02 Febrero 2016.
Mtro. Miguel Ángel Reyes Ballinas
Intro
Sobre lo mucho que se hablará de la visita histórica para dentro de 15 días, quiero referirme sólo a la parte política, a todo lo que trae consigo que visite Chiapas el principal jerarca católico, cómo su presencia fortalecerá –en una asociación de imagen—la figura del gobernador Manuel Velasco Coello y como intenta la cúpula católica, recuperar terreno un bastión perdido ante la diversidad de fe, incluso, frente a confesiones religiosas como el islam, que llegaron del otro lado del mundo para quedarse por estas tierras.
Chiapas en el contexto
Aquí se construye (aunque aún no lo digan abiertamente) el proyecto político del 2018 para el Partido Verde Ecologista de México (PVEM), con un posible Manuel Velasco Coello al frente de una eventual candidatura para suceder a Enrique Peña Nieto, frente a actores políticos que poco a poco se van perfilando en la carrera presidencial.
Se trata, sin duda, de demostrar dónde están las preferencias, las simpatías del poder en turno, para aprovechar el foco de atención y demostrar que se ha gobernado bien, aunque todavía vayamos “a mitad del río”.
Me atrevo, de forma temeraria, a decir que la visita del Papa Francisco a Chiapas significa el arranque de la campaña presidencial de Manuel Velasco rumbo al 2018, porque en el contexto en que se da la visita, podrá asociar su imagen a la de un líder mundial aceptado, en la mayor de las veces, de forma positiva.
La suposición
Y bajo el argumento de que es una visita de Estado, todo el aparato de gobierno coordina una visita a Chiapas que trata de tocar todos las aristas más “sensibles” de los Altos: una comida en corto con un grupo de religiosos de los que quedan ya muy pocos, una visita a la tumba de Tatic, una misa en plena catedral de la paz, un sobrevuelo al Cristo de Copoya.
La jerarquía católica, en México y en Chiapas, jamás cometerá el error de asumir en público lo que todos afirman en privado: que la visita papal a Chiapas trae consigo un entramado político que los políticos locales utilizarán en su favor, aunque de refilón, fortalezcan la presencia religiosa que año con año van perdiendo frente a una multiplicidad de expresiones religiosas evangélicas.
Un Papa singular
Pero eso es todo lo que trae consigo la visita, el alrededor de un evento internacional sometido a la presión de la opinión pública porque no puede pasar desapercibido el gasto que genera su presencia en Chiapas, que siempre es pobre y que siempre han mantenido pobre.
Pero tampoco podemos dejar de mencionar que Jorge Bergoglio, un religioso argentino de la orden de los Jesuitas convertido en el sucesor de Pedro, ha revolucionado a la iglesia católica desde el momento mismo en que salió embestido del cónclave como el Papa de este siglo, que igual habla de cambio climático que del aborto, la comunidad gay o las políticas económicas depredadoras del tercer mundo diseñadas en la élite mundial.
El Papa viene a Chiapas en un momento donde la familia, como unidad nuclear de la sociedad, se ha ido “desestructurando” de como la hemos conocido siempre. Tendrá un evento masivo en Tuxtla con familias llegadas de todos los rincones del continente y afirmará ahí, el respaldo que la iglesia le da a esta forma civilizada, probada y en crisis, de mantener la ruta de la era cristiana, aunque prometer la vida eterna, el paraíso o la salvación, ya no resulten tan rentables en un tiempo de modernidad y globalización.
Me quedo con la gran atracción mediática y política que trae consigo un Papa singular, sin precedente, que alcanza para que muchos puedan hacer suposiciones –incluido yo, por supuesto—y que será un momento histórico para Chiapas.
Me quedo con que no todos los días lo tenemos por aquí, muy a pesar de esas mínimas expresiones que incluso lo rechazan y en el contexto de lo religioso, lo satanizan.
Me quedo a la espera, de un discurso profundo, reflexivo y ubicado al centro de lo que queremos (y necesitamos) oír, en un mundo donde pocas veces, desde el poder, nos dicen verdades y nos definen las rutas hacia un mundo mejor, aun cuando el actual, se nos cae a pedazos.