25 Febrero 2017
MARIO CABALLERO
TIEMPOS DIFERENTES
Hablar de la historia de Chiapas no podría ser posible sin recordar al Dr. Manuel Velasco Suárez, personaje cuyo heroísmo ha traspasado las barreras del tiempo por sus grandes contribuciones a la ciencia, a la medicina, a la política, al desarrollo del estado. “El hombre vale por lo que sirve, no por lo que sabe y menos por lo que tiene”, fue el pensamiento que acuñó durante su vida y legó para la posteridad.
Del Doctor Velasco Suárez se han escrito centenares de libros. Su vida y obra es parte del conocimiento público. Incluso los jóvenes sabemos su biografía, conocemos su filantropía, el orgullo por su tierra, por sus raíces y por su pueblo. Estamos entendidos que amaba a Chiapas con la misma intensidad con que amaba a su familia, y que ese sentimiento está ahora en el joven gobernador Manuel Velasco Coello, su nieto, que era apenas un niño cuando él lamentablemente falleció.
Velasco Suárez nació en la hermosa ciudad de San Cristóbal de las Casas en 1914. Fue un estudioso de la mente, un neurocirujano de fama internacional que en 1982 fundó la Asociación de Médicos Mexicanos para la Prevención de la Guerra Nuclear, afiliada a la International Physicians for the Prevention of Nuclear War, organización que en 1985 obtuvo el Premio Nobel de la Paz. Su labor no se limitaba a la ciencia y a la política, sino a las acciones humanitarias y altruistas.
Durante el sexenio velascosuarista (1970-1976), fue primordial el desarrollo del estado, la paz y la tranquilidad social. La comunidad indígena fue muy favorecida en este periodo. El Doctor Velasco construyó miles de kilómetros en carreteras, levantó clínicas, hospitales, escuelas, pero es sin duda uno de sus mayores logros la creación de la Universidad Autónoma de Chiapas (UNACH), en 1974, que inició actividades en 1975.
En estos tiempos de incertidumbre, se confirma le necesidad de discutir a Chiapas desde la educación, desde la cultura, desde la formación de hombres y mujeres de bien, que por años fue la mayor preocupación del ex gobernador Velasco Suárez que hizo de la UNACH una institución conectada con el quehacer social del estado, no sólo consagrada a la creación de profesionistas, sino también al bienestar de las familias chiapanecas, respetando la diversidad de los pueblos, sus usos y costumbres, su identidad y su moralidad histórica.
ESCARNIO Y VIOLENCIA
Con la creación de la UNACH se inició en Chiapas una época revolucionaria en el sector educativo, situación que hizo que el gobierno de México nos volteara a ver. Otras naciones también lo hicieron. Antes de eso éramos considerados una tierra de analfabetas. Así, arquitectos, licenciados, ingenieros de todas las áreas pusieron en alto el nombre de Chiapas al migrar a todas partes del globo, que con el paso de los años tuvieron reconocimiento por su labor y capacidad profesional. Fue un comienzo espléndido para la Universidad.
Pero ha habido tiempos diferentes.
“Nuestros vecinos, es decir, nuestros enemigos”, escribió Primo Levi. Pero a veces nuestros enemigos están en casa. Por los grandes intereses políticos que la Universidad representa se han configurado cruentas guerras por el poder. Y estas luchas no siempre son hacia dentro, sino también hacia fuera. Como cuando el ex gobernador José Patrocinio González Garrido, por no poder con los conflictos, hizo intentos de cerrarla.
Para que la cuña apriete debe ser del mismo palo. Sin embargo, la institución no siempre estuvo a cargo de un académico. El primer rector lo fue: Federico Salazar Narváez, un catedrático de renombre, prestigioso señor de la contabilidad que condujo a la Universidad por buenos caminos, la llevó al progreso implantando un sistema de enseñanza-aprendizaje que impactó en las diferencias sociales del estado al producir profesionistas que colaboraron en el avance científico, tecnológico y administrativo, temas de urgente necesidad en esos tiempos.
Pero a petición de Pedro Ojeda Paullada, amigo personal de los presidentes Luis Echeverría Álvarez y José López Portillo, Patrocinio González impuso en la rectoría a Jorge Luis Arias Zebadúa, que era procurador de justicia del estado embarrado en el homicidio del periodista Roberto Mancilla, asesinado de dos disparos en la cara. En consecuencia, Vicente Espinosa Pimentel y Esteban de Jesús Zorrilla, chofer y asistente personal de Arias, fueron encarcelados por su responsabilidad en el crimen.
La UNACH, con un policía en la rectoría, careció de identidad. Arias Zebadúa envenenó la Universidad, la corrompió, la convirtió en una caja chica del gobernador González Garrido. Y por ese mismo sendero fue manipulada al antojo de gobernadores autoritarios, como Eduardo Robledo, Julio César Ruiz Ferro, Pablo Salazar Mendiguchía y Juan Sabines Guerrero.
Cuando Donald Trump fue invitado por Luis Videgaray a México, el magnate disfrutó la oportunidad de humillar a su “enemigo” en su propio territorio. Pablo Salazar humilló a la UNACH de igual manera coaccionando a la Junta de Gobierno de la Universidad para imponer en la Colina Universitaria a Ángel René Estrada Arévalo, que venía de la Secretaría de Salud señalado por la Comisión Estatal de Derechos Humanos por la omisión en la muerte de 35 recién nacidos en el Hospital General de Comitán.
Antes, Jorge Ordóñez Ruiz protagonizó un episodio de corrupción en el que se le documentó un fraude de 29 millones de pesos que nunca fue investigado, pues lo protegió quien lo había impuesto: Pablo Salazar.
El 26 de octubre de 2010, la Secretaría de Educación Pública difundió a través del diario El Universal un estudio en el que calificó la situación financiera de la UNACH como “prácticamente insostenible”. Se cuenta que Ordóñez tuvo a los líderes sindicales a raya al pagarles sueldos de cien mil pesos mensuales. Y entregó la rectoría a Estrada Arévalo con una deuda de 750 millones de pesos.
El 17 de noviembre de 2010, académicos, investigadores, alumnos y personal administrativo de la Universidad emitieron un documento que titularon “Manifiesto de Imposición”, en el que se oponían a la designación de Jaime Valls en la rectoría, argumentando que éste no cumplía con los requisitos legales y la capacidad para dirigir a tan noble institución. Tenían razón, pero no pudieron impedir que Juan Sabines Guerrero y Valls se adueñaran de la Universidad.
Jaime Valls fracasó, terminó el periodo en medio del bullicio y las sospechas. Si como gobernante había sido corrupto e ineficiente, como encargado de la Máxima Casa de Estudios de Chiapas fue inútil, torpe, arrogante, altanero y un pelmazo. Al momento de ceder el mando la UNACH estaba clasificada en el lugar 21 de 31 universidades, según el diagnóstico de los Comités Interinstitucionales de Evaluación de Educación Superior (CIEES). Era una institución hundida en el desprestigio.
LA ERA CARLOS EUGENIO
Lo verdaderamente grave es que por mucho tiempo la UNACH no logró salir del letargo por la improvisación, las ocurrencias y los caprichos de quienes nunca les importó que los planes de estudio, la infraestructura y la fuerza intelectual no correspondieran a los tiempos globalizados: proceso tecnológico, cultural, social y educativo de gran escala.
Carlos Eugenio Ruiz Hernández, a diferencia de sus predecesores, no ha vacilado en construir un engranaje que canalice todas las fuerzas en la preparación de profesionales críticos, capaces y propositivos, con sentido práctico, humanista y ético que se correlacionen con el entorno social actual y lleve a la Universidad a incidir con el desarrollo de Chiapas y de México.
Obviamente, no ha sido una tarea fácil para el rector Ruiz Hernández, que por el trabajo que viene haciendo desde diciembre de 2014, consiguió que dentro y fuera del país la UNACH sea reconocida por la calidad de sus egresados, por su actividad científica y tecnológica, por la actualidad de sus planes de estudio y por la transparencia en su administración. Podemos decir que la UNACH ha regresado a la arena internacional.
Que el Mtro. Carlos Eugenio haya rescatado a la Universidad del fantasma de la imposición, del ultraje, de la red de corrupción en la que la enredaron las autoridades del ayer; asimismo, mantener la paz, la estabilidad, el respeto, la credibilidad y enlazarla con el progreso de la sociedad chiapaneca, son resultados que alegran, pero sobre todo que cumplen con los principios con los que la Universidad fue creada por su padre: Manuel Velasco Suárez.
Son tiempos diferentes. Estamos ante un gesto provocado por la digna rabia de no quedar al margen de las grandes decisiones del estado y del país.
PARA MAGDALENA
UN ALIADO valioso para el Rector Carlos Eugenio Ruiz, es Hugo Armando Aguilar Aguilar, secretario general de la UNACH, que recientemente convocó a toda la comunidad universitaria a trabajar juntos, unidos, solidarios en el bien común y en la búsqueda de más y mejores proyectos. Excelente… ¡Chao!
@_MarioCaballero
yomariocaballero@gmail.com