16 Enero 2017
MARIO CABALLERO
FRANKENSTEIN
Hay pruebas contundentes que los saqueos en varios estados del país fueron organizados desde varias cuentas falsas creadas en las redes sociales. La policía cibernética tiene la obligación de identificar su origen y dar con los responsables, pero sabrá Dios si lo hará o seguirá actuando como ya es costumbre en este sexenio, dejando que los delitos perduren hasta la eternidad y que cada decisión del gobierno sea carnada electoral para los políticos deshonestos.
“Todos están invitados”, dijo Crescencio Ibarra anunciando los quince años de Rubí. Lo dijo con una convicción que se haría viral en las redes y sin conocer que tantos mexicanos ociosos convertirían la fiesta de su hija en una urgencia nacional. Del mismo modo sucedió con el gasolinazo, con la diferencia de que aquí no entró la ociosidad sino la irritación de los mexicanos: un pastizal seco que sólo requiere de una pequeña chispa para volverse un incendio.
Dicen que la información es poder, pero como ahora la gente suele enterarse de las noticias a través del Facebook, Twitter o por las cadenas de Whatsapp y no por los medios de comunicación tradicionales, la desinformación también lo es. Digo esto porque más allá de la conspiración armada en las redes sociales está el vacío de información de parte del gobierno, silencio que es aprovechado por los distintos actores políticos.
De haberse adelantado el Ejecutivo y el secretario de hacienda a explicar la necesidad crónica de los ingresos fiscales que llevó a instaurar al llamado gasolinazo (284 mil millones de pesos que el Estado espera captar de los impuestos a la gasolina), nos hubiéramos evitado muchos sinsabores. O si antes de haber implementado la controvertida Reforma Educativa hubiera trazado un plan de información para el magisterio y padres de familia, tal vez los muertos aún seguirían vivos. Pero el hubiera no existe.
Los medios también contribuyeron para que el motín fuera una realidad. Vieron en la Ley de Ingresos 2017 (aprobada por el Congreso en octubre pasado) el huracán que se venía formando sobre las cabezas de los mexicanos y no nos advirtieron para que nadie fuera llamado a engaño. Parece que no vimos el interés periodístico en el aumento a los combustibles.
Sabíamos que se estaba tomando la decisión de liberar el precio de las gasolinas de manera anticipada (prevista para 2018 en la reforma energética) y no cuestionamos a la autoridad ni a los legisladores que aprobaron la medida, y nadie les sugirió que la tomaran pero considerando un debate previo y las debidas aclaraciones.
Así que por no darnos por entendidos, todos -absolutamente todos- fuimos sorprendidos. Por la desinformación muchos tomaron partido en las protestas, en las marchas, en los bloqueos y, muy especialmente, en los saqueos.
ENGAÑAR BOBOS
Desde 1994 el país no tenía otro inicio de año tan malo como el de ahora en 2017. La devaluación del peso por falta de reservas internacionales creó una crisis económica en México en los primeros días de la presidencia de Ernesto Zedillo, con altas repercusiones mundiales. El ex mandatario de Estados Unidos, Bill Clinton, solicitó al Congreso de su nación un préstamo por 20 mil millones de dólares para el gobierno mexicano, a efecto de que se pudieran cumplir con los compromisos financieros con los acreedores.
Pero en aquel entonces no hubo motín, tal vez porque el PRI era autoritario. No dejaba que nadie se le subiera a las barbas, ni criticara la administración del país. Y algo muy significativo en estos momentos es que en ese tiempo tampoco estaban en juego las redes sociales: la herramienta política más sutil y más ágil para engañar bobos.
Una persona que trabaja como bot (usuario falso en redes) en una empresa que vende campañas para desprestigiar o alabar a personas o instituciones cobra entre 6 y 12 mil pesos mensuales, en una jornada laboral de doce horas diarias.
En un trabajo periodístico de mucho riesgo, un reportero logra entrevistar a un joven que pide se esconda su identidad. Dice tener 36 años y una carrera trunca en informática. Le apodan El Topo. Trabaja para el partido MORENA organizando saqueos desde Facebook y él ha participado en uno directamente.
“El Topo” le platica al reportero que armar un saqueo es muy fácil: “hago una imagen y la posteo en varios grupos, la gente la comparte y la pandilla (saqueadores) se entera tarde o temprano”, dice. Los saqueadores acuden por su voluntad, sin recibir un pago, “yo sólo le pago a unas cinco o seis personas ochocientos pesos por saqueo. Son los que motivan a la gente a que robe, ellos también a veces roban, pero la mayoría de las veces sólo gritan o crean el caos”.
En la charla, confiesa que su contacto se llama Rosalía, desconoce su apellido pero sabe por la persona con quien la contactó que ella trabaja para MORENA, es la que lleva gente para que vote y tiene a sus familiares en la nómina en una de las delegaciones gobernadas por ese partido. Es la que le paga y le entrega el dinero para que él pague a sus amigos.
Al topo le pagan tres mil pesos por saqueo, en efectivo, se lo mandan con un “chavo” que anda en una moto taxi. Lo único que tiene que hacer es organizar los saqueos y supervisar que todo salga bien. A muchos de los detenidos dice que no los conoce y asegura que no tienen nada que ver con la organización que él dirige desde las redes sociales.
Termina diciendo que “lo que queremos es motivar a una revolución, a que despierten (la sociedad), a que no se dejen pendejear. Yo no hacía nada antes y ahora veme”.
No sé si es la forma correcta de cambiar las cosas –continúa-, pero mientras pueda lo voy a hacer. A mí me pagan por hacer esto, lo hago bien y lo voy a seguir haciendo. ¿Ves esa pantalla (una Smart TV de lujo)? ¿A poco no está bien chingona?
Otra persona que dijo haber trabajado como bot para el PRI, PAN, PRD, PVEM, y también para MORENA, a través de una empresa de redes, es “José” (nombre ficticio). Su trabajo era hacer cierto tipo de comentarios en la red. Manejaba 60 cuentas diferentes, a veces fingía ser un estudiante de preparatoria, un gay, una madre soltera, una adolescente o un empresario. “En la mayoría de éstas (cuentas) me pedían que insultara a ciertos políticos o que inventara asesinatos o delitos cometidos por el gobierno”, dice.
“Pero renuncié porque no quería seguir ganándome la vida mintiéndole a la gente, pues me pagaban seis mil pesos mensuales”, concluye.
¿A quién le convienen los saqueos y la desestabilización del país? Seguro no al gobierno.
EL MONSTRUO
Siendo sinceros nosotros tenemos la culpa de haber creado el monstruo (los saqueos, las manifestaciones iracundas, la manipulación social en las redes y el daño social).
“¡Maldito creador! ¿Por qué me hiciste vivir? ¿Por qué no perdí en aquel momento la llama de la existencia que tan imprudentemente encendiste?”, dijo el abominable ser creado por el doctor Víctor Frankenstein, en el clásico de Mary Shelley. Y ahora los mexicanos lamentamos, como el doctor Frankenstein, haberle dado vida a un monstruo que amenaza en cada momento con quitarnos la seguridad, la tranquilidad y el contento.
Primero, las manifestaciones fueron para dejar en claro una molestia; luego, las marchas se diseñaron para dañar la vida cotidiana de los transeúntes y automovilistas. Después vinieron los plantones que perjudicaron la economía y la vida de los demás, provocando un malestar sobre la sociedad para que ésta a su vez lo echara sobre el gobierno. A los plantones le siguieron los bloqueos, y a estos el vandalismo a los espacios públicos. Y, finalmente, llegaron los saqueos de estos días.
Lo notorio de todo esto es que cada vez son menos los manifestantes y más graves los disturbios. Ya no hay manifestaciones, sólo violencia. Pasamos de lo legal a lo ilegal.
A tal efecto, el gobierno no hace nada para contener los saqueos y la violencia, porque le teme al costo político que tendría que pagar. Los medios de comunicación dan espectacularidad a los actos vandálicos y los multiplica al publicarlos. Y, como consecuencia, autoridad y sociedad, concedimos a nuestra gente el derecho al motín, que ejercen cada día con más astucia y eficacia.
Este monstruo no fue creado por las redes ni por los grupos políticos, es nuestra invención. No nos dimos cuenta que estábamos jugando al Víctor Frankenstein, y ahora tenemos que pagar. ¡Chao!
@_MarioCaballero
yomariocaballero@gmail.com