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COMENTANDO LA NOTICIA

18 Septiembre 2015

Alfonso Carbonell Chávez

Hoy hace 35 años ¡Gracias Chiapas!

Llovía, recuerdo; la nave de Aeroméxico se resistía a aterrizar en Llano San Juan, aeropuerto construido en una zona por demás inaccesible y desde hace muchos años ha, inservible para esos menesteres. El piloto hizo un primer intento y al no mirar la pista debido al banco de neblina que permanentemente se posaba sobre la pista salvo temporadas, se escuchó el estruendo que suelen hacer cuando bajan el tren de aterrizaje. ¡Imposible!, el piloto abortó el intento y volvió a tomar vuelo. Nos avisó que las condiciones eran extremas pero que haría un segundo intento y, de resultar infructuoso, se dirigiría al aeropuerto de Villahermosa. El nerviosismo de los pasajeros transpiraba. Finalmente volvió a enfilarse a la pista y con gran pericia el piloto encontró la pista y finalmente y felizmente, aterrizó. El aplauso fue unánime. Venía por vez primera a Chiapas con destino a Tuxtla Gutiérrez.  Sabía que esta nueva aventura en mi vida profesional no podía negarme la cita con mi destino. Lo sentía.

Por cuestiones de trabajo y conste que tuve la oportunidad de escoger otro destino, decidí que era el estado de  Chiapas del que solo de referencias conocía, donde sería la parada próxima. En el aeropuerto nuevo ¡de paquete!, pero con los inconvenientes aeronáuticos, la espesa neblina y los fuertes vientos cruzados de esa zona, representaba todo un riesgo para la seguridad y vida de las personas. Poco tiempo después dejó de serlo. Ahí con un cartel (no cártel je) un joven lo alzaba con mi nombre escrito en él; Lic. Carbonell. La verdad no lo esperaba pero me sorprendió gratamente que a una tierra que por primera vez pisaba alguien haya advertido mi llegada. Lupercio García, originario de Motozintla, moreno de sonrisa amplia y franca y bajo de estatura incluso que yo, al acercarme e identificarme me espeto; soy Lupercio, su chofer. Yo Alfonso mucho gusto. La lluvia combinada con el clima caluroso al salir de la zona climatizada del aeropuerto se sentía como baño sauna. ¡Qué rico! Me dije al sentir la brizna en la cara. Brizna y calor de una tierra que sin saber, me abrazaría con generosidad treinta y cinco años más, contando por supuesto el día de hoy.

En una camioneta guayín Dogge Dart color celeste, Lupercio emprendió el viaje que me llevaría a descubrir conforme bajábamos ya por ahí de la curva del mono o el gallo ya no recuerdo, la ciudad de Tuxtla que tras de cada curva divisaba y luego se perdía haciendo aún más emocionante mi descubrimiento. Sí de eso ya hace ¡35 años! y la verdad, perece fuera ayer. El Tuxtla que yo encontré, ciertamente con algunas arterias que la dibujaban “moderna”, se reducían a un camellón de entrada del lado poniente que se convertía en la avenida central con su calle de voy y vengo para completar la ruta en el boulevard del lado oriente para seguir más al sur. La ciudad se acababa al sur en la novena norte hoy,  antes periférico; y al norte en la quinta norte. Ya con un tráfico que llamaba la atención incluso con el dato de que en Tuxtla, comparada con otras ciudades capitales, tenía más vehículos per cápita. Es decir por cada habitante. Pero aun así,  entenderán, nada que ver con lo tortuoso que es ahora. Ya nos está quedando chica la ciudad y el desorden gubernamental en la materia lo complica.

Pero no los quiero aburrir ni es pretensión de un servidor hacer una cronología del desarrollo urbano de la ciudad capital, porque en primera, necesariamente tendría que detenerme a señalar las conductas aberrantes de sus gobiernos municipales y no habrá uno que pudiera salir librado en el señalamiento de corrupciones y mínimo ineficiencias habidas en sus gestiones. El robo en despoblado que han cometido a las y los tuxtlecos. Ese tema será en otra oportunidad. Déjenme solo advertir que Chiapas ha representado para mí, a la vez que el mayor honor habitarlo, el más grande reto que la vida me ha impuesto. Aquí en el tema de atención al agro chiapaneco me dio la oportunidad de recorrer, por primera vez, casi el total de la geografía estatal. Conocer a los indígenas y campesinos que se dedicaban a cultivar y saber de sus carencias e incluso las condiciones de explotación en las que vivían, se convirtieron en elementos de compromiso para con ellos. En el ámbito académico, más por azar que por vocación, me llevó a dar clases en el Cobach, institución en la que años más tarde estudiarían mis hijos.

Por lo que hace a mi incursión en la política en Chiapas, me quedo con haber conformado el partido local del Frente Cívico y ahí una vez más, con incipiente representación electoral en algunos municipios y un diputado en el congreso, me dio nuevamente la oportunidad de recorrer otro trecho de la geografía estatal. Con otro propósito pero en la misma realidad. He estado en el PRI, el PAN pero no como militante sino más bien desarrollando trabajos de comunicación, oficio que al fin y al cabo, es el que me ha permitido crecer como persona. Pero igualmente a comprometerme como ciudadano chiapaneco. Aléguenme lo contrario. Ya mi actividad como mueblero, pues de esa ya ni hablamos. Con decirle que me daba por regalar mercancía a la gente pobre, bueno un poco más que yo. Amén que me tocó el periodo de la espiral inflacionaria y como vendía a crédito pues cuando hacía mi siguiente pedido ya la mercancía estaba más cara. Los hermanos Vázquez y Viana se quedaron pen… dientes. Je.

Y ahora quizá usted se preguntará; y bueno éste a qué hora se convirtió en periodista y paso a contarle; a invitación de un amigo con el que trabajaba y que me tocaba hacerle algunas ponencias de temas diversos, un día me comentó; oye Carbonell no escribes mal. De ahí me presentó a un su amigo editor que me permitió mandarle primero artículos y luego ya le propuse escribir una columna “Comentando la noticia”, que ciertamente retomé de un programa de televisión que entre broma y broma, como dice el refrán, la verdad asoma. El programa “Cotorreando la noticia” lo hacían Chucho Salinas y Héctor Lechuga, aunque yo carecía de ese humor. De hecho no iba por ahí. Así es pues, que inicio mi carrera delincuencial ¡perdón! mi carrera periodística en los medios escritos hace aproximadamente 27 años y otros tantos en radio e incluso televisión.

Ya de salida

Pero a qué viene pues todo este entuerto, simple; al recordar como si fuera hoy cuando pisé por vez primera esta bendita tierra de Chiapas, en este breve recuento de los hechos me hace revivir una a una todas las vicisitudes por las que he pasado pero en mi saldo la resultante es de más momentos de alegría y realización. He compartido una a una las historias de este Chiapas nuestro que pese a sus mediocres gobernantes no han podido acabar con su fe. Sus esperanzas. Que el pueblo de Chiapas es más grande que sus avatares, lo es. Así 35 años después sigo disfrutando de un buen cochito, camarón con chile; de la rica chanfaina, chipilín con bolita y toda la rica variedad de tamales. Sigo admirando al levantarme cada mañana el portentoso Cañón del Sumidero y el imponente cerro de Mactumatzá. Pero sobre todo agradecido con su gente, su cordialidad y afecto brindado por tantos años. A los buenos amigos y enemigos. A todas y todos gracias…// ¡Qué envidia te tengo Laco! Porque a pesar que hoy ya estás ausente, siempre estarás en el recuerdo perenne de tus paisanos. La hora también nos llegará como la noche de Benzulul, pero al igual que tú, Laco Zepeda, me quedaré aquí ¡para siempre! ¡Te amo Chiapas!…Por eso Chiapas ¡no ni nunca más te rindas! ¡Canta sí con tu marimba, pero nunca jamás llores tu desdicha! ¡Ya no más! // ¡Me queda claro! Buen fin.

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