28 Noviembre 2017
Angel Mario Ksheratto
ksheratto@gmail.com
¿Es Meade el candidato idóneo?
Independientemente de pasados oscuros y yerros inaceptables, la imposición de José Antonio Meade Kuribreña como candidato del PRI a la presidencia de la República, obliga a sus oponentes a reorientar discursos y estrategias. No es un candidato fácil de vencer, por dos razones: la enorme, bien aceitada y ordenada estructura priísta —que, de facto, va en alianza con castas poderosas del PAN—, y la estrategia en materia económica y financiera que el recién ungido habrá de presentar como plataforma política.
Enrique Peña Nieto, por táctica o desacierto, condujo al país a una crisis financiera de grandes proporciones; a pesar que los “analistas” oficiosos hablan de repuntes en la economía e incluso, se han atrevido a decir que el aumento salarial de apenas ocho pesos contribuye al fortalecimiento de la economía, la falta de circulante en todo el país, es terrible y desesperante.
Meade Kuribreña, que diseñó la reforma hacendaria, energética y educativa y cuyos resultados han sido adversos a los beneficios anunciados, ciertamente, no será un candidato popular, de promesas y discursos mágicos, sino de cifras, números, expectativas y planes a corto, mediano y largo plazo. Es decir, será el aspirante del “cómo” y no del simplista “vamos”.
Si el Frente Ciudadano por México, impone finalmente al actual dirigente nacional del PAN como candidato, tendrá que encontrar la forma perfecta para debatir en materia económica y proponer fórmulas verdaderamente novedosas… Y no solo novedosas, sino factibles, cumplibles y de por lo menos, regular alcance.
MORENA por su parte, estará obligado a mover a sus 200 estrategas y escribanos de proyectos, para hacer frente a un discurso que sin duda, tendrán ya preparado los priístas aunque ya en el poder, no cumplan en lo absoluto.
Otro problema que habrán de enfrentar los opositores al PRI, es el de la unidad; en el FCM, la sola idea que resulte impuesto Ricardo Anaya, ha levantado toda clase de discusiones y amenazas. Miguel Ángel Mancera y Rafael Moreno Valle, del PRD y PAN, respectivamente, mantienen su exigencia-amenaza en el sentido que la elección interna, sea abierta y democrática. Anaya y Alejandra Barrales, se inclinan por métodos menos decentes.
Ello romperá esa alianza. Si al final se mantiene y Anaya “gana” la nominación, se habrán debilitado notoriamente. De la militancia panista, un alto porcentaje se fue con Margarita Zavala, quien lucha por una candidatura independiente, más los que sigan los pasos de Moreno Valle, que terminará por apoyar a un viejo amigo suyo: José Antonio Meade Kuribreña.
En el PRD, no todas las tribus apoyarían a Anaya; si acaso, solo la que internamente, lidera Barrales; puntos más a favor del candidato priísta, puesto que AMLO ha anunciado que no aceptará una alianza con su expartido.
En ese contexto, juega a favor del PRI, la disciplina. Quien se consideraba el más aventajado en las encuestas, Miguel Ángel Osorio Chong, de inmediato se sumó a las aspiraciones de su compañero de gabinete; Aurelio Nuño, José Narro, Enrique de la Madrid y Luis Videgaray, hicieron lo mismo. Durante todo éste lunes y desde que Meade renunció a la secretaría de Hacienda, los sectores “populares” del PRI, lo recibieron en sus sedes y le expresaron su respaldo. Había candidato de unidad.
Ahora bien, ¿Es José Antonio Meade Kuribreña, el candidato idóneo para gobernar a México? Sí y no. Sí, porque es un amplio conocedor de asuntos financieros y económicos, aun cuando haya incurrido en serios errores de forma y fondo durante los sexenios de Felipe Calderón y Enrique Peña Nieto. No, porque opondrá más proyectos a favor de la macroeconomía que la microeconomía, lo que afectará directamente al ciudadano común. Ello pondría en riesgo la gobernabilidad y la estabilidad política y social del país.
Los recurrentes gasolinazos, los incrementos en los energéticos, los impuestos, la devaluación del peso frente al dólar, la caída del poder adquisitivo del peso, la inflación, la ambivalencia de la microeconomía y la falta de planeación adecuada y efectiva del gasto público, son factores que juegan en su contra, en virtud de haber sido medidas que siguen afectando directamente a los mexicanos.
Va, por último, como abanderado de un partido anquilosado que se niega a combatir la impunidad y la corrupción; un partido que no da paso a la transparencia y la rendición de cuentas. Hay quienes le agregan en contra, el método de su elección: el dedazo. Pero, ¿quién de los demás aspirantes ha surgido de una práctica democrática? En los días siguientes, veremos acomodos y reacomodos interesantes. Esperemos no quedarnos en las inercias de cada seis años.
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