29 Mayo 2017
Humberto Gutiérrez
LOS MISTERIOS DE LA CASA BLANCA
El uso del poder presidencial para bloquear una investigación sobre la administración, es obstrucción de la justicia.
Es un encubrimiento, es un delito
El presidente Trump le envió una carta a Comey para despedirlo.
La historia de los últimos escándalos políticos que dañaron a presidentes estadounidenses mostró que el encubrimiento suele ser peor que el delito.
Este mismo hecho es el que amenaza con repetirse en la administración Trump.
Hasta los mismos republicanos le ha dado la espalda. “ no vamos a cargar con el presidente” han dicho.
El expresidente Richard Nixon renunció en un juicio de destitución por encubrir un sabotaje contra los demócratas en el caso de Watergate.
Mientras que Bill Clinton enfrentó un juicio de destitución por mentir bajo juramento sobre su relación con Mónica Lewinsky.
Ahora la investigación federal en curso es para determinar si existió en la elección pasada una información privilegiada con los rusos y la campaña electoral de Donald Trump para derrotar a su rival demócrata.
Ya en sí es muy serio que Rusia haya usado influencia y se maya metido en la elección presidencial, para perjudicar a Hilary Clinton. Se sabe que Rusia estaba ligada a las filtraciones de Wikileaks que fueron desgastando la campaña demócrata.
También se sabe que figuras importantes de la campaña de Trump, y allegados al candidato, habían mantenido una relación cercana con Rusia o se habían comunicado durante y después de la elección con personal ruso.
Los familiares de Trump están en el ojo del huracán.
Todo esto despertó las sospechas que condujeron a que dos comités del Congreso, un gran jurado en Virginia y un investigador especial independiente sigan este caso.
El presidente le quita importancia diciendo que la cuestión rusa es una “noticia falsa” cuya intención es desmerecer su victoria electoral. La influencia de Rusia no es uno de los motivos de la victoria de Trump, pero las inseguridades personales del mandatario son más fuertes.
Por eso, sabiendo su problema para conocer los límites del poder presidencial, no sorprende que haya pedido informalmente al exjefe del FBI, James Comey dejar de lado la investigación que realiza sobre su ex asesor de Seguridad Nacional, Michael Flynn y el despido repentino de Comey por Trump crea más sospechas sobre la intención del presidente.
El uso del poder presidencial para bloquear una investigación sobre la administración, es obstrucción de la justicia. Es un encubrimiento, es un delito.
Es muy difícil establecer que hubo un complot entre la campaña de Trump y los servicios de inteligencia rusos para derrotar a Hillary Clinton. Muchísimo más complicado es probar que el presidente lo conocía.
Más fácil parece mostrar que Trump quiso entorpecer la investigación. Por eso el mandatario está contratando ahora su propio abogado.
La investigación original crece a medida que hay más información. La administración ha querido distraer la atención hacia cuestiones secundarias. La torpeza del presidente la elevó a una nueva categoría.
La Casa Blanca debió haber colaborado con la investigación inicial si no tenía nada que esconder. Ahora la actitud del presidente hace más necesaria la pesquisa para para descubrir qué se quiere ocultar y con ello, la historia parece repetirse.
El Buró Federal de Investigaciones (FBI) ha puesto el foco en Jared Kushner, yerno y asesor del presidente de EEUU, Donald Trump, en su investigación.
Ushner, esposo de Ivanka Trump, se reunió durante la campaña y el periodo de transición con el embajador ruso en Washington, Serguei Kislyak, y con el banquero Serguei Gorkov, consejero delegado del banco nacional ruso Vnesheconombank y graduado de la academia de los servicios secretos rusos.
De acuerdo con las fuentes anónimas citadas por el diario The Washington Post, Kushner “está siendo investigado por el grado y naturaleza de sus interacciones con los rusos”.
Según NBC News, los investigadores del FBI creen que Kushner “tiene información significativa para su pesquisa”, lo que no significa que lo consideren sospechoso de un crimen.
La Casa Blanca ha calificado de rutinarias las reuniones que Kushner mantuvo con Kislyak y Gorkov durante el periodo de transición, aunque el yerno de Trump también se reunió con el embajador ruso en abril de 2016, durante la campaña electoral.
Como si fuera un castillo de naipes se derrumba si una de sus piezas está mal formada, la administración del presidente Donald Trump podría verse más vulnerable si el exjefe del FBI, James Comey, decide hacer públicos los informes que escribió sobre sus reuniones con el presidente y con varios altos cargos de su gabinete antes de ser despedido por sorpresa a principios de mayo.
La Casa Blanca que está más preocupado por las posibles filtraciones de Comey es Reince Priebus, jefe de personal, que ya no oculta en privado su inquietud ante la posibilidad de que el antiguo director del FBI filtre sus conversaciones a la prensa.
James Comey se ha convertido en un auténtico dolor de cabeza para la Casa Blanca.
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