08 Diciembre 2016
Mario caballero
¡Déjenlos pasar! Ellos sólo quieren alabar a dios
El mensaje del Dr. Alberto Mottesi fue la cereza del pastel en el 23 aniversario de paz en Chiapas, que inició con una marcha multitudinaria al mediodía del domingo 4 de diciembre y culminó en la plaza central de Tuxtla Gutiérrez pasada las ocho de la noche.
Semanas antes la Iglesia Cristiana Jesús es el Camino hizo la invitación a los evangélicos en el estado para asistir a la acción de gracias a Dios, que desde 1994 lo ha venido repitiendo como un recordatorio a los chiapanecos de que Dios es la respuesta a todos nuestros problemas.
La Acción de Gracias a Dios por la Paz en Chiapas nació después del levantamiento armado del Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN), en enero de 1994, sacudiendo al país entero. Antes de eso nadie en el mundo –excepto los mexicanos- sabía de Chiapas. El escritor Carlos Monsiváis dijo al respecto que a veces hay asuntos locales que por su connotación social se vuelven internacionales. Y éste lo fue por mucho.
El objetivo de la guerrilla zapatista era, según el subcomandante Marcos: “¿La toma del poder? No, apenas algo más difícil: un mundo nuevo”.
Después de doce días de enfrentamientos el standing se tornó difícil, con dolores en la economía, migraciones masivas de la inversión, desempleo y violencia en varios municipios por el zapatismo. Chiapas era un caos. Necesitaba ayuda, consuelo y esperanza, pero no venido de la política. Y ese socorro lo dio el pueblo evangélico que pidió a Dios por la paz y la reconciliación entre los chiapanecos.
¿Hubieran empeorado las cosas sin los ruegos y oraciones del pueblo creyente? Nunca lo sabremos, pero si la fe es capaz de mover montañas quizá ésta fue el elemento que hizo posible la paz. Muchos no estarán de acuerdo, sin embargo hoy vivimos en un entorno de sosiego y tolerancia. Y, pues, Jesús dijo: Esta generación no saldrá sino con oración y ayuno.
HIMNOS, COLOR Y PASIÓN
La acción de gracias es un acto de adoración y sacrificio a Dios como pago a las bendiciones que él ha hecho en nosotros y por nuestras familias. Damos siempre gracias a Dios por ustedes, pues en Cristo Jesús, les ha dado su gracia. 1ª. Corintios 1:4. Reina-Valera.
La celebración de acción de gracias fue en etapas, comenzando con una marcha por las principales arterias de la ciudad y terminando en un culto de adoración en el parque central, con diferentes actividades intermedias.
La marcha salió desde varios puntos de la ciudad, del Norte, Sur Este y Oeste. Me uní a la caravana que partió del parque de la colonia Popular, al Sur de Tuxtla Gutiérrez. La reunión estaba prevista a la una de la tarde para ir rumbo al centro a la una treinta. Anteriormente había participado en marchas políticas y en protestas sociales, pero nunca en una de este tipo que fue toda alegría, llena de mensajes de confianza y cantos a Dios.
Comenzamos a caminar a la 01:38 p.m. El cielo estaba medio nublado y la temperatura rondaba los 33 grados centígrados. El grupo estaba integrado por miembros de varias iglesias cristianas, cada una organizada a su manera, pero en sintonía con las demás. Y se contaban por cientos. En las playeras de algunos “hermanos” se podía leer “Rescatemos la Familia”, y en las mantas y en los centenares de banderines frases como “Dios es Amor” y “Cristo Te Ama”. No podían faltar las tortas, las teleras con frijol refrito y las jarras de pozol de cacao, que las mujeres fueron repartiendo durante el camino.
La marcha era encabezada por un camión con un grupo musical que fue tocando coros cristianos sin dedicatoria a ningún santo ni a la virgen de Guadalupe. Entre un coro y otro el cantante preguntaba a gritos “¿Quién vive?”, y la multitud le respondía: Cristo. Detrás del camión caminaban los hombres, mujeres y niños entre cantos y el retumbar de la batucada. Hasta el último, cubriendo la retaguardia, iba el resto del grupo en sus autos.
Del Libramiento a la novena Sur el paso fue ligero, después se alentó bastante al entrar a la zona centro. En la quinta Sur, la marcha tuvo que doblar hacia la primera Oriente para retomar el curso por la segunda, porque la calle central estaba tomada por los vendedores ambulantes.
La gente miraba con curiosidad a los marchistas, pero no juzgándolos, sino admirando el ejemplar acto de fe de cada uno de ellos. De repente, al doblar sobre la segunda Oriente se escuchó el grito de “¡Déjenlos pasar! Ellos sólo quieren alabar a Dios”. El grito provenía de una mujer adulta, regordeta, con blusa azul rey y pantalón negro, que se dirigía a los conductores de colectivo que estaban parados por el tráfico. Estos se movieron y la marcha siguió avanzando.
El calor era insoportable. Miré a mis espaldas y vi a los jóvenes repartiendo folletos, a las mujeres con el rostro perlado de sudor pero ondeando sus banderas. Nadie dejaba de cantar, de decir “Gloria a Dios”, de tocar el pandero, de marchar. No cabe duda que cuando hay una entrega sincera a Dios ni el calor más fuerte, ni el cansancio, puede detener la pasión de los corazones agradecidos.
Llegamos a la Avenida Central a las tres once de la tarde. El camión con el grupo de alabanza se había quedado estacionado en la esquina de la primera Sur y segunda Oriente. Sólo los que íbamos caminando pudimos continuar hacia la plaza.
Al pisar la avenida central la alegría se triplicó, se encendió el sonido de los tambores y las voces de adoración subieron el volumen, las banderas rompieron el aire con mayor fuerza (alguien me dijo que desde arriba no se veía casi nadie, todo era banderas ondeando, color, cantos y gritos de “aleluya”). La marcha conforme fue avanzando se multiplicó. Ya no eran seiscientos o setecientos ocupando cinco cuadras a lo largo y ancho de la calle, sino más de mil personas que cantaban a cappella “El amor de Dios, es maravilloso/El amor de Dios, es maravilloso/Grande es el amor de Dios”.
No sé si por coincidencia, pero las cuatro procesiones llegaron casi al mismo tiempo a la explanada del parque, donde decenas de ujieres las recibían con una larga sonrisa. Todo aquel que conozca el zócalo de la capital chiapaneca sabrá que es un lugar bastante grande, pero en pocos minutos estaba a reventar.
GRACIAS A TI Y NO A NOSOTROS
El pastor Josué Pérez Pardo dirigía el devocional desde un enorme escenario, similar al de los grandes grupos musicales, ubicado en la explanada sobre el lado de la avenida central. Frente a Palacio de Gobierno y a un costado del tablado se erigían dos grandes pantallas para que los que estaban más atrás no se perdieran de nada. Eran las cinco de la tarde. El calor había disminuido. Y para esa hora ya eran veinte mil personas, y seguían llegando de todos los rincones de Chiapas.
Acuérdense, hermanos, porque estamos aquí –dijo el pastor Josué Pérez. No venimos a pasear, sino a alabar a Dios por lo que ha hecho por las familias y porque nos ha permitido celebrar por 23 años consecutivos la paz en Chiapas (la muchedumbre respondió con aleluyas y glorias a Dios). Es gracias a él, no a nosotros. “Amén”, dijeron muchos. Otros aplaudieron.
Pasaron las horas y cayó la noche, pero no la pasión. Alberto Mottesi subió al estrado y…
***
Me intriga la fe, el gozo y los gritos de júbilo que daban estas personas por un Dios al que no ven, pero que aseguran que lo pueden sentir. Y tampoco lo entiendo. En cierta ocasión alguien me dijo que las cosas espirituales sólo pueden verse con ojos espirituales -y entenderse-, y que el primer paso para lograrlo es aceptar a Cristo en el corazón. Pero esto fue todo lo que con mis pobres ojos pude ver. Au Revoir.
@_MarioCaballero
yomariocaballero@gmail.com