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Alito Moreno: una traición a la democracia y al PRI

Opinión de Enrique Quiñonez Debate

 «El poder no se posee, se ejerce. Y para ejercerlo se requiere inteligencia, responsabilidad y sentido democrático.» Jesús Reyes Heroles

CIUDAD DE MÉXICO, 19 de julio de 2024. / Opinión de Enrique QuiñonezDebate.-  La política mexicana atraviesa uno de sus momentos más oscuros, y en el epicentro de esta tormenta se encuentra Alejandro «Alito» Moreno, presidente del PRI. En un movimiento que ha dejado a muchos con la boca abierta, Alito ha decidido cambiar los estatutos del partido para perpetuarse en el poder. Esta maniobra, en un contexto donde el partido en el poder tiene mayoría absoluta y busca instaurar un régimen que amenaza el equilibrio de poderes, es un golpe brutal a la ya debilitada oposición.

En un país donde el Poder Judicial y los organismos autónomos están bajo asedio, el PRI debería ser una fortaleza de resistencia. Sin embargo, lejos de unirse y fortalecerse, el partido se hunde en las arenas movedizas de la irrelevancia política. La reelección de Alito Moreno no solo es un acto de arrogancia, sino una traición a los principios democráticos que deberían regir al partido.

Lo verdaderamente triste es la complicidad silenciosa del Consejo Político Nacional del PRI. Aquellos que deberían levantar la voz y oponerse con firmeza a este intento de autocracia han preferido callar. Su silencio no es ignorancia; es cobardía. Saben que esta decisión es un paso hacia el abismo, pero eligen mirar hacia otro lado, buscando asegurarse un lugar en las pocas posiciones que quedan en un partido que ya no representa una opción atractiva para el electorado.

La reelección de Alito Moreno es una señal de alarma para la democracia mexicana. Necesitamos una oposición fuerte y unida, capaz de hacer frente a los desafíos que el país enfrenta. Pero, ¿cómo se puede esperar eso de un partido que se autodestruye desde adentro? El PRI, bajo la dirección de Moreno, se aleja cada vez más de las preferencias ciudadanas, transformándose en una sombra de lo que alguna vez fue.

El panorama es desolador. En lugar de unirse y luchar por los intereses de la ciudadanía, el PRI se ahoga en su propio egoísmo y cortoplacismo. La reelección de Alito no es solo un error estratégico; es una puñalada al corazón de la democracia. La esperanza yace en aquellos pocos que aún creen en un cambio y que están dispuestos a alzar la voz contra la injusticia.

México necesita líderes que pongan al país por encima de sus intereses personales, que entiendan que el verdadero poder reside en servir a la gente, no en servirse a sí mismos. La lucha por una oposición fuerte y unida continúa, y depende de cada uno de nosotros exigir un cambio y no permitir que maniobras como la de Alito Moreno sigan destruyendo nuestra democracia.

 

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