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Ya desde la Antigüedad, basta recordar las competencias deportivas en Atenas y más tarde en el mundo griego, convertirse en un verdadero profesional de cualquier disciplina deportiva, es el sueño de cualquier amateur. Pero es necesario mucho más que pasión y empeño para alcanzar la tan deseada meta.
Un buen coaching hace la diferencia
Cuando el atleta desarrolla aptitudes y características que lo hacen único, la línea entre el deporte amateur y el deporte profesional es muy delgada. Y esa línea puede ser fácilmente borrada cuando se cuenta con programas de capacitación y entrenamiento personalizados, donde es primordial la figura de un coach debidamente entrenado.
Hoy en día los campamentos en el extranjero, les brindan a cientos de jóvenes atletas la posibilidad de acceder a clases de entrenamiento específicas, donde se trabaja el fortalecimiento mental, la preparación física, las nociones de liderazgo, los conceptos de una nutrición saludable y además, se perfeccionan los conocimientos del idioma inglés, con vistas a la preparación para el TOEFL.
Los campamentos deportivos brindan una experiencia de anclaje, donde los atletas tienen la posibilidad de medir sus aptitudes tanto en el plano individual como grupal. Es una experiencia única, donde se convive diariamente con la posibilidad de ir más allá de los límites, bajo la supervisión de un cuerpo técnico con años de experiencia, ganados en contextos deportivos como las Olimpíadas.
Esto crea una atmósfera muy especial, donde los atletas responden mejor, aumentando su nivel de seguridad y rendimiento.
Educación especial para los mejores atletas
Para poder motivar y entender correctamente las necesidades de los atletas con aspiraciones a convertirse en profesionales, es necesario contar con un entorno ideal, como el que puede ofrecer una Escuela de deportes.
En este tipo de escuelas, los entrenadores hacen hincapié en el esfuerzo, el compromiso y la posibilidad de ser mejores día a día. Pero también se tienen en cuenta otros aspectos que van más allá del ámbito deportivo, y es ámbito académico.
Este es un punto fundamental, ya que la mayoría de los atletas invierten muchas horas en el entrenamiento físico, por lo que necesitan otro tipo de metodología y canales de aprendizaje.
Un entorno desafiante y de respaldo, se suma al aprendizaje en clases de grupos reducidos, donde los docentes altamente capacitados, incentivan el debate y la creatividad.
Además, se busca forjar un pensamiento líder, líder en el campus universitario, líder en el campo deportivo, líder en la vida.
Los pilares de este tipo de enseñanza, se basan en la responsabilidad, el esfuerzo y la capacidad de reconocer los propios atributos y los del resto del equipo.
Lo que se busca es preparar atletas que estén capacitados para enfrentar tanto física como mentalmente el mundo deportivo profesional, donde la excelencia en la ejecución técnica y el buen comportamiento a través de valores, deben estar presentes en todo momento.
Las habilidades críticas, la resiliencia, la comunicación, el liderazgo, el trabajo en equipo, el establecimiento de objetivos y la toma de decisiones se vuelven mensurables a la hora del éxito tanto en el campo deportivo como intelectual.
Los estudiantes-atletas se preparan entonces para acceder a las mejores universidades y obtener así mayores posibilidades en la obtención de las tan ansiadas becas.
En estas escuelas de deportes se trabaja con una visión diferente: lograr un mejor rendimiento con mejores estrategias de comunicación y aprendizaje, desarrollar una sólida química de equipo y garantizar un mejor rendimiento, y por ende, mejores resultados.
Cuando los atletas se forman bajo estos conceptos, experimentan una fuerte realización personal y orgullo en sí mismos, que no pueden borrarse ni eliminarse bajo las circunstancias más adversas.
Y esa es, en definitiva, la delgada línea que existe entre el atleta amateur y el profesional.