MEXICO, D. F., 02 de Septiembre de 2013//Vicente Echerri/Tema del Momento/Tomado de Yahoo.com.- Tenido por muchos como la figura más noble y progresista de la colonización española en América, amén de notable precursor de la doctrina de los Derechos Humanos, Bartolomé de las Casas ilustra en su vida el cambio de rumbo que suele llevar aparejado una conversión radical. Al igual que San Pablo, San Agustín y San Francisco de Asís antes que él, el llamado “Protector de los Indios” se enfrentó un día a una “revelación” que echaría por tierra lo que habían sido sus más caros proyectos y ambiciones, para ponerlo en el camino de un arduo apostolado que le acarrearía muchas frustraciones y enemistades y que habría de durar por el resto de su existencia.
No tenía aún veinte años cuando vino con su padre a América en 1502 -en busca de fortuna como la mayoría de los españoles que cruzaron el Atlántico en aquel tiempo- expresamente invitados por Nicolás de Ovando que acaba de ser nombrado gobernador de La Española. La colonización hispánica en el Nuevo Mundo se reducía a esta isla y a algunos puestos coloniales en tierra firme. La vasta empresa que llevaría el pendón de Castilla desde Oregón hasta el extremo de América del Sur apenas comenzaba.
Las Casas no tardó en convertirse en un próspero encomendero, es decir, usufructuario de los servicios de un grupo de indígenas que trabajaban para él, sin más remuneración que un rancho miserable y un taparrabos, en tierras que la Corona mercedaba a los que llegaban como colonos. La expansión territorial de España, que llegaría a ser, en unas pocas décadas, uno de los más grandes imperios de la historia, tenía por epicentro este pequeño enclave caribeño.
En esos primeros años pasados en América no sabemos mucho de su vida, salvo que participó también en la persecución y caza de indios, reducidos -si no legalmente, sí en la práctica- a una dura esclavitud en los lavaderos de oro, en las labores de la incipiente ganadería y en la explotación de algunos cultivos. No es de creer que el joven Las Casas fuera un amo cruel. Lo más seguro es que le dispensara un trato amable a sus subordinados y que se ocupara de que aprendieran la doctrina cristiana, pero se aprovechaba del trabajo de aquellos infelices igual que los demás.
En algún momento debió sentirse movido por la vocación religiosa y, sin abandonar su condición de encomendero, es ordenado presbítero en 1510, siendo el primero en recibir órdenes sagradas en el Nuevo Mundo. Por un tiempo, como cura seglar, comparte sus sagrados deberes con el cuidado y explotación de su hacienda y, por esto último, los dominicos, recién establecidos en La Española y a los cuales se sumará después, llegan a negarle los sacramentos.
En 1512, probablemente en abril, cinco meses después de que Diego Velázquez emprendiera la conquista de Cuba, Las Casas pasa a esa isla vecina como capellán de Pánfilo de Narváez, y de nuevo recibe, junto con su amigo Pedro de Rentería, tierras y encomiendas en el valle del río Arimao, cerca de la actual ciudad de Cienfuegos.
Para entonces, deben haberle repugnado a su carácter sensible las crueldades gratuitas que veía cometer a sus coterráneos en contra de una población noble y casi indefensa; sin embargo, no es sino hasta 1514 que su vida sufre una brusca alteración. Se cuenta que, mientras preparaba un sermón para la fiesta de Pentecostés, un pasaje del Eclesiástico (libro deuterocanónico del Antiguo Testamento) se le reveló como una acusación:
Pan de indigentes es la vida de los pobres,
Quien se lo quita es un hombre sanguinario.
Mata a su prójimo quien le arrebata su sustento,
Vierte sangre quien quita el jornal al jornalero.
…el hombre que ayuna por sus pecados
y que vuelve otra vez a hacer lo mismo;
su oración, ¿quién la escuchará?
Este pasaje de la Biblia determina su cambio de rumbo. El 15 de agosto de ese año, al predicar en la fiesta de la Asunción en la recién fundada villa de Sancti Spíritus, denuncia el sistema de las encomiendas y, renunciando a la que tiene, empieza su apostolado a favor de los indios que se extenderá por más de medio siglo. Aunque llega a alcanzar la dignidad de obispo, su papel de defensor y apologista de la raza vencida es el que le ha dado un sitio cimero en la historia de América y el que lo hace una de las voces que formó la conciencia de la modernidad.
Bartolomé de las Casas
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Bartolomé de las Casas O.P. (Sevilla, 24 de agosto de 1474 o 14841 – Madrid, 17 de julio de 1566) fue un encomendero español y luego fraile dominico, cronista, filósofo, teólogo, jurista, «Procurador o protector universal de todos los indios de las Indias», obispo de Chiapas en el Virreinato de Nueva España -actual México-, escritor y principal apologista de los indígenas.
Origen, nacimiento y primeros años
El padre de Bartolomé de las Casas, Pedro de las Casas, era un comerciante proveniente de una familia francesa de apellido Casaus que emigró a Sevilla.2 Según uno de sus biógrafos, esta familia era de origen judeoconverso,3 aunque otros afirman que eran cristianos viejos.
De acuerdo a Antonio de Remesal, su primer biógrafo, las Casas nació en Sevilla en 1474. Sin embargo, las investigaciones de Helen Rand Parish y Harold E. Weidman de 1976 determinaron que la fecha más probable de su nacimiento fue en el 11 de noviembre de 1484 en Triana, Sevilla.4 Siendo niño conoció a los Reyes Católicos y a Cristóbal Colón, pues su padre participó en los viajes del almirante hacia las Indias. En 1499 tuvo la oportunidad de conocer a un indígena traído por Colón y regalado a su padre como sirviente.5 Las Casas estudió latín en Salamanca y Sevilla.
Primer viaje a las Indias
Cacicazgo de Higüey en La Española.
El 15 de abril de 1502, siguiendo los pasos de su padre que había participado en el segundo viaje de Colón, llegó a la isla La Española, en el Nuevo Mundo.6 Durante 1503 se dedicó a extraer oro, participando en la campaña de conquista del gobernador Nicolás de Ovando, y bajo las órdenes del capitán Diego Velázquez de Cuéllar en el Cacicazgo de Higüey, por tal motivo recibió una encomienda en la Villa de la Concepción de la Vega, la cual administró hasta 1506.
Viaje a Roma y regreso a La Española
En 1506, Bartolomé regresó a Sevilla, en donde recibió las órdenes menores al sacerdocio.6 En 1507 viajó a Roma y se ordenó como presbítero. Regresó a La Española en 1508 y durante 1511 escuchó los comentarios del Sermón de adviento de fray Antonio de Montesinos, el cual censuraba la conducta de los españoles respecto del maltrato de los indígenas: «Yo soy la voz que clama en el desierto…». Se le negó la absolución debido a que en esa época aún mantenía su repartimiento indígena.8
Viaje a Cuba y renuncia a sus repartimientos
A solicitud de Diego Velázquez, en la primavera de 1512, Bartolomé de las Casas se trasladó a la isla de Cuba como capellán del conquistador Pánfilo de Narváez. En 1513, después de la matanza de Caonao,9 Narváez le cuestionó: «¿Qué parece a vuestra merced destos nuestros españoles qué han hecho?», formulando la pregunta como si el capitán no tuviese que ver con esas acciones. Las Casas le respondió: «Que os ofrezco a vos y a ellos al diablo».10 Por haber participado en las campañas, recibió un repartimiento junto con Pedro de Rentería, en Jagua, cuyos indios trabajaban en la minería.
Como recompensa por sus acciones durante la conquista de Cuba, en 1514 recibió un nuevo repartimiento de indios en Canarreo, junto al río Arimao, cerca de Cienfuegos. Pero las Casas tomó conciencia paulatinamente de lo injusto que era el sistema y se convenció de que debía «procurar el remedio de esta gente divinamente ordenado». El 15 de agosto de 1514, día de la Asunción, a la edad de treinta años, pronunció un sermón en Sancti Spíritus durante el cual renunció a sus repartimientos públicamente.
“Procurador o protector universal de todos los indios de las Indias”, viaje a Santo Domingo
En 1515 se trasladó a Santo Domingo, donde se vinculó con los frailes dominicos. Fray Pedro de Córdoba lo envió a España en compañía de Antonio de Montesinos para abogar por los indios; los frailes llegaron a Sevilla el 6 de octubre, en diciembre del mismo año, lograron entrevistarse con el rey Fernando el Católico, con el secretario Lope de Conchillos y con el obispo de Burgos Juan Rodríguez de Fonseca, pero los resultados fueron adversos a sus peticiones.
Debido al fracaso, y tras la muerte del rey Fernando el Católico a principios de 1516, Montesinos y Las Casas viajaron a Madrid para realizar nuevas peticiones al cardenal Francisco Jiménez de Cisneros quien ejercía la regencia de la corona de Castilla; en abril, Cisneros determinó enviar a tres frailes jerónimos para ejercer la gobernación de La Española. Las Casas fue comisionado consejero de los frailes y se le nombró Procurador o protector universal de todos los indios de las Indias.6 12 Cargo similar al de Ombudsman de Suecia que fue instituido a principios del siglo XIX.
Intentos de encomiendas pacíficas
En 1517, las Casas se sintió insatisfecho por la actuación de los frailes jerónimos, pues la opresión y la servidumbre de los indígenas persistió en La Española. En el mes de junio, decidió regresar a España para dar cauce a sus quejas, sin embargo el cardenal Cisneros murió en el mes de noviembre. El fraile se entrevistó con el cardenal Adriano de Utrecht, quien le recomendó esperar una entrevista con el rey Carlos I de España.
En 1518 las Casas planeó un proyecto para colonizar tierras de indios con labradores reclutados en España. En 1519 las Casas impugnó las acciones del fraile franciscano Juan de Quevedo, quien había sido nombrado obispo de Santa María la Antigua del Darién pronunciándose a favor de la esclavitud de los indígenas.
Al igual que Pedro Mártir de Anglería, en abril de 1520, las Casas conoció a los indígenas totonacas que fueron llevados ante la presencia del nuevo monarca por Alonso Hernández Portocarrero y Francisco de Montejo, ambos emisarios de Hernán Cortés, conquistador de México; un par de meses más tarde, en Santiago de Compostela, el Consejo de Castilla hizo para sí las ideas de las Casas quien estaba convencido que la labor de conquista y colonización de América debía ser ejercida pacíficamente a través del anuncio y difusión de la fe católica. Así, el Consejo de Castilla lo autorizó a llevar a cabo el proyecto para crear una colonia pacífica en el territorio de Cumaná, para que él aplicase sus teorías consistentes en poblar la tierra firme, sin derramar sangre y anunciar el evangelio, sin estrépito de armas.14 Volvió a las Indias en 1520, intentando poner en marcha su encomienda, siempre en contra de la esclavitud de los indios. El proyecto fracasó porque en su ausencia los aborígenes se rebelaron.
Desengañado, entró en la Orden de Santo Domingo, compartiendo y mejorando el trabajo de muchos religiosos que venían elaborando estudios sobre el derecho en la Escuela de Salamanca, sobre los justos títulos que tenía la Corona de Castilla sobre el Nuevo Mundo y sobre el estatus civil que debía dispensarse a los indios, como hombres libres -y no esclavos- de la corona castellana. Al mismo tiempo criticó muchos aspectos de la colonización de América y, entre ellos, el sistema de encomiendas.
A partir de 1521 se retiró para dedicarse al estudio de la teología, la filosofía y el derecho canónico y medieval, y comenzó a escribir su Historia de las Indias.
Las Casas, en un nuevo intento de su incansable prédica y defensa de los indios, regresó una vez más a América, en 1535, donde intentó de nuevo un programa de colonización pacífica en Guatemala, obteniendo un relativo éxito.
Entrevista con Carlos I de España
Otro viaje transatlántico volvió a fray Bartolomé de las Casas de nuevo a España en 1540. En Valladolid, visitó al rey Carlos I de España y V del Sacro Imperio Romano Germánico. El emperador Carlos I quien, entre sus numerosos títulos era «Rey Católico» desde 1517, preocupado por la situación de los indios en América y prestando oídos a las demandas de las Casas y a las nuevas ideas del derecho de gentes difundidas por Francisco de Vitoria, convocó al Consejo de Indias a través de Comisión de Valladolid o Junta de Valladolid. Entre los comisionados se encontraban los más importantes teólogos y juristas europeos de su época.
Leyes Nuevas
Como consecuencia de lo que se discutió, el rey Carlos I promulgó el 20 de noviembre de 1542 las Leyes Nuevas. Ellas prohibieron la esclavitud de los indios y ordenaron que todos quedaran libres de los encomenderos y fueran puestos bajo la protección directa de la Corona. Disponían además que, en lo concerniente a la penetración en tierras hasta entonces no exploradas, debían participar siempre dos religiosos, que vigilarían que los contactos con los indios se llevaran a cabo en forma pacífica dando lugar al diálogo que propiciara su conversión. Las Leyes Nuevas fueron uno de los más importantes aportes al derecho de gentes que efectuara el rey Carlos I como consecuencia de sus conversaciones con fray Bartolomé de las Casas.
A finales de ese mismo año las Casas terminó de redactar en Valencia su obra más conocida, Brevísima relación de la destrucción de las Indias, dirigida al príncipe Felipe, futuro rey Felipe II de España, entonces encargado de los asuntos de Indias.15
Obispo de Chiapas
Se le ofreció el obispado de Cuzco, importantísimo en aquel momento, pero las Casas no aceptó, aunque sí se hizo cargo del obispado de Chiapas en 1543, con el encargo de poner en práctica sus ideas. Fue consagrado obispo de Chiapas en el antiguo convento dominico de San Pablo, en Sevilla, actual Parroquia de la Magdalena, el 30 de marzo de 1544. Residió en Chiapas durante dos años para regresar definitivamente a España en 1547.
Ejemplo de vida modesta, renunció a su obispado y dedicó el resto de su vida a su labor apostólica en defensa de los indios.
En Valladolid, entre 1550 y 1551, mantuvo una polémica con Juan Ginés de Sepúlveda llamada «La controversia de Valladolid» que versó sobre la legitimidad de la conquista. Se discutió quién ganó esta controversia, ya que ambos se consideraron ganadores, sin embargo los trabajos de Ginés de Sepúlveda no obtuvieron autorización para ser publicados.
Fallecimiento
Fray Bartolomé de las Casas, conocido como el Apóstol de los Indios, murió en Madrid en 1566.
Veneración
En 2000 la Iglesia Católica dio inicio a su proceso de beatificación.
Pensamiento
Monumento a Fray Bartolomé de las Casas junto al Puente de Triana de Sevilla, en España
Junto con Francisco de Vitoria, Bartolomé de las Casas es considerado uno de los fundadores del derecho internacional moderno16 y un gran protector de los indios y precursor de los derechos humanos junto al jesuita portugués António Vieira. Aunque desde perspectivas opuestas, tanto él como Vitoria se ocuparon del problema alrededor del cual emergió el derecho de gentes en la época moderna: la definición de las relaciones entre los imperios europeos y los pueblos del Nuevo Mundo. Esta tarea requería de la creación de un marco jurídico suficientemente amplio como para ser válido al mismo tiempo para europeos y aborígenes.17 La tradición legal que fue usada para tal fin fue precisamente la del derecho natural, la cual fue tomada del derecho medieval y la filosofía estoica. Las Casas consideró que los indios tenían uso de razón, tanto como los antiguos griegos y romanos, y que como criaturas racionales eran seres humanos. Como tales, los indígenas estaban cobijados por el derecho natural y eran titulares de los derechos a la libertad y a nombrar sus autoridades.
Su contribución a la teoría y práctica de los derechos humanos puede apreciarse en su obra «Brevísima Relación de la Destrucción de las Indias», el cual, por ser escrito a mediados del siglo XVI, constituye el primer informe moderno de derechos humanos. En él describe las atrocidades a las que fueron sometidos los indígenas de las Américas por los conquistadores españoles. Un párrafo puede dar una idea de los hechos que narra este libro: «Otra vez, este mesmo tirano fue a cierto pueblo que se llamaba Cota, y tomó muchos indios he hizo despedazar a los perros quince o veinte señores y principales, y cortó mucha cantidad de manos de mujeres y hombres, y las ató en unas cuerdas, y las puso colgadas de un palo a la luenga, porque viesen los otros indios lo que habían hecho a aquellos, en que habría setenta pares de manos; y cortó muchas narices a mujeres y a niños».
Aunque abogó por la defensa de los indios y se ha cuestionado su defensa de los negros se conoce que escribió un opúsculo titulado Brevísima relación de la destrucción de África como preludio a Brevísima relación de la destrucción de las Indias, contra el maltrato de la población africana contra abusos de Castilla y Portugal.