05 noviembre 2019
Pascacio Taboada Cortina
MÉXICO, ANTE EL RETO DE AUMENTAR EL POTENCIAL PRODUCTIVO DE ALIMENTOS. LA PESCA, OPCIÓN VIABLE
- Las áreas marítimas significan 1.5 veces el tamaño del continente, sin considerar los cuerpos interiores de agua
- En números ‘gruesos’, la agricultura de temporal y de riego sólo se practica en el 12 por ciento del territorio nacional
- La ganadería extensiva, en 40% y la actividad forestal, en 25%
Es frecuente que los diferentes medios de comunicación informen sobre el hecho de que una gran parte de la población mexicana padece hambre y desnutrición. De acuerdo con información reciente del INEGI, los niveles de pobreza de la población mexicana ascienden a alrededor del 50 por ciento.
Esta condición, invariablemente, conduce a suponer una subalimentación creciente de la población adulta, de la juventud y, sobre todo de la niñez que, aparentemente, sobrevive con una ingesta mínima, considerada insuficiente para un desarrollo físico y mental adecuado.
Es preocupante que más de 60 millones de mexicanos no tengan la seguridad de ingerir tres alimentos cada día, como es recomendable, frente a un potencial de grandes dimensiones que el país tiene en su “mar patrimonial” y en los litorales de ambos océanos, en lagos, lagunas y cuerpos de agua donde es factible la práctica de la acuacultura con fines alimentarios, principalmente, y de empleo.
La ubicación geográfica de la República Mexicana en el contexto mundial, le concede el privilegio de tener por límites al este, el Océano Atlántico (Golfo de México y Mar Caribe) y, al oeste, el Pacífico. Tiene zonas costeras que totalizan más de 10 mil kilómetros; una extensión de mar patrimonial –esto es lo más importante—de 3.1 millones de kilómetros cuadrados (300 millones 100 mil hectáreas de mares).
Esta extensión permite al país contar con un potencial productivo de alimentos provenientes de la pesca marítima e inducida en esteros, de tales dimensiones, que podrían ubicarse por encima de las cosechas agrícolas, de actividades forestales y ganaderas que posee nuestra nación.
En cambio, el territorio mexicano ocupa una extensión de casi dos millones de kilómetros cuadrados. Esto arroja una superficie cercana a 200 millones de hectáreas.
De acuerdo con los programas de fomento productivo a cargo de la Secretaría de Agricultura y Desarrollo Rural, en México se cultiva un promedio anual de 20 millones de hectáreas en dos ciclos, de las cuales 14 millones corresponden a zonas de temporal; es decir, su cultivo depende del nivel de lluvias de los ciclos de primavera-verano.
En zonas de riego, donde se utiliza el agua almacenada de cerca de 140 presas y la extracción de agua del subsuelo, se siembran al año aproximadamente 6 millones de hectáreas. Estas cifras significan que en zonas de temporal y de riego, sólo se cultiva entre el 10 y 12 por ciento del territorio nacional. Por lo tanto, México no podrá ser llamado un país con aptitud y vocación agrícola.
A este respecto, es de señalar que gran parte del territorio nacional es montañoso y no apto para la siembra intensiva de granos u otro tipo de alimentos, como frutales y hortalizas.
Algunos consultores indican que actualmente se encuentran incorporadas al cultivo alrededor de 24 millones de hectáreas –en lugar de 20 millones que señalamos—y que, para 2050, en ambas modalidades, estos números deberán alcanzar cifras de 10 millones de hectáreas incorporadas al riego, y de 20 millones de hectáreas cultivadas en condiciones de temporal.
En estas condiciones es de esperar que, en el transcurso del nuevo gobierno federal, se inicien proyectos de estudio –por lo menos– para dimensionar las grandes tareas de construcción de embalses, de aprovechamiento del agua no comprometida, de tecnificación de zonas de riego y de temporal, de introducción de nuevas tecnologías para la conservación de los suelos y muchas otras obras más, recomendables para que México justifique el lugar número 12 entre las economías agrícolas de todo el mundo, como lo pregonan funcionarios del sector agrícola.
Por lo que corresponde a la ganadería, ocupa en el país una superficie de alrededor de 80 millones de hectáreas para todas las especies pecuarias. La de mayor importancia es la bovina, misma que se practica de manera extensiva, precisamente por bajos índices de agostadero. Se cuenta con una población promedio de esta especie, de 32 millones de cabezas.
Regularmente México exporta anualmente alrededor de un millón de becerros al mercado norteamericano. En tiempos de sequía es posible llegar a 1.5 millones de cabezas que se destinan a territorio de Estados Unidos, para su engorda y sacrificio.
En cuanto a las zonas forestales, hay que tener en cuenta que esta actividad se desarrolla en una superficie de aproximadamente 50 millones de hectáreas, correspondiente a 29 millones de bosques de coníferas, 11 millones de selvas tropicales y unos 10 millones de hectáreas de selva baja, acahuales y manglares. Dentro de estos recursos forestales o cerca de ellos, viven y se desarrollan unos 25 millones de mexicanos.
El resto para completar alrededor de 200 millones de hectáreas, está representado por zonas áridas, desérticas, cimas y simas de las montañas, cuerpos de agua y ubicación de ciudades, pueblos, comunidades, pequeños núcleos de población, etc.
Dejamos a los amables lectores, elegir a que siga siendo la agricultura, la ganadería y el sector forestal la base de la producción de alimentos, o coincidimos que la pesca en todas sus acepciones sea la que provea en el futuro cercano y de largo plazo, el abasto de alimentos.
Pascacio Taboada Cortina.
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