08 mayo 2019
Angel Mario Ksheratto
¡Saber quién (…) es!
Como en los viejos tiempos de gloria priísta, el recién estrenado diputado verdista, Omar Molina Zenteno, hizo uso de músicos y mujeres indígenas para dar un anuncio que refleja su oportunismo y sed de poder: salirse del partido que hizo el favor de postularlo, para, seguramente, afiliarse a la bancada de MORENA, el partido que la fallida Cuarta Transformación ha puesto de moda y al que han huido todas las ratas del viejo régimen.
No es la primera vez que el ahora legislador, cambia de camiseta; desde los tiempos de Patrocinio González —siendo aún chamaco—, sirvió a los intereses de la cúpula priísta. Pasaron Elmar Setzer Marseille, Javier López Moreno, Eduardo Robledo, Ruiz Ferro y Roberto Albores y Molina Zenteno, aparecía en cualquier oficina pública, como funcionario de cualquier nivel.
Ya sea como Ministerio Público, maletero, secretario, policía, subprocurador, subsecretario o presidente de alguna organización afín al gobierno, el hombre se aseguró de tener un espacio laboral. Es válido.
Pero para ello, perdió el sentido de la institucionalidad, la ética y la lealtad. Ayer mismo, durante el evento donde anunció su reciente traición, negó su pasado priísta y solo a regañadientes, admitió haber militado en el PRD, partido al que llegó cuando el PRI empezó su declive entre los años 1999 y 2000.
Cuando el partido amarrillo se vino a pique y el PVEM se perfilaba apara ganar las elecciones del 2012, corrió a buscar cobijo en ese partido y buscó varias postulaciones sin éxito, hasta que, de último momento, fue inscrito como suplente de Eduardo Zenteno, quien se fue del cargo hace unas semanas.
Ahora, abandona ese partido y deja abierta la posibilidad de afiliarse a MORENA. No cabe la menor duda que así será. Porque le asegura, por lo menos, seis años de dinero fácil y de cargos públicos. Chambista, pues. Un oportunista con todas las agravantes.
Nada de rescatable hay en Molina Zenteno; en cada partido en el que ha militado, ha aprendido todas las mañas posibles. En el PRI, el acarreo y la utilización de grupos vulnerables para presentarse como el salvador de éstos y para hacerse sentir un político amado, aclamado. En el PRD, aprendió el arte del chantaje político y la corrupción. En el Verde, el cinismo y la frivolidad.
—¿Cuánto les están pagado para venir a éste evento? —le pregunté a uno de los músicos indígenas que fueron llevados al Congreso para “amenizar” el “gran anuncio”—.
—Nada… Bueno, lo ofrecieron 200 peso cada uno, pero saber si lo van a pagar —respondió.
—¿Por qué cree que no le van a pagar?
—Todos los político son un mierda; así lo hacen siempre, lo van a engañar a uno y no lo cumplen.
—¿Ya les dieron de comer?
—Poquito pues. Taquito con refresco.
—¿Conoce usted al diputado?
—¡Saber quién verga es!
Transitorio
El alcalde capitalino no tiene intenciones de seguir las reglas que el jefe de la 4T ha puesto sobre la mesa. AMLO juró y perjuró —en campaña, en su toma de protesta y en sus alucinantes conferencias de prensa mañaneras— que no impondrá un solo impuesto. Carlos Morales, hace lo contrario.
Ahora, pretende imponer el dos por ciento para el alumbrado público. Ese, se incluirá en los recibos de luz. Un abuso. Un exceso. Por ley, los ayuntamientos deben correr con ese gasto. No el pueblo.
Por tanto, es inaceptable el gravamen y responsabilidad del Congreso es, rechazar una propuesta que atenta con la ya de por sí, disminuida economía de las familias. No hace muchos días, el periodista Sergio Melgar, reveló los millonarios gastos de Morales Vázquez en publicidad personal y asesorías, lo cual refleja el gasto oneroso e irresponsable que ahora, pretende cubrir con dinero de los ciudadanos.
Los diputados tienen ahora el tema en sus manos; esperemos que voten a favor del pueblo y no de una iniciativa que fomentará la corrupción y hará millonario a un político insensible, corrupto y abusivo.