LETRAS DESNUDAS
10 Septiembre 2016
MARIO CABALLERO
OXCHUC: EL DESAFÍO
Luego de que el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación (TRIFE) ordenara restituir la alcaldía a María Gloria Sánchez Gómez, presidenta constitucional de Oxchuc, tanto el Gobierno del Estado como el Congreso local tienen frente a sí el desafío de garantizar una transición del poder en un ambiente de respeto y civilidad, cosa nada sencilla.
No hay manera de descontextualizar la situación en el municipio de Oxchuc, una comunidad que se encuentra enfrentada por el poder fáctico, los Usos y Costumbres de los Pueblos Indígenas y el ancestral dominio caciquil que en su afán de impedir que una mujer con un partido distinto sea gobernante están dispuestos a repetir el episodio de San Juan Chamula. ¡Ya lo advirtieron!
Oxchuc es un municipio enclavado en la región de los Altos de Chiapas, ubicado a unos 115 kilómetros de la capital Tuxtla Gutiérrez. Se llega hasta ahí por la carretera que comunica a San Cristóbal de las Casas con Palenque, pasando por Huixtán, un pequeño valle lleno de color y tradición, rodeado de altas montañas.
La etnia predominante es la tzeltal y bajo esa misma lengua su nombre significa “Tres Nudos”. Y como en otros municipios indígenas de Chiapas, las fiestas celebradas a los santos es ahí una tradición elevada al culto, al misticismo, a las revelaciones mayas. Es Santo Tomás, el Santo Patrono, quien recibe las mejores ofrendas, la veneración más exquisita en un día donde los ch´uyk´aales (autoridades religiosas) bajan y suben por la iglesia rodeados por el humo de incienso, el olor a copal y la luz tenue de las velas.
Este asentamiento fundado antes de la llegada de los conquistadores fue por mucho tiempo un importante centro político-ceremonial, donde actualmente sus días de mercado, alegría y folclor se ven opacados por las peleas fratricidas por el control del poder y los eternos conflictos por la tenencia de la tierra. Hoy, Oxchuc es como vivir en el miedo.
LOS ABUSOS Y COSTUMBRES
María Gloria Sánchez Gómez ganó las votaciones del 19 de julio de 2015 por más de 10 mil votos, muy por encima de su contrincante político del Partido Revolucionario Institucional (PRI). Lamentablemente, por esa idea romántica del imperio hegemónico de un solo partido, la sociedad se ha visto envuelta en medio de una campaña salvaje promovida por los caciques del pueblo que quieren retener el poder haciendo uso de la violencia y el amague. Todo amparado por los Usos y Costumbres.
Los referidos Usos y Costumbres son algo así como la justicia por propia mano. En términos más precisos, los antropólogos los definen como una forma de autogobierno indígena, como un conjunto de normas heredadas por generaciones venidas desde los tiempos pre-coloniales que a lo largo de los años han evolucionado aunque de manera rudimentaria, sin equidad de género, disconforme con las leyes constitucionales y de acuerdo a las conveniencias del momento o por las circunstancias, como las guerras de la Conquista, por ejemplo.
En la práctica, los usos y costumbres son patente de impunidad. Es el derecho de linchar porque alguien accidentalmente mató una gallina, o un perro, o un burro, y tiene que pagar con su propia sangre. Cuando el autogobierno indígena entra en acción, se cae en una crisis de autoridad donde nadie puede detener la violencia justiciera, ni los golpes, ni los machetazos, ni la lapidación, tampoco la muerte de los hombres que son quemados vivos ante la comunidad.
El Estado de Derecho, el gobierno democrático y la soberanía constitucional, no son nada ante el salvajismo que protegen y permiten los usos y costumbres.
Y por esa visa es que pasó lo que pasó en la madrugada del 01 de octubre de 2015, cuando un grupo de fieros comunitarios de Oxchuc irrumpieron con dureza en la presidencia municipal despedazando las ventanas, robando el mobiliario, los equipos de cómputo, agrediendo a las autoridades y terminando el acto criminal incendiando las instalaciones y los vehículos de la policía. En el forcejeo, José Alfredo Gómez López, de 18 años de edad, resultó herido de bala en la pierna derecha.
El objetivo del embate era evitar que Sánchez Gómez instalara su gobierno municipal.
Y en la mañana de ese mismo día, Baldemar Morales y Jaime Sántiz Gómez, ex presidente municipal, confesaron ser los perpetradores de la fechoría. “La resistencia es nuestra porque desconocemos el triunfo de María Sánchez Gómez. Y exigimos a las autoridades la anulación de las elecciones del 19 de julio para que a través de nuestros Usos y Costumbres se convoque a un nuevo referéndum”, dijeron.
Y ese fue el inicio de una ola de crímenes. Pues el 15 de octubre de 2015, agreden directamente a la alcaldesa, lesionando en el acto a cuatro personas más, 3 de ellas con heridas de bala. Relata María Gloria Sánchez a los medios que a las 13:35 horas decenas de hombres acudieron a su casa en camionetas sin placas de circulación, encapuchados y con armas de fuego.
Dice: “Empezaron a disparar en la puerta de mi domicilio e hirieron a Marcelo Sántiz Gómez (que había llegado a ser un trámite)”. Otras fuentes declararon que los atacantes continuaron con los disparos y lesionaron al policía estatal Omar Morales y a un niño cuyo nombre no se reveló. También, el regidor Lorenzo Gómez López fue malherido por los hombres encapuchados.
Más tarde, a las 15:00 horas, un grupo como de 200 personas saqueó la bodega del DIF municipal donde se resguardaban los desayunos escolares y le prendieron fuego. Y lo mismo hizo con el establecimiento que la alcaldesa utilizaba como oficinas provisionales, después de saquearla.
En la noche, fuentes oficiales revelaron que Baldemar Morales Vázquez, ex candidato a la alcaldía, tenía secuestradas a diez gentes en su casa, entre ellas un síndico y una regidora.
En el asunto, también la diputada Cecilia López Sánchez es acusada de promover el vandalismo y de financiar grupos de choque para desestabilizar el municipio con el fin de arrebatarle la presidencia a Sánchez Gómez y establecer en concejo municipal que ella se proponía presidir.
El viernes 08 de enero del presente año, miembros de la oposición –algunos según se cuenta son pagados por los caciques- queman 19 casas (3 de éstas propiedad de la alcaldesa María Sánchez) y ocho vehículos, secuestran 30 policías, toman un tráiler y dos autobuses de pasajeros que atraviesan en la carretera para impedir el acceso a la ciudad y hasta el Juez de Paz y Conciliación Indígena –junto con sus hijos- son tomados como rehenes por la turba de vándalos.
De todos estos agravios nadie es detenido, a pesar de la confesión de los autores intelectuales Baldemar Morales, Jaime Sántiz y, presuntamente, la diputada Cecilia López.
MANTENER LA PAZ
Lo de Oxchuc es un drama polarizado. Es una clara lucha por la retención del poder y el control del dinero público. Tanta violencia de parte de los políticos perdedores y de los caciques que durante décadas han lucrado con las necesidades del pueblo y la pobreza de los campesinos no puede entenderse de otra manera.
María Sánchez Gómez ganó con todas la ley, por eso el TRIFE en días recientes ordenó que se le reconozca su legítimo triunfo en las urnas y le sea regresada la alcaldía que bajo presión de sus opositores y las amenazas hacia su persona y su familia tuvo que renunciar. Y se pide que el cumplimiento de la ordenanza surja en un ambiente de paz y civilidad.
Sin embargo, los connatos de violencia siguen perneando en la comunidad. Y no hay mejores para tal encomienda que Juan Carlos Gómez Aranda, secretario de gobierno, y Eduardo Ramírez Aguilar, presidente del Poder Legislativo local: funcionarios de comprobados méritos en el ejercicio público y talentoso en el manejo del diálogo.
No se duda de la inteligencia y sensibilidad de tan singulares personajes, pero sí de la falta de razonamiento por la parte opositora.
Oxchuc y toda su gente tienen que olvidarse de la violencia, los rencores y las diferencias políticas y partidistas para lograr la reconciliación del pueblo, iniciar el proceso que lleve a la comunidad hacia mejores escenarios y reivindicar el sentido moral del estado, ese tan manchado por la sangre de chiapanecos derramada por los propios hermanos.
Y hay que entender que los usos y costumbres jamás deben estar por encima de la Constitución. Menos aun cuando son parte evidente de una actitud primitiva frente a la realidad actual del país y del estado, que cuenta con un sistema democrático que aunque es muy joven todavía es el fundamento principal de nuestro desarrollo como sociedad. Y esto no solamente tiene que entenderlo el pueblo de Oxchuc, Chenalhó y San Juan Chamula, sino todos los pueblos indígenas de Chiapas. Au Revoir.
@_MarioCaballero
yomariocaballero@gmail.com