16 Abril 2016
Mario Caballero
¿Chiapas, refugio del narco?
El 06 de abril, en la revista Proceso, sale a la luz sin ninguna responsabilidad periodística el artículo titulado Chiapas, el refugio del narco. En él José Gil Olmos, autor del escrito, construye a partir de la nada una tesis donde asegura que Chiapas está violentado por el crimen organizado y que la clase política chiapaneca lo permite a cambio de favores y retribuciones económicas.
La revista Proceso fue fundada el 19 de julio de 1976 por el periodista Julio Scherer García, en una época de autoritarismo gubernamental en la que mediante un valioso trabajo de investigación se convirtió en la publicación más importante e heroica del país. Decía lo que otros simplemente callaban.
Pero desde hace muchos años perdió ese rigor periodístico que lo caracterizaba. Pasó de los tiempos gloriosos a una etapa amarillista surgida de la necesidad de encontrar lectores a cualquier costo. Ahora, en lugar de intelectuales como Daniel Cosío Villegas o periodistas como Miguel Ángel Granados Chapa o Vicente Leñero, cuenta con escritores de la talla de Gil Olmos que cuando no escribe bodrios se dedica a lanzar diatribas y a vivir de los escándalos políticos producto de su arrebatada imaginación.
Desde la primera hasta la última línea el texto afirma y hace una serie de acusaciones sin ningún dato probatorio con el fin de difamar al gobierno de Manuel Velasco Coello. Lea y juzgue por usted mismo: http://www.proceso.com.mx/436023/chiapas-refugio-del-narco
Sin considerar la psicosis social, el temor y el sentimiento de indefensión que puede causar su lectura en los chiapanecos, el artículo nos muestra un “Chiapas inmerso en una espiral de violencia (sic)”, con una realidad sangrienta, con desapariciones forzadas, muertos y gente torturada por sicarios, con cifras (que no documenta) que dice no aparecen en los registros de la guerra contra el narco.
Si hay cifras, ¿por qué razón se guardarían? Suena ilógico, además, que los medios de comunicación, sobre todo aquellos que dicen no pertenecer a los intereses del régimen como la revista Proceso, por ejemplo, no revelen nada de lo que sucede en el estado. ¿Será tal vez porque bendito Dios los crímenes de esa naturaleza no han golpeado a la entidad? Y porque sencillamente no hay narco en Chiapas.
LAS AFIRMACIONES
Entre otras cosas, el libelo afirma que “hay violencia en zonas estratégicas para el trasiego de cocaína proveniente de Sudamérica vía Guatemala y tráfico de armas y de centroamericanos”. Asimismo, asegura de que “todos los días hay ejecutados y torturados en Chiapas” y que “la situación de violencia ha crecido en los últimos años y a pesar de que hay muertos, desaparecidos, desplazados y ejecutados, el gobierno de Velasco ha sido indolente para no llamar la atención”. Y desde cuándo la indolencia no llama mucho la atención. Pero no es el caso.
Chiapas es la puerta de entrada a Centroamérica, y a pesar de ser un punto clave en la geografía de México es uno de los estados más seguros del país ocupando el segundo lugar nacional con la tasa más baja de incidencia delictiva y el primer lugar nacional con menor número de víctimas de delito por cada cien mil habitantes, según la Encuesta Nacional de Victimización y Percepción sobre Seguridad Pública del Inegi.
Nada más en los últimos tres años se han invertido más de ocho mil millones de pesos en acciones de seguridad y combate contra el crimen. Por eso actualmente Chiapas es el mejor lugar para vivir, visitar y para invertir.
Y los conatos de violencia en las zonas Norte, Sierra y Altos, donde Olmos asegura que se libran batallas entre los Zetas y los cárteles de Sinaloa y Jalisco Nueva Generación por el control de las zonas, siempre se han debido por conflictos por la tenencia de la tierra, o por la intolerancia religiosa o por el dominio caciquil que son males ancestrales y no exclusivos de la entidad.
Si esto fuera cierto, ¿por qué no vemos un éxodo masivo como ocurre en otros lugares por temor a los cárteles? Porque si nos damos cuenta los chiapanecos siguen viviendo en sus tierras y son felices con la vida que llevan. En contraste, en Michoacán, Guerrero, Durango, Jalisco, Nayarit, Colima y Sinaloa, los estados más golpeados por el narco mexicano, pueblos enteros han sido abandonados por las familias que buscan su seguridad y donde la gente de las ciudades es prisionera del miedo y vive a la expectativa y con el “Jesús” en la boca.
Afirma Gil Olmos que hay “aumento de las adicciones a la cocaína y crack en algunas comunidades indígenas donde los jóvenes quieren ser sicarios y jefes de plaza como ocurre en otros lugares del país”. Esto es de risa.
De haber gente con buenos principios, con costumbres arraigadas en la historia, dedicadas al comercio o al trabajo del campo, esos son los indígenas. Así que hablar de que son cocainómanos y drogadictos es desconocer por entero a la comunidad indígena y la actitud que tienen ante la vida. Es hablar nomás por hablar.
Por último, el pasquín dice que “la clase política cada vez está más ligada al crimen organizado”. Esto es una acusación muy grave que requiere de pruebas contundentes para actuar en consecuencia y así alargar el clima de paz social y tranquilidad del que ahora gozamos.
No entiendo cómo algunos espacios de la prensa son utilizados para la injuria y la satanización. Así es que Gil Olmos en su propio artículo trasluce su falta de ética y arribismo, se muestra ante el público como un farsante. Aunque en mi tierra los llamamos de otro modo. Au Revoir.
@_MarioCaballero