Georgina Zerega/EL PAÍS
CIUDAD DE MEXICO, 28 de enero de 2019./Georgina Zerega/EL PAÍS.- Las 195 estaciones del subterráneo de la capital mexicana se han convertido en los últimos cuatro años en una especie de triángulo de las Bermudas, donde han desaparecido al menos 153 personas. Solo durante el año pasado y en lo que va de este, se abrieron 43 investigaciones por usuarios que fueron vistos por última vez en las instalaciones de este transporte público, según informa a este periódico la Procuraduría General de Justicia capitalina (PGJ). El 65% de esas carpetas se cerraron rápidamente cuando volvieron a aparecer. El otro 35%, que implica al menos a 15 usuarios, nunca más fueron vistos y se sumaron a la lista de los 138 que desaparecieron entre 2015 y 2017.
“Me duele pensar que pude ser parte de las estadísticas de desaparición”. A pesar de que han pasado algunos días, a Graciela no se le va el miedo. El pasado domingo 13 de enero esta mexicana de 30 años volvía a su casa por la tarde tras llevar a su hija a rehabilitación cuando cinco hombres y una mujer la rodearon en las escaleras dentro del metro e intentaron, sin éxito, llevársela, según cuenta. Incluso recuerda que escuchó cómo le ponían un precio: “Por esta te dan 20”.
Ese domingo, tras un forcejeo, Graciela pudo huir y subirse a un vagón. “Pienso en aquellas que no pudieron escapar y que ahora recordamos como un número más en las tablas de la Secretaría de Seguridad Pública”, dice. El suceso ocurrió en Chabacano, una estación cercana al centro histórico de la capital y por la que pasan cientos de personas al día para tomar alguna de las tres líneas que comprende.
El metro de Ciudad de México fue uno de los pocos que implementaron la política de separar vagones exclusivos para mujeres con el fin de evitar el alto número de denuncias por acoso sexual que enfrentaba. Además, es uno de los más poblados. Jorge Gaviño, quien era director del Sistema de Transporte Colectivo (ente a cargo del servicio), dijo en 2017 que el sistema mexicano transportaba 5,5 millones de usuarios al día. El segundo más saturado del mundo, solo por detrás del de Nueva Delhi, en India. En diciembre de ese mismo año el portal mexicano Big Data publicó que la PGJ había reportado a través de una solicitud de información la desaparición de 138 personas dentro del metro capitalino entre 2015 y 2017.
“Lo peor es que te dicen que como hay mucha gente eso no puede pasar ahí”, comenta Graciela cuando recuerda que al contar en sus redes sociales lo que le pasó, muchos se burlaron de ella y la tildaron de mentirosa. Ella está convencida de que no se trató de un intento de robo, sino de secuestro. “En ningún momento quisieron quitarme el celular o la bolsa, pero sí tuvieron la intención de jalarme”, asegura. Si bien las autoridades del transporte tomaron conocimiento de lo sucedido, tras el suceso solo dos policías custodian el lugar a diario.
A pesar de que hay 3.417 cámaras de la red del Centro de Cómputo del Gobierno de Ciudad de México dentro de las instalaciones del subterráneo, no se ha podido determinar qué fue lo que ocurrió ese domingo, ni tampoco lo que pasó con los 153 usuarios que ingresaron al metro y desaparecieron dentro. Además de la videovigilancia de la ciudad, el subterráneo cuenta con su propio sistema de grabación. «Se está trabajando para lograr una integración y trabajo en conjunto entre el Metro y el C5 [el centro de control de la ciudad]”, ha admitido una portavoz de la nueva Administración capitalina.
“Las cámaras desgraciadamente no cubren todas las estaciones como para que podamos hacer un seguimiento. Se sigue investigando porque no se ha dado con lo que sucedió”, admite una portavoz de la PGJ. El problema fundamental que enfrenta el órgano judicial capitalino, según explica, radica en que, a pesar de tener conocimiento de varios casos, no han podido iniciar una investigación correspondiente porque no existe ninguna denuncia oficial por secuestro o intento de secuestro dentro del metro. Hasta que eso no suceda, no podrán determinar si existe una banda criminal detrás de las desapariciones o no, asegura la portavoz de la PGJ. “Le pedimos a aquellos que hayan sido víctimas de hechos así que lo denuncien”, solicita.
Con el alto nivel de impunidad que rodea a la justicia mexicana, denunciar cualquier delito se ha convertido en un desafío. Ese es el caso de Graciela, que optó por no acudir al Ministerio Público porque no quería que quedaran sus datos registrados. “Tuve una mala experiencia con eso hace unos años”. Tras reportar un robo, la familia del asaltante consiguió su información personal y fue a su casa a pedirle que retirara la denuncia.