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LETRAS DESNUDAS

10 Febrero 2016.

MARIO CABALLERO

¿OTRA CONSTITUCIÓN?

En el artículo titulado “Longeva, parchada y deformada: Qué hacer con la constitución de 1917”, publicado en la revista Nexos el primero de este mes, Pedro Salazar Ugarte, director del Instituto de Investigaciones Jurídicas (IIJ) de la UNAM, explica el proceso de revisión que hizo el IIJ sobre la Constitución Política vigente y la ardua tarea que llevó reordenarla y limpiarla, ya que se trataba de una “nueva-vieja constitución técnicamente muy defectuosa”.

¿Por qué defectuosa? Porque abunda en “disposiciones duplicadas, contradicciones terminológicas, desorden y falta de sistematicidad temática, ubicación errada de las materias reguladas, sobrerregulación de cuestiones que deberían estar en las leyes secundarias, errores en la actualización del texto”. Y agrega Salazar: “si la Constitución fuera un texto académico diríamos que adolece de metodología, que está mal escrito, que no se entiende y que amerita una evaluación reprobatoria”.

El resultado del trabajo del IIJ es una constitución más ordenada, más accesible, coherente y clara, con 17 mil 255 palabras menos (equivalente al 26.1% de su extensión actual) que lograron suprimir con la creación de un cuerpo aparte que llamaron Ley de Desarrollo Constitucional, donde colocaron del texto principal todo aquello que parecía más bien digno de una ley secundaria. Por ejemplo, los minutos que corresponden a los partidos políticos en radio y televisión durante los procesos electorales.

Sin duda un trabajo encomiable. Un excepcional regalo para la Constitución y los mexicanos. El resultado se puede leer en: http://www2.juridicas.unam.mx/constitucion-reordenada-consolidada/

LA REFORMA CHIAPANECA

Parecido al estudio a la constitución que realizó el IIJ de la UNAM, es lo que propone hacer el Congreso del Estado a la constitución de Chiapas con la diferencia de que este no busca limitarse a ser una alternativa de constitución hecha por expertos juristas, sino una reforma que haga de la Carta Magna un documento ciudadano elaborado con el pensamiento de todos los chiapanecos.

¿Para qué otra modificación a la constitución, acaso no estamos bien con la actual? Esta y muchas otras preguntas surgieron con el anuncio de la inauguración de los Foros y Mesas de Trabajo para la Reforma Integral a la Constitución Política de Chiapas, que hizo el diputado Eduardo Ramírez Aguilar en el aniversario de la promulgación de la Constitución de 1917. Y no están mal en cuestionar.

De entrada, ¿para qué sirve la constitución? Desde una perspectiva meramente política, toda constitución sirve para superar los momentos de crisis, dirimir los conflictos y canalizar las disputas por el poder. Como el trance político que provocó Andrés Manuel López Obrador al impugnar las elecciones del 2006 y considerarse ganador de la contienda, pero mediante la constitucionalidad el Tribunal Electoral falló a favor de Felipe Calderón, entregándole así la presidencia de la República. Con esa actuación dentro de la legalidad se destrabó el problema, aunque en la locura López Obrador se erigió presidente legítimo durante todo el sexenio. En fin, debemos entender que la constitución sólo tiene poderes normativos, no curativos.

En otras palabras, los textos de las constituciones contienen pautas orientadas a modular, encauzar y regular el comportamiento de las personas y las instituciones. No obstante, cuando se aprueban reformas constitucionales y estas comienzan a surtir efecto las condiciones de convivencia también cambian, algunas para bien y otras para mal. Se prohíben comportamientos antes permitidos o se consienten otros que antes eran desaprobados; desaparecen organismos gubernamentales para darle paso a otros de los que se espera un mejor rendimiento, etcétera.

Y en el proceso reformativo la constitución se inunda de contenido técnico de difícil comprensión para el ciudadano común, se aleja del contexto social y en la mayoría de los casos tiene consecuencias negativas, pues su interpretación se vuelve patrimonio de una élite experta en términos legales, y dentro de esa minoría ilustrada destaca la judicatura que termina por definir el verdadero contenido constitucional.

Así pasó con la constitución chiapaneca. Se promulgó en el año de 1826 con cuatro títulos divididos en 22 capítulos y 134 artículos, y ha sido modificada en seis ocasiones, en 1858, 1894, 1921, 1973, 1982 y 2011. La constitución actual, que cumplirá cinco años en este 2016, cuenta con 15 títulos, 24 capítulos, 96 artículos y dos transitorios. Y es mucho más extensa. Desde la primera reforma hasta la última, el texto magno ha crecido casi tanto como el texto original. Aunque nunca se dieron a conocer los artículos y párrafos reformados o derogados. Quedó en el oscurantismo.

La reforma del 2011, llamada Constitución Política del Estado de Chiapas Siglo XXI, cambió en esencia la constitución de 1921. Y entre las demás sobresale por incluir el tema de los Derechos Humanos como garantía del Estado y por elevar a nivel constitucional los Objetivos de Desarrollo del Milenio del programa de las Naciones Unidas con el fin de combatir la pobreza extrema y elevar el índice de desarrollo humano y calidad de vida de los habitantes, asimismo, por tocar el tema de los derechos de los migrantes, frontera sur, la aportación económica para personas mayores de 64 años, proscribir el uso del arraigo, entre otros.

A simple vista se ve como una constitución más liberal, garantista, democrática y reglamentista que antes, pero en el fondo es muy superficial, con modificaciones hechas a la ligera, sin tomar en cuenta la realidad contextual del estado. En su redacción carece del rigor temático, gramático, sintáctico y conceptual, también es más larga, oscura, confusa, contradictoria y menos legible.

Pedagógicamente hablando, diríamos que se trata de una constitución de apariencias, contrastada, nueva pero longeva, parchada y tan deformada que no corresponde -y mucho menos responde- a las necesidades de la sociedad actual. Y cabe preguntar, ¿de qué sirvió incluir los Objetivos de Desarrollo del Milenio de la ONU si en el último reporte del CONEVAL la pobreza, la marginación y la dispersión social en Chiapas crecieron en un 40% en el último año del periodo sabinista?

Por todos los puntos señalados, era inaplazable una reforma a la constitución de Chiapas.

Estoy seguro que la Carta Magna de los chiapanecos puede convertirse en un documento ciudadano, tal como lo refiere el diputado Eduardo Ramírez. Abrir foros de discusión y mesas de debate para que toda la población converja con ideas y propuestas en el sentir de cimentar las bases para un mejor Chiapas, es un acto valeroso que aporta en mucho a la democracia, puesto que significa ser un trabajo legislativo técnicamente sólido, políticamente imparcial y socialmente útil.

Esta reforma integral, con la participación de todos, pasará a la historia como el esfuerzo colectivo con mayores efectos políticos y sociales y, sobre todo, jurídicos dignos del momento y de los retos de este siglo.

Este es el tiempo propicio para decidir los rumbos queremos tomar y el desarrollo que tanto hemos anhelado para Chiapas. Es la coyuntura ideal, jamás vista en el México contemporáneo, para reordenar y consolidar el marco constitucional que tenemos. Au Revoir.

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