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LETRAS DESNUDAS

16 Junio 2016

Mario Caballero

El llamado al diálogo

Ante los conflictos sociales que amenazan con robarnos la paz en el estado, el gobernador Manuel Velasco Coello propuso la mejor solución: el diálogo.

En días recientes, Velasco Coello lanzó nuevamente el llamado al diálogo a los diferentes grupos para ponerle fin a la ola de violencia que ha venido dañando la estabilidad económica y social de Chiapas. Esto, como la aplicación de la ley, es un asunto impostergable.

Y como buen comandante reunió para tal propósito a los tres poderes del Estado y a los 122 presidentes municipales que coincidieron en construir juntos los acuerdos que tanta falta nos hacen en estas horas turbulentas.

Nunca antes un gobernador había logrado reunir a todos los alcaldes de la entidad, a los diputados y los titulares del poder Legislativo y Judicial, y concertar con ellos una agenda de trabajo que busque la resolución de la problemática actual y el desarrollo de las comunidades. Y esto habla de un gobierno congruente políticamente hablando, plural, responsable, comprometido y dispuesto a respetar los derechos humanos de la sociedad.

¿Cuál es la connotación política de la propuesta de Manuel Velasco?

La finalidad de emplear esta estrategia es muy clara, llegar a un pacto con las agrupaciones huelguistas que dé soluciones a las demandas que son competencia del estado y garantizar la seguridad y la paz de los chiapanecos.

Empero, dos cosas debemos observar con detenimiento: La voluntad que ha mostrado el gobierno de hacer valer el derecho a la libre manifestación de todos los ciudadanos dentro de un marco legal y la civilidad política del gobernador para interactuar con todos los actores.

En el primer caso, debemos observar que durante los tres años de las protestas de la CNTE, el gobierno de Manuel Velasco ha sido tolerante, respetuoso y garante del derecho de la libertad de expresión. Y en todo momento ha mostrado el deseo de conversar con los líderes, pero estos no han atendido ni entendido el ofrecimiento.

En otros tiempos las marchas eran reprimidas y castigadas por medio de la fuerza y la coerción política. Para no ir más lejos, en la administración de Pablo Salazar Mendiguchía incontables cabecillas del magisterio, políticos y campesinos fueron enviados a la cárcel o terminaron desterrados, hasta se sospecha que varios de ellos acabaron muertos.

Políticos, abogados, periodistas, maestros y decenas de empresarios fueron golpeados y amenazados de muerte por Pablo Salazar por el hecho de atreverse a alzar la voz. El brazo ejecutor fue Mariano Herrán Salvatti, el adorador de la Santa Muerte, que utilizó métodos de tortura para hacer que muchos se postraran ante el poder de la dictadura salazarista.

Juan Sabines Guerrero hizo lo mismo. A través de Nemesio Ponce Sánchez, ex subsecretario de gobierno, la disidencia magisterial, campesina, obrera, etcétera, era silenciada con el encarcelamiento o la desaparición de sus dirigentes. Pero fue en el periodo de Patrocinio González Garrido que salir a manifestarse a las calles era arrojarse a los brazos de la muerte. Ahí, las pistolas eran las que hablaban.

El autoritarismo y la cerrazón gubernamental fueron el común denominador de esas torvas administraciones.

En contraste, Manuel Velasco ha dejado muy en claro las cosas: “Nunca hemos sido, ni vamos a ser, un gobierno represor, siempre hemos sido un gobierno que está abierto a la crítica, a diferentes pensamientos ideológicos; somos un gobierno que privilegia el diálogo, la concordia y la paz, pero si alguien incurre en un delito, les pido que se denuncie”.

La regencia mavequista ha ponderado el derecho que tienen los sindicatos, los asociaciones y los ciudadanos a externar sus demandas, a criticar y censurar lo que cada quien considera equivocado. Lamentablemente, grupos como la CNTE abusaron de ese derecho para delinquir con impunidad, actuar con violencia, sembrar odio, rapiña y las peores prácticas de la barbarie, intolerancia y antidemocracia en contra del pueblo quien es el que sufre los peores estragos de la barbarie de los profesores.

Los maestros confundieron la libertad con el libertinaje.

En el segundo aspecto, la civilidad política de Velasco Coello es destacable: nunca adoptó una actitud autoritaria ante las amenazas de los líderes del movimiento  de desestabilizar el estado. Al contrario, como estudioso de la obra de Gandhi, sabe que nada se resuelve por medio de las armas y la violencia, sino que con su uso sólo se generan males permanentes en la sociedad.

Por eso la voluntad que tiene de escuchar todas las voces, de razonar las demandas y tomar acuerdos en una mesa neutral, incluyente y civilizada. Actitud política que va de acuerdo con los tiempos que nos ha tocado vivir y que no es de este momento, sino que está vigente desde el primer minuto de esta administración y que ha sido fundamental para destrabar los problemas históricos que relegaron en la marginación y el atraso a grandes sectores de la población.

Episodios funestos hemos vivido por la falta de tolerancia y sensibilidad de los pasados gobernadores. Como el ocurrido el 30 de marzo de 1987, donde pistoleros al servicio del gobierno asesinaron a tiros en un mitin al profesor Celso Wenceslao López Díaz. Afortunadamente estamos en otra época gubernamental, donde los conflictos se arreglan con el diálogo y el trabajo político.

Pero no podemos soslayar que cuando es necesario se deben aplicar las leyes para protección de los habitantes y frenar el vandalismo que se ha convertido en el enemigo crónico del desarrollo, la tranquilidad y la convivencia armónica de Chiapas.

Y no hay represión en esto, porque es obligación del gobierno estatal y federal brindarle a los chiapanecos el clima de paz y seguridad que se requiere, situación que se ha visto trastocada por la delincuencia de los grupos inconformes que bloquean las carreteras, tapan las calles, roban gasolina, secuestran a funcionarios públicos, queman alcaldías, hurtan el dinero del cobro por peaje y entorpecen la gobernabilidad.

El gobierno de Chiapas ya dio el primer paso. Los diputados locales y todos los presidentes municipales ya acudieron al llamado del diálogo. Lo que ahora toca es que la otra parte, la CNTE, la OPIEZ y los otros grupos muestren actitud de querer solucionar las cosas pacíficamente y lo hagan con propuestas razonables, apegadas a la ley, con mira a cuidar el interés colectivo y no el de unos cuantos.

La CNTE pidió diálogo y ahora lo tiene. Sin duda este es el momento para que muestre verdaderamente qué es lo que busca, si lograr acuerdos para beneficio de todos los docentes y de la educación de los miles de niños y jóvenes que dejaron sin clases o seguir apostándole a la destrucción, a las reacciones violentas, a la rapiña y a cuanto método de guerrilla tenga a la mano para querer imponer sus caprichos.

Sin más, bien por el gobernador Velasco.

HUGO ARMANDO AGUILAR

¿Qué confabulaba esta vez el secretario general de la Universidad Autónoma de Chiapas, Hugo Armando Aguilar Aguilar, el martes 07 de junio, con los tres directores de facultad que lo acompañaban en un restorán en el lado poniente de Tuxtla Gutiérrez y con quienes compartía costosas copas de whisky?

El maestro Hugo Armando Aguilar ha hecho de la UNACH lo que le ha dado su regalada gana. Con esta nueva rectoría ya son tres los periodos que ocupa el puesto de secretario general y vaya que le ha ido muy bien.

Empezó con el ex rector Ángel René Estrada Arévalo impulsado por Pablo Salazar Mendiguchía; luego, continúa con Jaime Valls Esponda, obedeciendo las órdenes de Nemesio Ponce Sánchez, ex subsecretario de gobierno en el periodo de Juan Sabines Guerrero, quien siempre lo respaldó en las tropelías y con quien pactó otorgar plazas docentes a gusto, violar los derechos gremiales de los maestros, jugar con los intereses de los sindicatos y hacerse de buenas prebendas políticas dentro de la universidad.

Antes del relevo de Valls Esponda, Hugo Armando se ufanaba de tener la rectoría en la bolsa. “Ya mi amigo Juan Sabines dejó todo amarrado para que yo sea el próximo rector”, decía. Y desde su posición operó en contra de la reelección de Jaime Valls, traicionando la amistad de éste y contribuyendo a la desestabilización de la universidad.

Por fortuna, sus sueños de ser rector no se le cumplieron.

Días antes de que el doctor Carlos Eugenio Ruiz Hernández tomara posesión de la rectoría, personal docente y administrativo pidió la renuncia del secretario Aguilar Aguilar ya harta de las acciones que éste venía haciendo en el interior del sindicato. Pero no fue sino hasta finales de marzo del año pasado que estalló la protesta, porque Armando Aguilar había sido ratificado en el cargo por el nuevo rector.

Maestros y administrativos tomaron la entrada principal de la universidad y la rectoría donde colocaron mantas e hicieron circular una carta dirigida al doctor Ruiz Hernández, solicitándole que esclareciera la situación de varios docentes sindicalizados, amenazando que de hacer caso omiso a la petición se irían a huelga.

En el documento denunciaron que Hugo Armando Aguilar había venido concediendo plazas a personas de recién ingreso a la docencia, violando la normatividad y negándoles ese derecho que a otros maestros les pertenecía por su antigüedad.

También, señalaron al secretario general de malos manejos, abuso de confianza y de la venta de plazas docentes.

El rector Ruiz Hernández debería hacer caso a las voces que se oyen por todos los rincones de la UNACH y plantear la renuncia inmediata de Hugo Armando Aguilar para refrescar la administración y cortar de tajo con las arbitrariedades que éste comete en agravio de la educación, porque además lo relacionan con manipular a los estudiantes para que hagan mítines y protestas dentro de la escuela, sobre todo en la Facultad de Humanidades donde él es maestro de tiempo completo desde hace varios años. Au Revoir.

@_MarioCaballero

yomariocaballero@gmail.com

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