TAPACHULA, CHIAPAS, 19 de Agosto de 2013.- La novela “El encantador de serpientes” es una “catarsis”, una purificación del alma de su autor, Mauricio Gándara Gallardo, que asegura que es el principio de la eliminación de recuerdos que no podía contener ni reservarse tan solo para él.
“Es tiempo de desenmascarar al encantador que hace uso de artilugios para seguir engañando a su pequeña, muy pequeña audiencia”, enfatizó al presentar el último fin de semana su obra, prologada por el periodista internacional José Luis Castillejos Ambrocio y comentada por los académicos Jorge Ávila Nuño y Leopoldo Constantino García.
Ante un auditorio de ciudadanos, periodistas e intelectuales, Gándara Gallardo confesó que la política le apasiona y “por eso vengo, a través de la literatura y de este humilde ejercicio catártico a despertar conciencias”.
¿Casualmente? ¿Coincidentemente? El protagonista de la novela Plutarco Salas Montesinos, que no es otro que Pablo Salazar Mendiguchia, ex gobernador de Chiapas, pretende volver a las andadas y montarse en la amnesia o el olvido, alertóGándara Gallardo.
Plutarco y Pablo ha intentado sacar una desvencijada flautilla, -el cascarón de un partido político hecho pedazos- y se ha atrevido a intentar burlarse de un pueblo que fue agraviado con sus conductas personales y como gobernante.
En la presentación del libro Gándara Gallardo hizo críticas a lo que denominó “mini-pandillas”, que saqueó el estado, sembró el odio y su promotor, Pablo Salazar terminó en la cárcel, por supuestos malos manejos cometidos en su administración.
El académico de la Universidad Autónoma de Chiapas, Jorge Ávila Nuño, al comentar la obra dijo que esta inicia con Macedonio González Gallegos, un joven abogado que decidió vivir en “Macondo” (Tapachula) donde percibió y participó de muchos acontecimientos. El libro guarda cierto símil con “Cien años de Soledad”, del colombiano Gabriel García Márquez, especialmente por la gran cantidad de personajes.
En la obra Macedonio llega sobrecargado de entusiasmo y fuerza y en la capital de la República atendía asuntos en más de 40 juzgados y después radicó en Tapachula donde sólo habían tres juzgados y en 30 minutos estaba en Huixtla, la ciudad de la piedra.
Desde su regreso a macondo, macedonio había conocido a varios gobernadores, el ultimo ungido por el centralismo, era Heriberto el “Croquetas” Guillen, así bautizado por el subcomandante “Marcelo”, jefe de aquella famosa guerrilla del año 94 del siglo pasado, quien recién llegado al gobierno, algún genio de los que suelen rodear a los virreyes tropicales, le recomendó que sería bueno juntar a la grey de los abogados para que recibiera el incienso de los leguleyos.
Ávila Nuño recordó que un párrafo del prólogo de José Luis Castillejos Ambrocio que reza: “En la novela, Mauricio Gándara Gallardo, que comienza con pie derecho el camino de la literatura, lleva al lector de la mano y mete a Macedonio como fuego artificial que ilumina la oscuridad de la política. A la distancia de los acontecimientos, el escritor imagina un día de mucho calor y se toma con la pluma un refrescante baño para desprenderse de muchas cosas, una especie de catarsis para no pecar contra sí. No huye ni se esconde, aflora el drama, revela el sistema que no funciona, una sensación que tienen no sólo a los habitantes de macondo sino al resto de Chiapas desesperadamente atormentados”.
A su vez, el Maestro Leopoldo Constantino García dijo que Mauricio Gándara le confesó que Macedonio es un hábil personaje de mil rostros; cual trimurti Hindú: el Brahma. Su narración de “El encantador de serpientes” no es sino el último sello evolutivo de la literatura Occitánica de la media luna francesa del Medioevo; si leemos con atención, todavía podemos atisbar entre líneas de ésta historia de nuestra media noche política mexicana; los cantos del trovador.
Macedonio también encarna en ésta trinidad tropical a Shiva; divinidad que trae consigo la renovación y el cambio por medio de la destrucción. Fiel a su papel de Deidad destructora, se involucra en la política y, cual cobra enrollada alrededor de la conciencia de él y de su símil védico: encarnado en la figura de Plutarco Salas Montesinos, se apresura a representar la esperanza en su quehacer destructivo sobre la conciencia política de cada Chiapaneco.
Tal vez sea conveniente preguntar a Mauricio Gándara, qué opinión tiene Macedonio acerca de Pablo Salazar, -ahora encarnado en la deidad Kali-, y cómo ésta nueva reencarnación exigirá sacrificios políticos al habitante de Macondo, añadió el académico.
Hoy, aunque los escenarios son otros, el sistema político parece que sigue siendo el mismo de hace 50 años: es posible que en éste instante se esté fraguando ya una respuesta de Plutarco Salas bajo la figura de un Troll agresivo y provocador, o peor aún; él decida usar un ejército de Hackers dispuestos a tomar por asalto la fortaleza virtual del disco duro de Macedonio. Aunque los escenarios sean otros, y el trovador sea silenciado, el canto occitánico de Macedonio será siempre escuchado en boca del juglar, finalizó.