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COMENTANDO LA NOTICIA

13 Julio 2017

Alfonso Carbonell Chávez

¡Basta de simulaciones!

Con desencajado ánimo, me dispongo a pergeñar (dixit Arcadio Acevedo) las siguientes líneas de esta columna neja que bien no debía de nacer a la opinión pública. Pero veamos, aunque no describa la realidad de su realidad, en nada cambiará si decido abstenerme. Creo se entiende. Y no abundaré demasiado lo que en el ámbito nacional acontece cuando el presidente Enrique Peña Nieto, con sus cifras en ristre (cómo me gusta el concepto), nos manda un mensaje otrora llamado “a nivel nacional”, sobre el crecimiento histórico del empleo en este sexenio; ¡casi tres millones de empleos! nos dice, cuestión que contrasta, dígamelo usted si no amigo desempleado, con lo que por ejemplo, en este gobierno aldeano de Manuel Velasco Coello, éste, actúa en sentido contrario a lo discursado por su presidente. Los despidos en Chiapas, como eslogan comercial, son lo de hoy. Entiendo que hablar de México no es hablar de Chiapas, como tampoco de Oaxaca, Guanajuato, Querétaro o Aguascalientes. Generalizar y sacar promedios, no puede ser más engañoso e inexacto para leer la realidad local ni nacional. No mamen. En Chiapas la realidad nos desborda; desborda el tema democrático y de justicia o qué decir de oportunidades de desarrollo. Desborda todo y por todas partes. Ni empleo ni desarrollo social ¡mucho menos inversiones productivas ni generación de empleos, salud y educación! ¿O sí? El gobernador chiapaneco, el imberbe Manolo “verde” Velasco, cree o de plano le han hecho creer, que en la entidad sus casi 5 millones y medio de habitantes se sienten complacidos con su gestión y que los múltiples paquetes de apoyos, farsa constante, los están sacando de la miseria. Lo más peor, es qué hay quién y quiénes se lo creen. ¡Arrastrados y culeros! Entiendo, como cualquier funcionario y trabajador puede entender, que lo primordial es la chamba, chamba que les da de comer y  sacar adelante a sus familias. Pero no han entendido qué, en esa actitud sumisa y cortesana, lo que están construyendo para el futuro de sus propias familias es seguir prohijando más de lo mismo. Porque, díganme si no, en esa presumible acción “responsable” para con los suyos, está condenando a su familia y a sus futuras generaciones a seguir viviendo bajo el yugo de un puñado de corruptos que les han hecho creer, que ellos son los que les pagan. Cosa más falsaria. Y sí, me refiero a ti funcionario medio que a diario y pese a tus convicciones, callas cuando ves y sabes que tu jefe hace negocios fraudulentos con proveedores y contratistas. Por ti pasan los contratos y tienes, en el trámite de un pago, la constancia de que están robando. A ti y tu familia; a todos y a Chiapas. Entiendo que la comezón de la corrupción se te puede contagiar, pero entenderás, que esa actitud resulta tan indigna y traicionera a los tuyos, si crees que esa es la forma de construir ciudadanía, mucho menos una distinta realidad. Y es de eso precisamente que se valen los corruptos, creen y desgraciadamente lo comprueban, que si el jefe roba papelería y útiles de escritorio y ya hasta puso una papelería, por qué no usted o usted, puede apropiarse de papel, lápices, papel carbón, sacapuntas y clips, para llevarlos a su casa y ahorrar, aunque sea pesos, mientras su jefe roba millones. Y entonces le pregunto; ¿quién cree que paga lo que usted mínimamente se hurta o los miles de pesos que se lleva su superior? Pues ¡usted y su familia! Todos, no se equivoque.

Pero pongo el ejemplo mínimo de corrupción institucional, para que entienda y pondere, lo que a niveles mayores de potestad, nuestros depredadores funcionarios comenten. Un contrato de obra de un puente, por ejemplo, cuyo costo es de 20 millones de pesos pues, entonces calcule usted, si un paquete de hojas bond o de lapiceros le puede redituar a su eximia economía algún ahorro; ¡un 10 por ciento sobre la obra de 20 millones de pesos! le pueden dejar a un funcionario corrupto. Ahora igual, extrapole esa situación por miles de transacciones de miles de millones de pesos, vuelvo a preguntar; ¿quién o quiénes cree usted que lo van a pagar? O le respondo con manzanas. Así entonces ¡qué nadie se llame a engaño! Todos sabemos que los gobiernos nos roban; ah pero eso sí, si usted resultara aunque mínimamente beneficiario, su conciencia mojada y su dignidad adormecida quedaran silencias. Ganando… pierden.

No escribiré; Ya de salida (#3de3), porque entonces resultaría, bueno al menos en esta ocasión y tema, que las palabras también tienen tiempo y momento. De eso vivo y no es justificación. Lo que quiero hoy aquí y por favor como dijo la chimoltrufia, “no nos háganos tarugos» o ¡desniéguenmelo! las cosas en el periodismo no son lo que parecieran, como tampoco la realidad política por la que atravesamos en Chiapas sea como para hacerse el harakiri. Lo que sí y quitémonos las mascaras ¡ya basta de simulaciones! Bueno al menos su servidor ¡ya está hasta la madre! Pero qué importa y parafraseando al poeta Neruda; “Puedo escribir los versos más tristes esta noche. Escribir por ejemplo la noche está estrellada”…, o si se nos estrella en la cara; cara que no se puede,  con medida dignidad, mostrar al conglomerado social inerme e incierto ante la pusilanimidad ejercida. ¡Por qué  no llamarle al pan, pan y al vino, vino! Por qué no decir que Manuel Velasco ha superado las expectativas de desastre, al menos desde que yo tenga memoria. Y soy de memoria corta. Por qué no decir que hacia el interior de este gobierno insulso los actos de corrupción, cual rasca huelen, están ahí supurando el tejido social. Por qué no decir que la impartición de justicia está en manos de un troglodita del derecho. Una caricatura ofensiva de la justicia. En fin,  quitémonos la máscara de las mascaradas y asumamos ¡por dios por una sola vez en nuestras míseras vidas! como lo diría otro insigne poeta Manuel Acuña, en su poema “Nocturno a Rosario” nos dice: “¡Pues bien! yo necesito decirte que te adoro, decirte que te quiero con todo el corazón”… ¡Chiapas!// ¡Me queda claro! Salu2.

 

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