ve con claridad.
La inflación, como la vivimos en México, fue una gran fábrica de pobreza. En los años 80, la inflación anual promedio fue de casi 70%. Esto quiere decir que si en 1980 un litro de leche hubiera costado un peso, en 1990 ya hubiera costado 150 pesos. Son palabras del Secretario de Hacienda.
Agustín Cartens no se quedó atrás en la exposición crítica del México anterior, ante la ausencia de autonomía, había pobreza extendida, cancelación de proyectos de inversión, de empleo, penurias diarias para satisfacer necesidades básicas, patrimonios perdidos en meses tras muchos años de esfuerzo para construirlos.
El gran acierto, alejar la política de las finanzas y la economía. Sacar a los políticos del manejo de las decisiones financieras, la economía, y la administración. ¿Cuándo predominarán las decisiones técnicas sobre las posiciones políticas de coyuntura y capricho?
No lo sé. Pero es cierto que debe haber, si no un divorcio absoluto, si un equilibrio responsable. El factor político otorga la sensibilidad que la macro y micro economía olvida, sobre todo en un estado liberal propenso al consumismo y a la distribución inequitativa de la riqueza.
EN EL TABLERO….Alfredo de la Torre Aranda, delegado de la Secretaría de Relaciones Exteriores, apura el paso en el cumplimiento de sus responsabilidades, firmando una serie de convenios de colaboración que le darán dinamismo y mejorará el trato hacia los ciudadanos que se acercan a la ventanilla….El Doctor de la Torre es un experto en proyectos, exdirector de la Facultad de Contaduría y Administración….La cultura se complica también en el ayuntamiento de Chihuahua, al igual que el Centro de Atención y Prevención Psicológica…El mismo problema que en Implan con los nombramientos, la falta y/o ausencia de perfil profesional….