28 Febrero 2017
MARIO CABALLERO
MÉXICO ANTE TRUMP: ¿NUEVO COMIENZO?
Mientras unos se juegan la vida en el desierto sin más socorro que el de los polleros y las recomendaciones a los santos, otros en el gobierno no saben qué hacer para dar garantías de seguridad a los indocumentados mexicanos y a los otros que a pesar de la inestable situación migratoria quieren ir en busca del sueño americano, aventura que después de la llegada de Mr. Trump es más bien como jugar a la ruleta rusa con pistola.
Cuando cualquier persona en México dice “frontera”, siempre se refiere a la del norte. Durante décadas hemos perfeccionado algo así como un complejo de hermano menor, esperando recibir la atención y los favores del primogénito. Y hemos, también, coqueteado con Estados Unidos sin voltear a ver siquiera al Sur.
Ahora, en estos tiempos del presidente loco, con tantas amenazas, burlas y humillaciones, incluso en nuestro propio territorio, qué arrepentidos estamos por no haber hecho bien la tarea y reforzar el pacto bilateral y resolver los problemas internos del país. Y cuando la sociedad pide una respuesta sobre lo que se hará como nación, lo único que recibe son promesas: “México no pagará el muro”, dijo tanto el presidente Peña Nieto y el canciller Luis Videgaray Caso.
La cosa está como para odiarnos a gusto.
Cuando en la película “La Caja” (The Box. 2009), el matrimonio de Norma y Arthur no podía estar peor en cuanto a dificultades económicas, aparece de la nada un hombre misterioso con la mitad del rostro desfigurado tocando a la puerta de su hogar. Este saluda con mucha amabilidad y le entrega un paquete a Norma, y se retira después de prometer que volvería al siguiente día con las instrucciones. El contenido del paquete es una caja de madera con un botón de pulsador en la parte superior. Simple y sencilla.
Al otro día, se presenta el hombre y le propone a Norma un pago de un millón de dólares en efectivo si presiona el botón, pero le advierte que al hacerlo alguien en algún lugar del mundo morirá, alguien al que no conocen y que tal vez nunca conocerán. Para esto le da un plazo de veinticuatro horas para tomar la decisión. De no hacerlo le ofrecerán la caja a otra persona y ellos no recibirán el dinero, dinero que necesitan con urgencia por cuestiones de salud, desempleo y deudas. De esta forma el joven matrimonio se ve en el dilema moral donde se ven enfrentadas la naturaleza humana y las ambiciones personales.
Asimismo apareció Donald Trump de repente y puso en las manos del gobierno mexicano un paquete inquietante que contiene la posibilidad de ponerle fin al TLC (principal motor comercial del país), la deportación de 3 millones de mexicanos y la construcción de un muro en la frontera con Estados Unidos valuado aproximadamente en 8 mil millones de dólares, pagado por México. En un solo gesto, Trump juega con los destinos del país y envenena al gobierno.
LAS DEPORTACIONES
Lo que Donald Trump promete a la sociedad estadunidense no es un salto hacia el futuro, sino hacia el pasado. No quiere fundar la grandeza de Estados Unidos, quiere recobrarla, y eso involucra volver a los años de la fundación del país donde la palabra que resonó en aquel entonces resuena ahora en la grandeza regresiva de Trump: independencia. “¿Independencia de qué?”, se preguntaran muchos.
En otras palabras, lo que busca el presidente naranja es zafarse de las alianzas, de la responsabilidad que tiene su país en los asuntos internacionales, desligarse de los compromisos pactados en el pasado con otras naciones, ya no ser dependiente de las relaciones multilaterales que tanto beneficia a EU como a las demás potencias. Quiere, sin más, ser libre de las cargas que implica tener el liderazgo mundial. Eso es la independencia de Trump.
Tramposamente Donald está actuando sólo de acuerdo con lo que le conviene a su país, le convenga al mundo o no.
Como si fuera el gran jefe, Trump exige a los países bajos impuestos arancelarios, facilidades comerciales, libertad de tránsito para sus connacionales, etcétera, y en cambio impone condiciones –muchas absurdas- si quieres trabajar para él, no con él, y llevar la fiesta en paz. Eso se llama unilateralidad. Dicho de otro modo, los beneficios de las alianzas se quedan del lado de Estados Unidos, que ordena en tanto la otra parte tiene que obedecer.
Con este afán, Trump se convirtió en el peor enemigo de México. Y lo que más preocupa en estos momentos es la amenaza de deportación masiva de mexicanos, empezando por los que están en las cárceles de EU, y aunque los enviados de Trump dijeron la semana pasada que por lo pronto no habrá grandes exilios, los tuits de éste dejaron ver otra cosa muy distinta, pues sigue empeñado en construir el muro y liberar al territorio norteamericano de los “bad hombres”.
Entre los años 2010 y 2015, el número de deportados mexicanos de Estados Unidos disminuyó en un 44 por ciento. En 2010, fueron 470 mil y, en 2016, 204 mil. Sin embargo, esta reducción no se compara con la violencia institucional (digo esto porque las deportaciones son legales) en la frontera, que se recrudeció con la llegada de Trump a la Casa Blanca. Y esta violencia, marcada en su dureza e inhumanidad en el trato hacia los migrantes, no es comparada con la de otras fronteras en el mundo.
Es increíble el silencio de México respecto a esta historia llena de violaciones a los derechos humanos y la crueldad de la policía migratoria estadunidense. Una cosa es respetar la política interna de Estados Unidos y otra muy diferente es callar ante el salvajismo que se ejerce todos los días contra miles de seres humanos, la mayoría mexicanos que son golpeados, detenidos y desterrados, como los 2 millones 600 mil durante los 8 años de Barack Obama.
Otra cosa que también parece increíble es que durante larguísimos años México no ha sido capaz de hacer de este problema el centro de la relación con el país vecino.
Por esta omisión, hoy los millones de mexicanos que viven allá padecen asedio, persecución, han comenzado a habitar en una especie de pesadilla con policías asechándolos en cada esquina, con gente juzgándolos como si fueran criminales, monstruos que merecen ser despreciados por el simple hecho de no haber nacido gringos. Y una deportación significa una mutilación de la familia, en la que pierden a un hijo, un padre, una madre, un abuelo o varios de estos a la vez.
Y lo que hemos aprendido de esto es que ellos no quieren volver, se quieren quedar en Estados Unidos porque es el país que eligieron para vivir. Tristemente, cuando son detenidos confían más en la defensa que puedan darles en los tribunales de EU y los políticos güeros, que la de las autoridades mexicanas. Y prefieren estar allá, aunque sea en prisión, que regresar aquí, a la tierra que no les dio oportunidades.
¿NUEVO COMIENZO O RENDICIÓN?
Preguntamos ¿qué hacer ante la hostilidad de Trump contra los indocumentados mexicanos? Y hablamos de la falta de respuesta de las autoridades. Pero el lunes 20 de febrero por fin el gobierno de México tomó una posición.
El presidente Peña Nieto dijo que no negociará por separado comercio, seguridad y migración, que si la Unión Americana quería una cosa, debía querer también las otras dos. Por su parte, Luis Videgaray hizo énfasis en que no estará dispuesto a aceptar la unilateralidad de las nuevas reglas migratorias. Por lo que debemos entender que México va por todo o nada.
Norma y Arthur estaban en la disyuntiva de tomar el dinero y apechugar con la muerte de una persona, o bien, declinar la millonaria oferta y arreglárselas por ellos mismos. Las autoridades de México pueden aceptar las condiciones de Trump y dejar que los mexicanos de allá y de aquí padezcamos la tiranía antimexicana o pueden continuar con su posicionamiento aunque eso suponga tronar las relaciones y empezar de cero con los escasos recursos que tenemos, pero con la oportunidad de voltear a ver al Sur o hacia todas partes.
¿O qué hacer? ¿Alguien sabe?
Lo más recomendable es que el gobierno debería poner todas las piezas en un solo paquete, que podría ser sin duda el primer paso hacia un nuevo comienzo de la política exterior de México ante Estados Unidos y ante el mundo. La urgente redefinición. ¡Chao!
@_MarioCaballero
yomariocaballero@gmail.com