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ESPAÑA: SOBRE LA AMISTAD

*José Arnal Agustín./**El Foro Independiente de Opinión

BARCELONA, España, julio 10 2020./*José Arnal Agustín./**El Foro Independiente de Opinión.- La amistad surge al descubrir algún rasgo amable en el otro y, con el bien, nace el deseo, la estima, la aceptación, el respeto, el trato, compartir y querer el bien del amigo, que siempre requiere sacrificio.

Se diferencia del compañerismo en que en la amistad se quiere su bien (en momentos buenos y malos), se demuestra con hechos, y se comparten aspectos de la intimidad.

Toda amistad sólida necesita tiempo, convivencia cultivando lo que une a esas dos personas con sus diferencias. Porque los amigos se quieren con sus virtudes y sus defectos.

…»Hay dos tipos de amor, el amor de codicia y el amor de amistad, los cuales proceden, uno y otro, de la percepción de cierta unidad entre el Amante y el Amado. Cuando codicio una cosa, la considero para mi propia perfección; pero si amo con amistad, quiero en el Amado un bien como querría en mí mismo, porque le considero como otro yo. Así se dice del amigo de uno que es otro yo, y Agustín escribe en sus Confesiones (lib, IV, 6): «hablar de un amigo como ‘mitad del alma’ es hablar de modo excelente».

(Tomás de Aquino, S.Th. ,II-I, q28, a1-2).

Contravalores:

Aislamiento, individualismo, desconocimiento, egoísmo, falta de trato y tiempos, susceptibilidad, no compartir, no querer bien, mundo irreal de las redes, pérdida de la intimidad, (…).

Profundizar

* La amistad reside en el amor

“Al igual que estamos inclinados a hacer el bien y a ser generosos, no para exigir que luego se nos den las gracias, (no practicamos con usura el bien, sino que por naturaleza somos propensos a la generosidad), así creemos que la amistad debe desearse no por el estímulo que produce la esperanza de un premio, sino porque todo el fruto de ella reside en el amor mismo.

Pero los que, imitando a las bestias, encaminan todas las cosas al placer, son de muy contrario parecer. Y no es extraño, porque no pueden levantar los ojos a nada elevado, a nada sublime y divino, quienes han envilecido todos los pensamientos, rebajándolos a cosa tan oscura como despreciable. Por lo que alejémoslos de esta conversación y reconozcamos nosotros, por contra, que la facultad de amar y la ternura de la benevolencia son engendradas por la naturaleza, una vez que la virtud ha dado la señal: los que la apetecieron se aproximan a ella, y en ella fijan su atención para disfrutar del trato y de las costumbres de quien han comenzado a querer y para así estar juntos y ser iguales en el amor, y más inclinados a servir bien al amigo que a exigirle cosas. Y esto origina entre ambos una honrosa competición para ver quien sirve mejor al otro. De este modo se recogerán de la amistad los mayores beneficios y se hará más consistente y más cierta la idea de que su nacimiento tuvo principio en la naturaleza y no en la debilidad. Pues si el interés cimentase las amistades, cada mudanza las derribaría. Pero dado que no hay mudanza en la ley natural, las verdaderas amistades son sempiternas. Y con ello ya está examinado el nacimiento de la amistad, a no ser que, quizás, queráis añadir algo”.

Cicerón, La amistad, Ediciones Temas de hoy, p. 42 – 43.

* La amistad es relación de afecto y amor generoso

La amistad es una realidad humana de gran riqueza: una forma de amor recíproco entre dos personas, que se edifica sobre el mutuo conocimiento y la comunicación. Es un tipo de amor que se da «en dos direcciones y que desea todo bien para la otra persona, amor que produce unión y felicidad». Por eso la Sagrada Escritura afirma que un amigo fiel no tiene precio, es de incalculable valor.

La caridad eleva sobrenaturalmente la capacidad humana de amar y, por tanto, también la amistad: «La amistad es uno de los sentimientos humanos más nobles y elevados que la gracia divina purifica y transfigura».

Este sentimiento puede nacer en ocasiones de modo espontáneo pero, en todo caso, necesita crecer mediante el trato y la consiguiente dedicación de tiempo. «La amistad no es una relación fugaz o pasajera, sino estable, firme, fiel, que madura con el paso del tiempo. Es una relación de afecto que nos hace sentir unidos, y al mismo tiempo es un amor generoso, que nos lleva a buscar el bien del amigo».

Ocariz, F., carta 1-11-2019, n.4 y 9, (en Opusdei.org)

* Amistad-fe (Emilia)

“La convivencia con estas mujeres en la prisión ayudó mucho a Emilia en su transformación interior. Lo primero fue la amistad, sobre todo con Dolores del Olmo. Lo segundo el descubrimiento de la fe. La amistad fue algo fundamental. Amistad con mujeres de otra raza, no gitanas. En momentos difíciles, de gran sufrimiento, esa mano que le tendieron desde el primer momento le ayudo mucho para no desesperar. Se dio cuenta de que era posible tener amigas `castellanas` no gitanas. Amigas que compartían las circunstancias tan lamentables en las que ella se encontraba. El mismo o parecido sufrimiento. Vino muy bien que Lola (Dolores del Olmo) tuviera una edad parecida a la suya. Como también algunas otras solteras o religiosas. Se notaba el cariño, la fraternidad que existía entre ellas. Cariño que lo hacían extensivo a ella, una gitana tijoleña.

Y la fe. Emilia las vio rezar por las tardes un día y otro. Las vio llorar, pero era un llanto contenido, sereno, no desgarrador. Había en ellas algo atractivo, no sé qué. Y rezaban como ella había visto que rezaban en la iglesia de Tíjola, que rezaban muchas familias, eso le atrajo mucho y la fue serenando. Conforme pasaban los días, Emilia comenzó a cambiar y a ser la joven alegre y simpática que había sido siempre. La guapa canastera gitana (…).

(…) “Poco a poco Emilia se fue demostrando como una mujer virtuosa. Ella había vivido muchas virtudes desde pequeña, quizá sin saber muy bien que las estaba viviendo. Pero ahora estaba aumentándolas. Estaba siendo leal, al no querer delatar a su catequista. Estaba siendo veraz, diciendo la verdad y callando cuando debía hacerlo. Estaba descubriendo su fe cristiana y profundizando en ella. Estaba aprendiendo en qué consistía eso de la caridad, que era más que dar unas monedas o unas ropas. Algunas presas le daban parte de su comida. O le facilitaban ropa y calzado. Pero era sobre todo el trato: la trataban bien, con cariño. Era como las demás. Y le estaban enseñando a rezar, lo que ella le gustaba. Porque los gitanos eran religiosos, muy religiosos. Quizá les faltara instrucción religiosa, alguien próximo que les hablará de Dios. Que compartiera penas y sufrimientos con ellos. Pero Emilia en aquella abrigada 2 de Gachas Colorás tenía suficiente muestras de caridad y cariño, como para aprender perfectamente qué quería decir eso.

Había comenzado a entender lo que ya había rezado numerosas veces en los misterios dolorosos del Rosario. Dios nos quiere. Nos ha creado por amor. Nos ha redimido por amor. Nos perdona. Ha padecido por nosotros, porque nos quiere. El sufrimiento tiene sentido. Esto último es lo que más le costaba asimilar. Pero le repitieron numerosas veces que la señal del cristiano es la santa Cruz. O sea, que ella, sufriendo en aquella celda, pasando frío, hambre y enfermedad, estaba más cerca de ser una buena cristiana que anteriormente”.

Ibarra M., Emilia “La canastera”(mártir del Rosario), Palabra, 2017:121-122 y 137-138.

José Arnal, “Amistad”.

Descubrir valores, 2020.

Datos personales:

*José Arnal Agustín.

Doctor en Filosofía. Catedrático de Instituto. Jubilado. Barcelona, España.

** El Foro Independiente de Opinión es un grupo de profesionales (licenciados en Química, Medicina, Pedagogía, Ingenieros Agrónomo, de Caminos, Profesor Mercantil, Catedráticos universitarios…)

 

 

 

 

 

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