07 agosto 2018
Enrique Alfaro
* Enrique Alfaro y la gobernabilidad.
Muchas son las razones por las que durante el actual gobierno estatal se perdió gobernabilidad en las regiones del estado. Cambios en la normatividad de la Secretaria de Gobierno permitieron designaciones antes imposibles: se nombraron subsecretarios a candidatos perdedores de los principales ayuntamientos. Craso error.
Muchos derrotados de pronto recibieron como premio de consolación la responsabilidad de ser encargados de la gobernabilidad en su región. Llenos de compromisos, endeudados por las campañas y con rencor en contra del los equipos ganadores, los nuevos funcionarios de la Secretaría de Gobierno se dedicaron a “trabarle los pies” a sus contrincantes de las elecciones pasadas.
Otros, más pragmáticos, se presentaron ante los alcaldes a exigir la asignación de obra pública para recuperar lo invertido en sus campañas. Lo que finalmente resultó es que la venganza y el desquite sustituyó la gobernabilidad y muchos subsecretarios pasaron a formar parte del problema que debían solucionar.
Nada bueno resultó de dar poder a los equipos perdedores. El equilibrio en los ayuntamientos debían darlo los propios cabildos que por asignación plurinominal tienen representantes de los equipos perdedores y los subsecretarios no debían tener intereses creados en los regiones bajo su responsabilidad.
Lo anterior viene a colación porque, guardadas las dimensiones, el gobernador electo de Jalisco, Enrique Alfaro, ha desconocido el nombramiento de su contrincante por el Movimiento de Regeneración Nacional, Carlos Lomelí Bolaños, como próximo y único coordinador (delegado) federal en su estado.
Alfaro tendrá como interlocutor para el ejercicio del presupuesto federal, por nombramiento de Andrés Manuel López Obrador, a quién derrotó en las urnas. Y así sucederá en la mayoría de los estado donde el virtual presidente electo ha anunciado el nombramiento de candidatos perdedores de Morena como “coordinadores federales”. El experimento puede resultar grave. En los estados, los equilibrios lo deben garantizar los congresos locales que en su mayoría fueron ganados por Morena.
Obligar a contrincantes a ponerse de acuerdo, unos con la legitimidad que le dieron los votos y otros con el poder inmenso que les da AMLO para enfrentar a quienes les derrotaron en las urnas, puede generar fricciones políticas innecesarias o el pronto sometimiento de los mandatarios estatales que no emanaron de Morena.
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Con el propósito de establecer puentes entre los alcaldes salientes y entrantes para transparentar la transición, informarles a los nuevos sobre sus obligaciones y de adiéstralos para ser responsables en los manejos de los recursos públicos, ha emprendido una campaña discreta el órgano de fiscalización del Congreso del Estado. Por supuesto que el titular de dicha dependencia, Alejandro Culebro Galván, ha encontrado reticencias de quienes no quieren entregar las cuentas debidas pero les ha “recordado” que para eso existe el recurso de los procedimientos penales. Por lo pronto, esa institución es un “hervidero” de ediles salientes y entrantes.