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LETRAS DESNUDAS

23 Marzo 2016

MARIO CABALLERO

ISIS, ALÁ Y DONALD TRUMP

Las imágenes del atentado terrorista en Bruselas hablan por sí solas. Las explosiones que sacudieron la capital de Bélgica este martes se unen a las de París donde resultaron 137 muertos y 415 heridos.

Las primeras dos detonaciones de bomba fueron en el aeropuerto Zaventem, alrededor de las 07:45 de la mañana. Según reportes de la ministra de sanidad belga Maggie De Block, murieron 14 personas y 92 resultaron heridas. En ese mismo lugar se encontró un cinturón bomba que no explotó en el ataque y un Kaláshnikov (AK-47 diseñado por el militar ruso Mijaíl Kaláshnikov) junto al cuerpo del presunto atacante.

La tercera explosión ocurrió a las 09:11 horas en la estación de metro de Maelbeek, situada en la calle de la Loi, cerca del edificio de la Comisión Europea. La empresa de transportes belga STIB fue la que confirmó los 20 muertos, 19 heridos graves y otros 89 de consideración.

Al momento de redactar estas líneas se informaba un total de 34 muertos y 200 heridos. El Estado Islámico, a través de la agencia de noticias Al Amaq, se atribuyó el atentado: “Combatientes del Estado Islámico han llevado a cabo una serie de atentados con cinturones explosivos y artefactos explosivos este martes golpeando un aeropuerto y una céntrica estación de metro en la capital de Bélgica, Bruselas”.

POR AMOR A ALÁ

ISIS mata en el nombre de Alá. Y sus miembros, los yihadistas, lo hacen con devoción porque además creen que con eso se volverán mejores hombres, mejores padres y mejores hijos.

El Estado Islámico, surgido en el 2002 por el antiguo traficante de drogas afgano Abu Musab Al Zarqaui, sostiene que el concepto de Yihad, o guerra contra el infiel, tiene legitimidad histórica y que al aceptar este llamamiento a la movilización armada se cumple con los mandamientos dictados por Alá, obligación intrínseca e inseparable del Islam.

Sin embargo, el significado del Yihad no justifica la “Guerra Santa” para imponer el Islam en las naciones; por el contrario, es la medida para conseguir la paz por medio de la resistencia a la agresión injusta.

Hasta hace no mucho tiempo el yihadismo no podía ser comparado con el Al Qaeda que compuesto por células independientes ataca en distintas partes del mundo. Mientras ISIS siempre focalizó su guerra dentro de sus límites territoriales dejándose ver como un terror local.

Con toda y su mala interpretación de la guerra santa, el terrorismo le ha dado buenas ganancias a los yihadistas. El territorio que hoy ocupa el Islam es mayor que el del Reino Unido y el dominio militar lo tiene desde el centro de Irak hasta el interior de Siria. Cuenta, también, con provincias reclamadas en los países de Libia, Paquistán, Afganistán, Argelia, Nigeria y Egipto.

El califato de ISIS actualmente gobierna sobre 8 millones de personas a las que les cobra impuestos y establece leyes. Lo interesante de esto -¿o lamentable?- es que dicha gente está dispuesta a morir con tal de cumplir los preceptos del primer Islam, como el rechazo a la paz, la expansión del califato por la vía de la violencia, el exterminio de los apostatas (200 millones de musulmanes chiítas) y el mando sobre la vida privada. Y las penas para quienes violen “la sharia” (cuerpo del Derecho Islámico) incluyen la decapitación, lapidación, mutilación y crucifixión.

Desde la invasión de Mosul, el 5 de julio de 2014, el líder de ISIS, Abu Bakr al-Baghdadl (autoproclamado califa), al parecer quiere establecer el califato en sus términos fundacionales por los cuatro rincones del planeta hasta cumplir la profecía del Corán de la victoria del Islam sobre Roma. Y por eso han sido los atentados de París, el 13 de noviembre de 2015, los de un día antes en Beirut, el avión ruso derribado en Egipto y el reciente en Bruselas.

ISIS CONTRA TODOS

Hay que entender los motivos de ISIS.

En estricto sentido, los terroristas islámicos están cumpliendo los mandatos de Alá escritos en el Corán: acabar con los infieles. Y para ellos “acabar con los infieles” no es convertirlos al Islam por medio de la palabra y la predicación, sino matarlos sin piedad y odiarlos con absoluta intolerancia.

Alá insiste en la muerte de todo infiel y ofensor a la ley: “En las ciudades que te daré no dejaras un alma viviente, sino que a todos sin distinción los pasaras a cuchillo”.

¿Quiénes son los infieles? Somos todos los cristianos y judíos, los que no adoramos a Mahoma y a Alá ni seguimos los dictados del Corán. Pero aparte de las diferencias de credo está el carácter disoluto que nos atribuyen por adoptar narcóticos, alcohol y otras ideas que agotan el cuerpo y el alma, además, aseguran que tenemos un comportamiento sin ningún rigor espiritual.

No hay vuelta de hoja: el Estado Islámico va contra todos nosotros por nuestra forma de vida y por la libertad con que decidimos vivirla. Sería irresponsable pensar algo distinto sobre lo que pretende destruir ISIS, que confunde la fe con el choque de ideas de civilización, poniendo su entendimiento de lo que es libertad contra el nuestro.

¿QUÉ PASARÍA SI…

Después de ver lo que son capaces de hacer en su “guerra contra los infieles” bien valdría no subestimar el calibre de la amenaza que representa ISIS y, en consecuencia, pensar más detenidamente el método para acabar con la ola de terror. Porque ya vimos que el próximo blanco de sus ataques puede ser cualquiera.

La única manera de impedir nuevas tragedias es aniquilar a ISIS, y eso requiere de una inversión en tropa, armamento y voluntad política que hasta ahora no se ha visto en los países de Occidente. Pero una invasión, que es lo que desea el Estado Islámico para convertir su guerra en una gesta contra los infieles en sus propios terrenos, contrae el riesgo de que se levanten en armas los millones de musulmanes que, aunque no comparten el credo sunni y salafista de Mosul, no consentirían una nueva cruzada occidental en Medio Oriente.

En otras palabras: se unirían a ISIS para combatir a los invasores.

Lo que creo más eficaz es una intervención franco-americana, inglesa, rusa y alemana. Y la vuelta de los refugiados a Siria, que también implicaría acabar con ISIS si se logra una solución política.

Sé que suena un poco descabellado, pero hasta el momento no hay otro camino.

Y sería mejor que ver al cretino Donald Trump (suponiendo que llegue a la presidencia de Estados Unidos) declararle la guerra al Estado Islámico y que Corea del Norte (que sólo busca un pretexto para lanzar sus bombas nucleares contra E.U. y contra quien se le ponga enfrente) haga alianza con este último para desatar la tercera guerra mundial que, según las profecías del Corán y la Biblia cristiana, será por motivos religiosos e iniciada en Medio Oriente. Au Revoir.

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