22 mayo 2019
Angel Mario Ksheratto
La salud, enferma de gravedad
Prioridad de cualquier gobierno sensato es la procuración de la buena salud de sus gobernados. Un pueblo enfermo, no va sino a la tumba. Un pueblo enfermo, no produce; no progresa, no es feliz. Lo hemos presenciado durante la crisis de salud en Venezuela, cuyo gobierno dictatorial, requisó todos los recursos financieros para mantenerse en el poder y dejó a la población sin medicamentos básicos y sin atención adecuada.
Hace unas horas, la Secretaría de Hacienda y la directiva del Instituto de Seguridad y Servicios Sociales de los Trabajadores del Estado (ISSSTE), anunciaron el congelamiento de casi 800 millones de pesos para la operatividad de esa institución, al mismo tiempo que se adelantó el despido más de más de tres mil empleados, además de revisar las remuneraciones de los que se quedan, para un posterior reajuste de sueldos.
La justificación es simple: exigencias de la “austeridad republicana”. La explicación ofrecida, pudiera ser creíble si a la par, se estableciesen estrategias viables para amortizar el duro golpe que significarán los recortes a millones de cuentahabientes y familias de los nuevos desempleados.
Paradójicamente, el llamado “Plan Nacional de Desarrollo”, fue ideado, según la secretaría de Gobernación, para crear los empleos y condiciones necesarias que terminen con la guerra contra el narcotráfico. ¡Vaya contrariedad! Desempleados, sin posibilidad de nuevas oportunidades y sin servicios básicos de salud.
Si lo anterior fuese poco, este martes renunció al cargo de Director General del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS), Germán Martínez, un político de la ultraderecha, ultraconservador y conocido por su habilidad para los negocios turbios dentro del aparato gubernamental. Su dimisión podría carecer de importancia, de no ser porque deja una carta demoledora y acusatoria que es en sí, el crudo diagnóstico de un gobierno sin rumbo, sin orden y sin un liderazgo respetable, responsable y eficaz.
Soberbio y petulante como los apóstoles tradicionales de la 4T (incluya en la lista a Gerardo Fernández Noroña, Yeidckol Polevnsky, Ricardo Monreal, Layda Sansores, Miguel Barbosa, Jesusa Rodríguez, entre otros ilustres patanes), Martínez, no dejó pasar la oportunidad para desnudar las precarias condiciones de la institución más grande en materia de salud del país. Y dejar claro que la corrupción, es el principal aliento de la administración “del cambio”.
Deja perfectamente claro que la secretaría de Hacienda, sin las facultades necesarias, pretende manejar a su antojo los recursos financieros que pertenecen a la clase patronal, los trabajadores y sí, en cierta medida, al gobierno federal. La manipulación, como instrumento para despojar a los mexicanos de sus derechos y arrastrarlos a la mendicidad canjeable por votos.
Para el colmo, el Seguro Popular, quedó en suspenso, hasta que se emitan nuevas reglas de operación.
Para nadie es secreto que en el país, hay un preocupante desabasto de medicamentos, derivado de contratos leoninos del pasado que dejaron en bancarrota al sistema de salud nacional. Plausible es que el gobierno haya cortado de tajo los contratos amañados con los laboratorios y distribuidores de medicinas, pero fallaron en establecer mecanismos de control y reabastecimiento.
No vayamos lejos: en Chiapas, los adeudos en materia de salud, son escandalosos, de tal forma que hoy, difícilmente se encuentra un hospital o clínica, con un cuadro de medicamentos básicos completo. Incluso, en Comitán, el Hospital fue embargado ante la falta de pago a proveedores.
Al presidente López, le están fallando sus hombres de confianza; están haciendo mal su trabajo y le están arrastrando al descrédito absoluto. Le están haciendo creer que las políticas de austeridad son eficaces, aplicando medidas neoliberales.
La reacción del gobierno federal ante la renuncia de Martínez, ha sido la de minimizar el asunto; pero el impacto es enorme y las consecuencias, conforme pasen los días, serán catastróficas, principalmente, si no se corrige el rumbo. Puede que no tenga demasiada importancia, pero seguramente, tendrá repercusiones que se están a tiempo de evitar.
Transitorio
En cuanto a Chiapas, la crisis de salud es enorme; el titular de la dependencia, José Manuel Cruz Castellanos —perfecto desconocedor de las necesidades urgentes de los chiapanecos—, ha optado por atender nimiedades y no atacar el problema de fondo. Lamentable.