25 Abril 2018
Angel Mario Ksheratto
Es lo que tenemos
Gobernar una ciudad complicada como Tuxtla Gutiérrez, no es cosa fácil. No es de ocurrencias, sino de proyectos que vayan más allá de una sola visión o un interés meramente personal. Históricamente, la ciudad ha tenido alcaldes de ornato. Son, en apariencia, electos por el pueblo, pero impuestos por el gobernador en turno. Es decir, los exalcaldes solo han administrado las ocurrencias del Jefe del Ejecutivo Estatal.
Esa dinámica ha sido nociva para una ciudad cuyo crecimiento ha sido caótico. Los polos de desarrollo citadino, han sido arbitrariamente contrastantes con estrategias exitosas aplicadas en otras ciudades del país. En parte, por la falta de capacidad de quienes han gobernado a la ciudad y en gran parte, por lo anotado arriba: la intromisión inconstitucional de los gobernadores.
Por ello, para el trienio en puerta, justo será que los electores, sopesen su voto, analicen las propuestas y elijan a un alcalde que muestre disponibilidad y amplia visión, con respecto a un proyecto global que incluya a todos los ciudadanos y que sobre todo, sea serio, eficaz y viable. Uno que haga valer el Artículo 115 de la Constitución.
No se trata de tener un alcalde en permanente pleito con quien resulte ganador en las elecciones para gobernador, sino de uno que dialogue, negocie y convenga con el mandatario estatal, ponderando por encima de todo, la autonomía y libre determinación del municipio. Solo de esa forma, se podrá tener elementos necesarios para, en primer término, reordenar la ciudad y de ahí, retomar el control adecuado del que partirán temas como la seguridad, empleo, desarrollo… Una ciudad sin control ni orden ni respeto, está perdida.
Muchos son los que se preguntan, ¿quién de los tres más fuertes aspirantes a la alcaldía, tendría las capacidades para gobernar a los tuxtlecos? Es obvio que para ello, se requiere que los actuales candidatos, reúnan, no solo las cualidades pertinentes, sino que, en campaña, presente proyectos realizables.
Ahora bien, si hacemos un análisis, sin apasionamientos, de los que tienen mayores posibilidades de ganar la contienda electoral, vemos a Francisco Rojas Toledo, Carlos Morales Vázquez y Carlos Penagos Vargas. Paco, como le conocemos, ya ha sido alcalde, diputado local y diputado federal; Carlos Morales, ha sido diputado federal, diputado local, regidor y secretario de Estado. Penagos Vargas, es el que menos experiencia en la administración pública tiene.
En ese orden, podemos ver la colocación de los actuales aspirantes. De hecho, la candidatura de Paco Rojas, es más para atracción de los votos capitalinos a la candidatura de José Antonio Aguilar Bodegas, que a la intención de ganar. Hay que recordar que, con sus errores y excesos durante el tiempo en que fue alcalde, Rojas Toledo sigue siendo bien visto por los ciudadanos; muchas veces, por el hartazgo que hay por los malos resultados en el gobierno local, pero es un activo poderoso que no hay que perder de vista.
Carlos Morales, con independencia de las acusaciones que algunos grupos enderezan en su contra, es de los menos cuestionados en materia de transparencia y resultados. Por otro lado, tiene a su favor, la edad: ya es un político maduro, es un poco más serio y muy probablemente, entienda a fondo la crisis y pudiera tener algunas soluciones.
Cierto es que Carlos Penagos, ha recorrido intencionalmente toda la ciudad y ha logrado meterse en el ánimo de la gente; tiene en contra a la alianza que representa. Las fisuras al interior de la alianza por la fuerza bruta con que se conformó, tiene a muchos priístas trabajando en su contra e incluso, muchos militantes del PVEM, que se fueron al lado de Eduardo Ramírez, hoy candidato de MORENA.
Si lo vemos con seriedad —sin arrebatos—, hoy, la pelea podría darse entre los dos primeros. Esto, porque desde el año 2004, Tuxtla, a excepción de María del Rosario Pariente Gavito, ha sido gobernada por jóvenes, cuyos resultados han sido desastrosos.
Puede ser que estos factores no cuenten en ciertos sectores de la sociedad; viejas prácticas que aún se mantienen, pueden incidir a la hora del sufragio. Dependerá de los candidatos, de sus estrategias y de los proyectos que presenten. Los tres están obligados a la seriedad, al profesionalismo, a presentar plataformas realistas, promesas cumplibles. Más demagogia, ya no queremos.
Los “independientes”, francamente, no tienen nada que hacer. Simplemente, pareciera que no existen. Del único que se sabe algo es de un tal Jorge Martínez y lo que se sabe que está demandado por adeudos laborales y que a sus empleadas las maltrata, además de promover los vicios. Nada más.
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