13 Diciembre 2020
Abigail A. Correa Cisneros
INIFAP FORTALECE LA PRODUCCIÓN AGRÍCOLA DE MÉXICO
Las estrategias globales en la producción de alimentos se deberán replantear en cuanto a los recursos naturales
El efecto del cambio climático en la productividad agroalimentaria, y la resiliencia de los modelos de producción ante la pandemia de la Covid-19
El fortalecimiento de la producción de alimentos en México tiene mucho que ver con las actividades del Instituto Nacional de Investigaciones Forestales, Agrícolas y Pecuarias (INIFAP). Desde su creación, hace 35 años, tiene un papel fundamental en la generación de semillas.
El INIFAP ha generado más de mil 200 variedades para el cultivo de granos básicos, hortalizas, frutales y ornamentales. Aporta su tecnología para el 80 por ciento de la producción de alimentos en el territorio nacional. Pero se requieren más políticas públicas para lograr el bienestar de las comunidades rurales, la seguridad y autosuficiencia alimentaria y la sustentabilidad de la agricultura mexicana.
En las últimas décadas, la manera de cultivar alimentos ha evolucionado. El aumento de la población mundial, que es alrededor de siete mil 600 millones de personas, exige más producción de alimentos y al mismo tiempo, mejorar la tecnología e investigaciones científicas que ayuden a mantener el balance de alimentos disponibles mediante la incorporación de nuevas tierras al cultivo y el incremento de la productividad logrados gracias a la innovación de estas herramientas.
Durante la celebración del 35 aniversario de la creación del INIFAP, el titular de la Secretaría de Agricultura y Desarrollo Rural (Sader), Víctor Villalobos Arámbula reconoció que en la actualidad ya no es posible incorporar nuevas superficies a la producción de alimentos y se está ante el reto de generalizar prácticas sustentables para que las actividades agrícolas y ganaderas disminuyan su impacto en la producción de gases de efecto invernadero.
Además, señaló que es indispensable la participación de las instituciones de investigación articuladas con el sector productivo para fortalecer, en el corto plazo, aspectos como el mejor aprovechamiento del agua y los recursos naturales, las condiciones sanitarias de la producción agropecuaria, la nutrición del ganado, facilitar la comercialización y el acceso de los productores a diversos mercados de los productos y evitar el desperdicio de alimentos en los diferentes puntos del proceso productivo.
Asimismo, el director general del INIFAP, Luis Ángel Rodríguez del Bosque, subrayó que en tres décadas y media el Instituto ha demostrado ser un organismo altamente rentable para el gobierno federal, ya que por cada peso invertido se genera una derrama económica de más de 50 pesos en beneficio de los productores mexicanos.
Precisó que el INIFAP ha generado más de mil 200 nuevas variedades para el cultivo de granos básicos, hortalizas, frutales y ornamentales, por lo que se estima que en más del 80 por ciento de los alimentos que los mexicanos consumimos el Instituto intervino en algún componente tecnológico, como la variedad o su manejo agronómico.
La repercusión de la pandemia de Covid-19 en lo que respecta a la producción de suministros, pega al mundo, pero lo hace con más fuerza en países en vías de desarrollo. Aunque México ha mostrado resultados alentadores en lo que se refiere a distribución y producción de alimentos, es vital prepararse para otra eventualidad de esta magnitud.
Los retos globales a los que se enfrentan los gobiernos en la producción de alimentos deberán replantear estrategias en cuanto a los recursos naturales, el efecto del cambio climático en la productividad agroalimentaria, y la resiliencia de los modelos de producción ante la pandemia de la Covid-19.
Durante el Foro Global Agroalimentario que se llevó a cabo en noviembre pasado, destacó la participación del INIFAP. El instituto mostró tecnologías en aguacate, garbanzo, cacao, arroz, chile habanero, soya, vainilla, tamarindo, mango, miel, nochebuena, así como en capacitación, recursos genéticos, bancos de germoplasma, incendios forestales, uso eficiente del agua, manejo de plagas, patentes, y otros.
Otra aportación del instituto es su investigación en el uso de los “enemigos naturales”. Se trata de usar extractos naturales, insectos, bacterias, virus, hongos y nematodos para controlar plagas y enfermedades de cultivos agrícolas, de esta manera se demuestra que los agroquímicos no son el único recurso para este fin.
Salvador Villalobos Reyes, investigador del Campo Experimental Bajío del INIFAP, ubicado en Celaya, Guanajuato, habló sobre el gran potencial que tiene este método, sobre todo porque México orienta alrededor del 85 por ciento de estos alimentos a la exportación. “Nuestro país puede consolidar y abrir mercados que demandan productos más sanos e inocuos, los cuales se ubican en Estados Unidos, países de la Unión Europea y de Asia”, destacó.
El mercado de hortalizas orgánicas hacia Norteamérica tiene una perspectiva positiva si se considera que al tercer semestre del presente año en productos convencionales se generaron ingresos considerables para el país por concepto de exportaciones. Por ejemplo, el jitomate representó 1,768 millones de dólares (mdd); pimiento, 1,060 mdd); pepino, 453 mdd), cebolla (316 mdd); y fresa (464 mdd), de acuerdo con cifras del Servicio de Información Agroalimentaria y Pesquera.
Si analizamos estos números y que la tendencia mundial es hacia el consumo de alimentos más sanos e inocuos, nuestro país podría aprovechar esta perspectiva y beneficiar a los 210 mil pequeños productores que cultivan orgánicos, en entidades como Chiapas, Oaxaca, Chihuahua, Sinaloa, Zacatecas, Guanajuato, Colima, Baja California Sur, Michoacán, Guerrero, Jalisco, Veracruz y Sonora, destaca el especialista.
DESDE EL CENTRO
El Gobierno de México se sumó a la celebración del 50 aniversario del Premio Nobel de la Paz entregado al Dr. Norman Borlaug y el llamado a la acción e impacto de Agricultura para la Paz, cuyo objetivo es acelerar los mecanismos de cooperación internacional para la investigación, el desarrollo y promoción de sistemas agroalimentarios productivos, resilientes y sostenibles en todo el mundo.