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LETRAS DESNUDAS

28 Mayo 2016

MARIO CABALLERO

NADIE NOS OBLIGÓ A SER MAESTROS

¿Cómo está la Sección 40 del SNTE?, pregunto sin rodeos.

Con eso empezó el diálogo con el dirigente de la Sección 40 que agrupa al magisterio estatal del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación, durante la mañana del viernes 20 de mayo de 2016.

Y de la misma manera en que pregunté, sin rodeos, me contestan: “Apostándole a la Reforma educativa. En la ruta de demostrar que los maestros del estado sí están preparados”.

Y admite el líder que dirigir a más de 25 mil maestros no ha sido una tarea sencilla, mucho menos cuando en estos tiempos globalizados, con tantos avances tecnológicos, pero sobre todo por las modificaciones a la Ley de Educación, se imponen retos importantes en la práctica docente que sin lugar a dudas viene a repercutir en la educación de miles de niños y jóvenes chiapanecos.

Nadie mejor para darnos un corte de caja, una explicación detallada de la situación del magisterio, que Julio César León Campuzano que vive esto desde las mismas entrañas.

Eran las once de la mañana. El maestro León Campuzano estaba impecablemente vestido con una guayabera blanca y pantalón azul marino, el cabello entrecano echado hacia atrás y un bigotillo bien recortado que le daba una vaga semejanza con Clark Gable.

Nos encontrábamos sentados en la mesa de un modesto pero acogedor restaurant, ubicado en el lado oriente de la ciudad. El lugar es un tanto peculiar, con sus macetas de helechos en la entrada, pilares de ladrillo y con fotografías de artistas ya olvidados colgadas en las paredes y de viejos ídolos del fútbol mexicano. Al fondo, un pequeño bar con su barra de madera le daba ese toque campirano que hacía juego con las sillas cuadradas -también de madera- y con los manteles de enormes cuadros de colores.

Ahí, Julio León Campuzano narra cómo desde sus años de bachiller en la Escuela Preparatoria No. 01 del Estado nace su vocación docente, siendo inspirado por el ejemplo de uno de sus maestros. Al concluir esos estudios se inscribe en la Escuela Normal Superior de Chiapas.

–        ¿Qué es para ti ser maestro?

Antes de contestar inspira hondo y el reflejo en su rostro es de orgullo. La docencia nace de la necesidad social, dice. Ser maestro más que una profesión es una vocación. Me atrevo a decir que es la mejor de todas porque de nuestra labor depende que se logren muchos hombres y mujeres de bien. Desgraciadamente, hoy el propio maestro con sus actos se ha encargado de desprestigiar la imagen y restarle importancia a nuestro trabajo como promotores del desarrollo.

Cuenta León Campuzano que en los inicios de su trayectoria en la docencia tuvo maravillosas experiencias. Como cuando cumpliendo con su encomienda en la comunidad Guadalupe Victoria, municipio de Ostuacán, conoció a los pajaritos, apelativo que se les daba a los niños del poblado, “les decían así porque eso es lo que parecían, pajaritos”.

Las vivencias que tuvo con la pobreza extrema en esa comunidad indígena, le confirmó que no se había equivocado al elegir el camino que quería recorrer por el resto de su vida. “Da mucha tristeza ver que tus alumnos, flacuchos, descalzos y mal vestidos, regresen a sus casas con la esperanza de que ese día si haya algo para comer. Cuando tú al cruzar la puerta de tu hogar lo primero que sientes es el sabroso olor de la comida. Por eso te digo, Mario, que ser maestro no es una profesión sino una vocación con la que tienes que casarte porque tu función no acaba al término de cada jornada laboral”.

Va más allá de eso –prosigue-, porque cómo pretendes enseñarles a leer y a escribir a los niños cuando no tienen nada en el estómago. Te digo que tu trabajo como maestro no empieza y termina en el salón de clases, sino sigue fuera de las aulas, en procurar darles lo mejor de ti, darles de comer si puedes y hacer lo mejor por ellos para que no terminen siendo boleros, con mucho respeto lo digo por las personas que se dedican a este oficio, pero si en nuestras manos está porque no ayudarlos a tener una profesión y un mejor porvenir para sus familias.

Julio César León tiene una valiosa trayectoria dentro de los salones de clases y desde hace algún tiempo ha desempeñado cargos en el sindicato. Habla que desde muy joven su familia tuvo que emigrar del municipio de Huixtla por la falta de oportunidades y una situación económica complicada. Recuerda que hicieron las maletas, cargaron con lo pudieron y emprendieron el viaje sin saber qué futuro les depararía a los León Campuzano en la capital de Chiapas.

“Así fue como llegamos a Tuxtla Gutiérrez hace ya varios años. Prácticamente nos venimos con una mano por delante y otra por detrás. No teníamos nada y no conocíamos a nadie. Fue en verdad una etapa muy delicada. Sufrimos. Pero mis padres hicieron que nos aferráramos de lo más valioso que teníamos que éramos nosotros mismos y de las ganas de no fallar”, cuenta.

La diversidad cultural, las diferencias étnicas, los entornos de marginación y pobreza, las condiciones geográficas, la dispersión social y la segregación por causas de credo generan en Chiapas un panorama doloroso y difícil para la educación.

En este momento, más de 863 mil personas en Chiapas son analfabetas. La ignorancia es un cáncer que siempre ha estado ligado con la miseria en que viven miles de familias. Y la situación de este fenómeno se manifiesta sobre todo en las personas de 15 años o más, principalmente en las mujeres.

–        ¿Cómo está el sector educativo en Chiapas?

–        Muy abandonado.

El maestro Campuzano destapa una botella con agua y vierte el líquido en un vaso de cristal. Bebe un sorbo y continúa con su respuesta. “Con toda sinceridad te digo que hemos tenido gobiernos muy corruptos. Desinteresados por la calidad de la educación. Por eso vemos cientos de escuelas en circunstancias atroces, sin infraestructura, en localidades donde ni siquiera hay vías de comunicación. Pero lo peor es el rendimiento escolar, nada más en la región del soconusco el índice de reprobación es del 77 por ciento y en los municipios de Los Altos el promedio educativo es de 2.7 años”.

¿Crees que la Reforma educativa haga la diferencia?, le pregunto.

Sí, contesta León Campuzano. Siempre y cuando la autoridad cumpla con lo establecido en las leyes. Los maestros tenemos que poner de nuestra parte al cumplir con la normatividad actual, demostrándole a los poderes fácticos, esos que están detrás de las marchas y que de alguna manera financian el movimiento, que sí funciona la reforma educativa, pero eso tenemos que hacerlo en las aulas y no en las calles. Sólo así lograremos que el gobierno invierta más en la educación. Y, desde luego, maestros mejor pagados.

–        Entonces, ¿por qué se oponen los maestros de la CNTE?

–        Principalmente por la manipulación que los liderazgos magisteriales hacen sobre los docentes. Por otro lado, esta manipulación pudo evitarse si el gobierno hubiera diseñado una estrategia para informar a todos los maestros del país sobre los conceptos que integran la reforma educativa. De haberlo hecho muchas cosas se hubieran evitado y nuestros compañeros no creyeran que la reforma daña sus derechos laborales.

En el artículo tercero constitucional –abunda el maestro Campuzano-, se establece que el Estado garantizará la calidad de la educación obligatoria brindando las herramientas e infraestructura necesarias para el máximo logro de aprendizaje de los educandos. Y en su fracción novena, dice que se crea el Sistema Nacional de Evaluación Educativa que antes no existía. Y en esto quiero que me permitas hacer una observación.

“Mira, la reforma educativa podrá tener muchos bemoles, como no incluir los contenidos educativos, por ejemplo, pero no podemos negar que el eje central de las protestas es el miedo a evaluarse. Lo más triste es que los maestros no recuerdan que eso es un tema viejo porque desde que se instituyó la Carrera Magisterial en 1990-1992 la evaluación es obligatoria. Sin embargo, en ese entonces nadie protestó”.

¿Por qué es diferente ahora y por qué la violencia? –continúa- porque hay mucha desinformación y porque la reforma viene a quitarles los privilegios a los líderes sindicales.

La dirigencia de la Sección 40 del SNTE ha sido muy cuidadosa en esto. Sin el respaldo del gobierno estatal y federal, se dieron a la tarea de informar al gremio sobre el contenido de la reforma educativa. Asimismo, planearon programas de capacitación y fomentaron la aplicación de la evaluación docente en la cual de los mil 600 maestros que la sustentaron solo 55 resultaron insuficientes, el equivalente a un 3.44 por ciento.

–        ¿Qué propones para dirimir el conflicto y restablecer la paz en Chiapas?

–        La libertad de decidir y estar informado. Con estos cambios los docentes tenemos la obligación de leer para poder estar informados y no ser presa fácil del engaño. De hacerlo la CNTE dejaría de cometer tantos daños a la sociedad y a la educación de miles de niños y jóvenes.

Te pregunto algo –me dice-, ¿por qué crees que sólo en Chiapas, Oaxaca, Guerrero y Michoacán pasa esto, que para variar son los estados más pobres y con los niveles de educación más bajos? Porque en el resto de los estados de la República los gobernadores, las secretarías de educación estatales y la federal, trabajaron conjuntamente con las secciones sindicales para sacar adelante la reforma educativa. Esa fue la diferencia.

–        ¿Cómo te sientes después de estos cuatro años de trabajo?

–        Satisfecho. Sé que ha sido duro porque a mí me tocó estar al frente de esta sección cuando se dio lo de la reforma, pero estoy consciente que en el confort nadie puede tener ningún aprendizaje. No hay crecimiento si no hay dificultades. Y mientras no salga la convocatoria para renovar la dirigencia que aún ostento, seguiré trabajando al lado de los maestros, acompañándolos en el proceso y dando todo de mí porque creo en Dios y sé que tengo que pensar en los demás.

Para terminar con esta amena charla, ¿qué mensaje les darías a los maestros en este preciso momento?, le lanzo la pregunta.

Julio César León Campuzano entrelazó los dedos de sus manos y posó sus brazos frente a sí, con los codos sobre la mesa. “Que nadie nos obligó a ser maestros. Que podemos pensar diferente, pero tiene que haber un punto en común donde podamos velar el uno por el otro, como una gran familia. Que más allá de los intereses personales debemos pensar qué es lo que más vale la pena, ser beligerantes o actuar adecuadamente para poner al maestro en el lugar que le corresponde”. Au Revoir.

@_MarioCaballero

yomariocaballero@gmail.com

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