30 Noviembre 2017
Miguel Angel Culebro Acevedo
+ La indecisión en Chiapas y Meade sonriente.
+ Las filias y fobias precipitadas…
José Antonio Meade es la caja del casino; ha sido el as en la manga para agenciarse al que creía haber ganado y en un abrir y cerrar de ojos le fue arrebatado todo, sin dejarlo salir del refugio de los tahúres. Y le obligaron a sentarse con Meade, para comprometerlo a sumarse, sin chistar y seguir siendo espectador en esa casa de juegos: el PRI… así se cerró el círculo de las especulaciones sobre Miguel Ángel Osorio Chong, dejando en el camino o más bien en la puerta del patio a quienes ansiosos esperaban que saliera con el cargamento del poder a lucirlo como el ganador del juego perverso… pero, ¿cómo quedan los aspirantes a la impunidad en el resto del país?
José Antonio Meade fue preparado desde siempre, en su vida profesional, para ser utilizado como un eslabón más del poderío económico globalizado, que allende fronteras, es el poder del dinero que manda en las esferas políticas del mundo, cuya influencia está en disputa y en franca descomposición, como hace decenas de siglos, en la conquista férrea de tierras y mortales para ser sometidos.
Meade es la continuidad de lo que ahora presume Carlos Salinas de Gortari, de ser el artífice del Tratado de Libre Comercio y haciendo eco con la presencia “internacional” de Ernesto Zedillo, desmantelan al país para depositarlo en unas cuantas manos, ávidos de inmortalidad y tiranía, gustosos de utilizar la fuerza del hombre y someterlo hasta la clemencia. Meade es solamente un eslabón que jugará a los números de la macroeconomía y hará de la microeconomía un ejército de súbditos mal pagados para competir con China, al servicio de Estados Unidos y Canadá, ofertando la mano de obra más barata del mundo y hacer el paraíso manufacturero y trasiego de mercancías varias en los patios oceánicos de las costas mexicanas.
El reto de esa parvada es impedir a costa de lo que sea y, ello incluye, invertir “todo el dinero del mundo” que Andrés Manuel López Obrador llegue a la presidencia de la república, que aunque la tercera es la vencida, el sistema político mexicano encabezado por el PRI, indica que ha llegado al hartazgo social, que pese a que millones aún siguen ofertando por mendrugos y monedas de cobre sin valor, su voto, la mayoría percibe, sin temor a su realidad, que además se refleja en sus bolsillos, tal y como debió haberse concebido el discurso político-electoral de Enrique Peña Nieto, cuya consecuencia al revés, es la realidad de los mexicanos, que sumando todos los días, han rebasado la mitad de los habitantes del país, -más de 60 millones en extrema pobreza- que se debaten entre si hacerse a la delincuencia para subsistir o emplearse de lo que sea para llevar lo que el gobierno les quita de la boca, al resto de la familia.
Domésticamente, en Chiapas, los escenarios se han complicado tanto como la forma de no gobernar; es una anarquía imparable, porque la desesperación hizo presa de todos, incluidos principalmente los que se escudan en la política y, con el nombramiento de José Antonio Meade, pareciera que le prendieron mecha al cuete que ya traían atrás. Hoy, ojerosos cansados y sin ilusiones, muchos están prestos para tirarse a la mar antes que se hunda el barco, mientras otros esperan la señal, casi divina, para irse a la cargada. Es el gobernador, Manuel Velasco ¿el indeciso? que mantiene al borde de la histeria y de un infarto a las filias y fobias de unos y de otros.
En ese escenario, a estas alturas, Manuel, -que ya dejó de ser Manolo- debió haber tomado la determinación de con quien heredar ya no el poder, sino la confianza de que si no gana Meade, tenga la garantía de vivir el resto de su vida en paz, sin sobresaltos, mucho menos imaginándose con la suerte de los Borge, los Duarte, los Yarrington y demás que serán huéspedes de los lugares inimaginables para ellos, si llegara a ganar Amlo.
La hipótesis desde las perversidades del poder, es que Manuel Velasco le apostará todo el dinero del mundo para que Meade llegue a la presidencia, sin embargo, tal como ordenó el ensayo que sus súbditos hicieron en el estado de México, le jugaron las contras al PRI y al Peje, apoyando al PRD, por los amarres que previamente había hecho con Héctor Bautista López, aún dueño de la “franquicia Neza”, a quien le pagó el favor de haber sumado sus huestes en los cochupos de las elecciones locales en Chiapas. Aunque sabe Manuel que ese mini “ejército” enviado a Nezahualcóyotl, se quedó con el costal de dinero que les habilitó y nada aportaron para jugarle, desde los operadores del PRI, a su candidato Alfredo del Mazo Maza.
Claro está que lo mismo prometerá a López Obrador y Meade; le apostará sin riesgo a las dos partes y se esperará hasta los últimos minutos el día de la elección, para echar la casa por la ventana, dependiendo de las encuestas de salida y quien sea el virtual ganador de la silla tan disputada de Los Pinos.
¿Y EN CHIAPAS?…
Lo local es la preocupación para Manuel Velasco. A fuerza de creer que los alcaldes están sometidos y agarrados de donde hace vértice el cuerpo, los somete, como Peña sometió a los gobernadores, al juego engañoso de proponer quien sería el gobernador, como Enrique les jugó su cabecita al pedirles “su opinión” de quien podría ser el candidato a la presidencia de la república.
Manuel no necesita de la opinión de nadie; sólo ajustarse a las decisiones “de arriba”, pero desconfiado como es, jugará su propio juego local. Por ello el ensayo con los alcaldes, para determinar quienes le guardan lealtad o perciben hacia dónde el gobernador quiere heredar el trono, para después ajusticiarlos. En el mismo dilema se encuentra hoy Manuel, tras haber jugado sus canicas con Osorio Chong.
Pero si de decidir se trata y no concilie el sueño, tiene frente a sí el dilema si dejar la sucesión del poder a Eduardo Ramírez Aguilar o apostarle todo a Roberto Albores Gleason. Pero sabe a la perfección que Meade es experto en números y el candidato presidencial está sabedor que hay sumas que restan y el Verde puede restarle por lo menos 600 mil votos, que no son despreciables frente a esa guerra de titanes.
A Eduardo Ramírez, se observa públicamente que no le tiene ya toda la confianza, pues al dejarlo decidir sólo en asuntos de alta peligrosidad, como el caso de Chamula, Chenalhó, Oxchuc y demás región indígena, no solo le explotó la bomba en las manos a Ramírez Aguilar, sino que fue rehén de intercambio monetario por millones de pesos en todas esas localidades, a expensas que de no hacerlo estuvo en riesgo hasta su propia vida, no solamente la ridiculización de vestirlo de mujer indígena y humillarlo públicamente.
Por supuesto que su mayor desconfianza es con Roberto Albores Gleason a quien le puede prometer, -como cotidianamente lo hace y no cumple- que le dará todo el respaldo y apoyo financiero y hasta estructural en toda la entidad para que gane. Prometer no empobrece.
Y si para determinar su elección para quien sí sea depositario de su confianza, públicamente ha demostrado –y sin meterlo a la encuestitis- que Enoc Hernández Cruz ya estuvo a prueba en la elección local de San Cristóbal de las Casas y se disciplinó para no vitorear su triunfo, del que el mismo Manuel supo durante la jornada electoral ya era el virtual alcalde y ordenó que se disciplinara… Enoc lo hizo.
Le ha servido para operar en varios asuntos que su mismo gabinete no ha podido resolver y lo que es más claro, a Enoc le ha encomendado no solo relevancias de conflictos municipales, sino hasta en los que los diputados locales han preferido agazaparse y guardarle lealtad a Lalo Ramírez que al mismo gobernador. La sorpresa puede ser, que para muchos no lo será, es que Enoc Hernández Cruz sea el candidato de Manuel Velasco y fraccionado el voto, cuya estrategia nacional hará también en Chiapas el gobernador, por la férrea disputa entre PRI y Morena, Manuel tendrá todas las de ganar en esa hipótesis que se plantea entre las filias y fobias del poder…. Ahí está pues… ¡YA!