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La Gendarmería ya no brindará seguridad a padres de normalistas

+ Mientras recorren los cerros no preguntan por fosas, sino por muchachos vivos

IGUALA, Guerrero, 16 de Enero de 2015.- Desde la reja de entrada de la escuela normal de Iguala –sin forzar la mirada, porque el cuartel está ahí nomás, cruzando la calle– se alcanza a ver la barda de la sede del 27 Batallón de Infantería del Ejército Mexicano. Es así que los militares y los policías comunitarios, que acompañan a los familiares de los estudiantes de Ayotzinapa en su enésima búsqueda, se miran unos a otros durante todo el día.

Entrada la tarde, varios de los autobuses expropiados por los normalistas están ya estacionados en los patios del Centro Regional de Educación Normal, cuartel de los comunitarios de la Costa Chica y la Montaña que llegaron con escopetas y armas cortas que mantienen fuera del alcance de las cámaras. Sólo algunos garrotes y un par de machetes están a la vista.

Chamarra deportiva de una marca que usan boxeadores, gorra de un equipo de futbol americano y lentes de mosca, el portador de uno de los machetes fue confundido hace un par de días, con un halcón (eso les pareció a los colegas de la lente). Resultó ser un cuadro muy informado de la Policía Ciudadana y Popular de Temalacatzingo, que viajó desde su pueblo en la región de La Montaña, con otras decenas de hombres y mujeres, para acompañar a los familiares de los muchachos de Ayotzinapa, y defender ante cualquier provocación su participación en la autodefensa ciudadana. No se puede confiar en el gobierno para nada, cerró sus argumentos y agarró de nuevo su machete, no sin antes despedirse, muy comedido.

A pesar de que invitaron a los medios, los normalistas y los familiares de los desaparecidos decidieron, a la mera hora, evitar que los reporteros fueran con ellos.

Nos acompaña gente de la región que nos está mostrando rutas que nadie conoce. Es por la seguridad de ellos, y por la de ustedes también, porque estamos en un territorio que no controlamos, explicó al caer la noche un dirigente de la Coordinadora Regional de Autoridades Comunitarias (CRAC).

La nueva búsqueda tiene un componente distinto a las anteriores: los brigadistas se han reunido con las autoridades de los pueblos que visitan para informarles las razones de su presencia y pedir su autorización para recorrer sus tierras.

El miércoles, el contingente que partió de Ayotzinapa se dividió en tres grupos. Uno partió rumbo a Taxco, otro se quedó en los cerros de esta ciudad y el tercero, que tomó camino a Tepecoacuilco, siguó de largo y paró en la comunidad de Tetelilla, donde tuvo lugar una larga reunión con las autoridades del pueblo. Poco a poco, discretamente y en pequeños grupos, algunos brigadistas se marcharon para repetir la reunión en las rancherías cercanas.

El grupo que se quedó en esta ciudad continuó hoy la tarea iniciada el miércoles, cuando inició en el barrio 27 de septiembre (no por la fecha de la desaparición de los normalistas, sino porque ese día se consumó la Independencia de México).

Un par de madres, una esposa, maestros de Oaxaca y Michoacán, así como un contingente estudiantil chilango, recorrieron los cerros con casas desperdigadas. Algunas personas hablaron con ellos; otras, de plano, les sacaron la vuelta.

La búsqueda han sido muchas búsquedas. En estos días, las familias y los solidarios no buscan fosas, sino muchachos vivos. Reparten volantes casa por casa y miran con recelo cámaras y micrófonos. Desde las calles y veredas terregosas que recorren, se dominan los cerros repletos de fosas clandestinas que, si se da por buena la versión de la Procuraduría General de la República, alojan restos de los otros desaparecidos y no de los normalistas de Ayotzinapa.

Ayer, según reportó un integrante del comité de desaparecidos de Iguala, la Gendarmería Nacional les informó que no podría seguir brindándoles seguridad mientras recorren los cerros (que ellos señalen los lugares y luego la PGR se encargue de las exhumaciones se ha convertido en el método de colaboración sociedad-gobierno).

En los municipios de Tepecoacuilco y Huitzuco de los Figueroa los brigadistas siguen una vieja pista. En octubre pasado estuvieron por ahí acompañados de otros comunitarios (de la UPOEG, adversaria de la CRAC), y escucharon de lugareños testimonios como los siguientes: Todos sabemos que por acá son lugares para tirar descuartizados. Allá para Rincón de la Cocina y también para Acaquila (donde hay un templo abandonado que ha dado vueltas y vueltas en los planes de búsqueda).

El carro de sonido grita su noticia de ocho: la caída de El Cepillo, según las autoridades autor material de la desaparición de los estudiantes. Ningún comunitario parece sentirse atraído por la noticia.

El diario vespertino solía –y suele– dar cabida a las versiones favorables al ex alcalde José Luis Abarca. En su edición del día anuncia que el próximo domingo los ciudadanos responsables de la ciudad marcharán para “frenar los abusos de los ayotzinapos”. Uno de esos ciudadanos ejemplares es el empresario joyero Alfredo Almazán León, detenido hace unos días por autoridades federales, acusado de estar vinculado al cártel de los Guerreros Unidos: se lee en la nota que el joyero encabeza el Club Cañeros, que no sólo promueve el deporte, sino también fomenta valores cívicos y morales. Los inconformes con su aprehensión han dicho lo siguiente, según el Diario de la Tarde: No somos ayotzinapos, pero vamos a protestar por esta acción de la PGR. Cabe recordar que el pueblo nunca se equivoca.

Las fuerzas vivas igualtecas centran su preocupación en la feria anual que se celebrará del 13 al 24 de febrero. Una de sus actividades, los juegos florales (concurso de poesía), ya ha sido suspendida porque, según el ayuntamiento, no hay tiempo para organizarla.

La convocatoria a la marcha dominical ha sido ampliamente difundida en las redes sociales, donde Omar García, uno de los dirigentes de la normal de Ayotzinapa, respondió así: “‘Iguala’ está cansada de nosotros, pero jamás mostró cansancio de los Guerreros Unidos ni del Ejército y sus extorsiones”.

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