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ARTÍCULO ÚNICO

05 Enero 2018

Angel Mario Ksheratto

Alcalde viajero

Ante el escándalo, la defensa pueril y anodina que refleja la falta de autoridad moral de quien, ciertamente ha hecho uso de un derecho humano, pero ha incurrido en necedades, indiscreciones y explicaciones carentes de sentido y objetividad. Se trata del polémico viaje vacacional del alcalde de Tuxtla Gutiérrez, Fernando Castellanos Cal y Mayor, a Canadá, desde donde él mismo, presumió las fotos que en redes sociales, se volvieron virales y desataron severas críticas en su contra.

El argumento del jefe edil ante la condena generalizada a su imprudencia, es que sus adversarios políticos son quienes están detrás de las críticas y reclamos, dándose con ello, una importancia que no ha ganado con resultados positivos al frente de la Comuna.

Insinúa que éstos y no otros, son quienes pagan a quienes le confrontan por su infantil actitud, lo cual desencaja con la realidad, pues quien dio pie para el reclamo generalizado ha sido él mismo, al difundir gráficas de su estancia en Canadá, admitirlo públicamente y burlarse de muchos empleados del Ayuntamiento a quienes no se les ha cumplido la obligación salarial y otras prerrogativas, asunto que niega, pero que le desmienten a través de plantones, comunicados y marchas.

Califica de “trivial” la molestia de miles de capitalinos y al mismo tiempo, exige “elevar” el nivel del debate. ¡Vaya contrariedad! La estatura de la discusión la debe definir él, con acciones que pongan a reflexionar a la ciudadanía, no con frivolidades que desencantan y enervan a una sociedad cansada de juegos en la administración pública municipal.

No es ilegal que el señor alcalde se tome el tiempo necesario para convivir con su familia; tampoco es ilícito que lo haga fuera del país. Lo que ha desatado la inconformidad popular, es la irresponsabilidad de haberlo hecho en plena crisis económica y cuando no se han transparentado las actividades hacendarias del municipio.

Indigna la burla; actividades privadas de esa naturaleza —para un funcionario bajo la constante mira de la sociedad—, deben ser pulcras, discretas, sobrias. En ese sentido, debemos decir que miente el edil al acusar a sus imaginarios oponentes de la “campaña de ataques”, puesto que ha sido él quien, queriendo congraciarse con los suyos, cometió una imprudencia que se convirtió en agravio a los capitalinos.

Falta ver que Fernando Castellanos Cal y Mayor, demuestre que, efectivamente, se fue a vacacionar con su propio peculio y no con dinero público. Sería lamentable que, en ese tema, prive la opacidad, puesto que alimentará la sospecha que fueron los impuestos ciudadanos, los utilizados para tal propósito.

¿Cómo puede un alcalde privilegiar su vanidad ante una ciudad prácticamente devastada? Las obras que supone el presidente municipal, son de menor trascendencia, frente a los grandes retos de una ciudad con carencias, olvidos y abandono absoluto. He ahí el tema de la seguridad pública.

A diario, la ola de asaltos se incrementa ostensiblemente; las calles en la mayor parte de Tuxtla, están destruidas. El sistema de agua potable está colapsado. No se entiende cómo, en esas circunstancias, un funcionario se toma vacaciones y provoca con ello, más molestias de las que la gente ya tiene en su contra.

En cuanto al nivel del debate que pide, obligado está Fernando Castellanos, a predicar con el ejemplo. No se puede debatir con mentiras o verdades a medias; tampoco puede haber una discusión de altura, cuando no se esclarecen hechos que dejan muchas dudas.

Tiene todo el derecho de gastarse su dinero en lo que quiera, pero no tiene derecho a burlarse de los tuxtlecos; tiene derecho a viajar a donde se le pegue la gana, pero no tiene derecho a hacerlo cuando no ha cumplido con sus promesas de campaña. Tampoco tiene derecho a mentir, ni a enojarse por la consecuencia de sus actos.

Si el alcalde tuviese un poco de sentido común, debería disculparse con los tuxtlecos y empezar a hacer bien las cosas. Ser alcalde, no es cosa de niños caprichudos, sino de responsabilidades y seriedad. Lo que hasta ahora ha hecho, ha cimentado una mala fama que solo él debe cargar. No los tuxtlecos, que tienen derecho a reclamarle, exigirle y demandarle.

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