20 Abril 2017
Angel Mario Ksheratto
ksheratto@gmail.com
Duarte, moneda de cambio
Enredos, versiones encontradas… Simulaciones y sospechas tras la captura del exgobernador veracruzano, Javier Duarte de Ochoa; hay, por lo menos, tres adaptaciones mediáticas que no surgieron de la imaginación, sino de fuentes oficiales, cuya confiabilidad queda en entredicho. Manuel Noriega, subjefe de la INTERPOL en Guatemala, señaló que, minutos antes de la detención, el imputado habría recibido una llamada telefónica desde la Ciudad de México, tras la cual, bajó al lobby del hotel para prácticamente, entregarse.
Stu Velázquez, subjefe de la policía guatemalteca, por su parte, declaró que el implicado fue sorprendido cuando en el bar, pretendía adquirir una copa de licor. Otra versión indica que la administración del hotel, intentó alertar a Duarte sobre la presencia policial, lo que obligó a los agentes a cerrar todas las salidas del complejo hotelero, logrando su captura en uno de los pasillos, por donde deambulaba Duarte, con claras intenciones de fugarse.
Los distintos ajustes al hecho consumado, podrían pasar desapercibidos, de no ser porque en cada uno, se esconden verdades a medias que alimentan la desconfianza en el discurso oficial respecto al tema del combate a la corrupción y la impunidad.
Es decir, todo se está pareciendo más a un show mal montado; un circo que no busca aplicar criterios de justicia, sino procurar la tabla de salvación de un sistema de gobierno prepotente, burdo, pero sobre todo, corrupto y promotor incansable de la impunidad. Nadie pone en duda la debacle moral y política del partido que postulo a Javier Duarte como gobernador de Veracruz, principalmente, en los tres estados en los que en breve, habrá elecciones y donde el PRI, no tiene ventajas aseguradas.
En Coahuila, los escándalos de corrupción de los hermanos Moreira Valdez, han mermado ostensiblemente la credibilidad en el PRI; Humberto, el antecesor cuasi inmediato de Rubén, estuvo preso en España por delitos relacionados con el tráfico de drogas, en tanto que en México, ninguna denuncia por casos de corrupción en su contra, han prosperado. En cuanto al actual mandatario de esa entidad, Rubén Moreira, sus opositores han hecho públicas infinidad de pruebas en su contra, pero todas han sido desoídas por el gobierno de ese estado y el gobierno federal, precisamente por la impunidad de la que gozan los gobernadores mexicanos.
En Nayarit, el fiscal general, Edgar Veytia, fue detenido en Estados Unidos, bajo cargos de tráfico de drogas en ese país. Veytia, según medios nayaritas, era quien en realidad gobernaba, puesto que Roberto Sandoval, el gobernador, se sometía a sus mandatos. Su aprehensión en USA, debilitó las estructuras priístas, de tal manera que en las encuestas oficiales, ese partido bajo hasta el tercer lugar.
Las malas decisiones de Enrique Peña Nieto y los catastróficos resultados de su gestión al frente del Ejecutivo, han sido un lastre para su partido en el Estado de México, su estado natal. Pese a que Eruviel Ávila, su actual gobernador, se ha esforzado por invertir millones de pesos en propaganda partidista, ésta no ha permeado en el ánimo de los electores, muy a pesar que ese estado, ha sido, por más de 80 años, el bastión electoral del PRI.
La urgencia, no parece ser el ataque a los fundamentos de la corrupción en el país, sino, rescatar algunos votos para el gobernante Partido Revolucionario Institucional, cuya confianza del electorado, casi se ha diluido en ése y otros escándalos.
Todo es un espectáculo mediático; basta ver la irresponsabilidad de la PGR y la Secretaría de Relaciones Exteriores del país, para darnos cuenta del embuste. No haber enviado formalmente la solicitud de extradición (solo copia simple anexaron al expediente, según el propio Javier Duarte durante su audiencia judicial), es una clara muestra de lo arriba mencionado y es un mal augurio, puesto que cualquier abogado medianamente instruido, podría derrumbar las pretensiones del gobierno mexicano.
En otras palabras, las mismas instituciones del Estado están facilitando la defensa del implicado; recordemos los elogios presidenciales a los gobernadores y exgobernadores señalados de corrupción… Y veamos los sucesos actuales.
En ese contexto, es fácil predecir que, una vez pasados los procesos electorales en los tres estados que elegirán gobernador éste año, Duarte, Tomás Yarrington y otros acusados, podrán salir libres. Son, en pocas palabras, la moneda de cambio para la obtención de votos. La pregunta es: ¿Quién, según la INTERPOL, habló a Duarte de Ochoa y qué negociaron? ¿La impunidad para Karime Macías? ¿Solo unos meses de prisión? ¿La intocabilidad de los recursos robados…?
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