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LETRAS DESNUDAS

03 Mayo 2017.

MARIO CABALLERO

CNTE: LA REBELIÓN EN LA GRANJA

El poeta Aurelio Arturo descubrió en el paisaje colombiano que “el verde es de todos los colores”. Yo en cambio descubrí, por curiosa casualidad, que el movimiento de la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación (CNTE), es de todas las opiniones.

Ayer, cuando pasaba entre el reducido grupo de maestros que tomaron la Torre Chiapas, escuché a un docente entre 24 y 26 años de edad conversar con una joven mujer de la que supongo es su compañera. Te lo juro –decía- que cuando decidí ser maestro nunca pensé andar aquí. Estudié la Normal (escuela para normalistas) soñando que algún día estaría frente a mis alumnos enseñándoles a leer, a sumar, a escribir, no aquí haciendo desmanes. No de vicio me quemé las pestañas para estar ahora quemándome de sol y pasando hambre. ¡Qué necesidad, dime! Lo más jodido es que de todos los maestros que somos en la escuela, la mitad no apoyamos los plantones. Estamos en contra. Pero ¿qué podemos hacer? Nada. Si venimos es porque nos amenazaron con levantarnos un reporte. ¡Si te digo! Me cae que me siento como un acarreado del PRI.

La ocasión lo ameritaba. Me acerqué a las dos personas y les pedí disculpas por haber escuchado su conversación accidentalmente. Sin embargo, noté que mi presencia había sobresaltado a la joven, que se acercó a su acompañante mientras ponía su mano en su pecho. Después de presentarme, la señorita confesó que en un principio había creído que yo era uno de los tantos organizadores de la protesta y que los había cachado infraganti hablando mal de la CNTE. Descuide –le dije- me han comparado con cosas peores.

LA REBELION EN LA GRANJA - COL LETRAS DESNUDAS 02LA REBELION EN LA GRANJA - COL LETRAS DESNUDAS 04

Hasta ahí todo bien. El chistorete había roto el hielo. Lo malo fue cuando manifesté mis intenciones de saber más de lo que pensaban acerca del movimiento magisterial, pero como periodista en una entrevista informal. El muchacho, de aproximadamente un metro setenta de estatura, tez morena, de gafas y con el cabello engomado, se disculpó con mucha amabilidad y me dijo que lo sentía pero “no quiero meterme en problemas”. No revelaré tu nombre, le contesté. Aun así me extendió su mano, se despidió y caminó junto con su compañera hacia la entrada principal del edificio, donde estaba concentrado el mayor número de manifestantes.

La primera actitud del joven educador (que con severidad hacia sí mismo dijo sentirse como un acarreado por los líderes de la CNTE) y la segunda un tanto más sorprendente (el recelo a manifestar sus ideas de manera abierta), me hizo pensar en la novela de George Orwell, Rebelión en la Granja, donde el escritor critica de manera muy sutil la corrupción del socialismo de la Unión Soviética bajo el gobierno de Stalin.

ALEGORÍA Y REALIDAD

En Rebelión en la granja, Orwell hace uso de los símbolos y el lenguaje figurado para representar a los personajes y el contexto en que se mueven. Los enjuicia, condena y muestra ante el público como lo que son: una estructura del poder corrupta que utiliza las luchas de clases para beneficio de unos cuantos, que son aquellos que ponen la ley y el conocimiento para uso exclusivo de sí mismos. Y lo hace con la mayor elegancia posible, con inteligencia, con genio, creando una de las mejores obras del siglo pasado que es de lectura obligada por ser una novela de gran actualidad.

En el libro, un cerdo conocido como el “Viejo Mayor” convoca en el establo a los animales de una granja para contarles un sueño. Luego, les hace ver que como son ellos los que trabajan de día y de noche para que la granja produzca, son ellos los que se merecen los beneficios. Y, finalmente, los motiva a iniciar una rebelión para adueñarse de la propiedad de sus amos, la Granja Manor. Pero muere tres días después.

Los cerdos toman el lugar del Viejo Mayor y encabezan al resto de los animales en una encarnizada lucha contra los humanos. El señor Jones, dueño de la granja, y su familia no son capaces de detener la furia de los animales y huyen, dejando atrás todas sus pertenencias. De ahí en adelante los cerdos ostentan el poder y le cambian el nombre a la granja, que pasó a llamarse “Granja Animal”.

Los puercos dejan de vivir en la porqueriza y se mudan a la casa del señor Jones. Ya no duermen en el lodo, sino en suaves camas con sábanas finas. Ya no comen desperdicios, sino frutas jugosas, leche, queso y los mejores granos. Poco a poco van aprendiendo a leer, a escribir, a caminar en dos patas, a usar ropa y las herramientas. Y un día de tantos crean sus propias leyes (Siete Mandamientos) y las escriben en letras blancas en la pared trasera del establo.

La granja comenzó a prosperar. Mientras los cerdos vivían en la casa y disfrutaban de lo mejor que se producía y de los placeres que les otorgaba ser los más inteligentes entre todos, los demás animales trabajaban incluso más que antes, comían un poco mejor pero eso no hacía una gran diferencia en sus vidas que cuando eran dominados por los humanos.

Luego de un poco de calma, los marranos empezaron a abusar de su poder y a manipular las leyes a su favor. Aquella bestia que se negaba a cumplir sus órdenes era atacada por los perros, que estaban bajo el dominio de los puercos. Sucesivamente, Napoleón, uno de los cerdos, se convierte en el único soberano y los Siete Mandamientos van desapareciendo conforme éste lo decide.

En el proceso, Napoleón entabló negocios con los demás granjeros y alcanzó éxito económico para la Granja Animal. En contraste, los animales dirigidos por él trabajan largas horas, logrando mayor producción, pero conformándose con la ración de comida que cada día es menor y jamás se quejan a pesar de los maltratos. Sorprendidos, todos advierten que sus compañeros cerdos casi han copiado la conducta y aspecto de los humanos.

Orwell captó la realidad del comunismo soviético y la plasmó en una ficción llena de simbolismos, donde el Viejo Mayor representa a Lenin; el señor Jones, al zar Nicolás II y Napoleón a Stalin. Además, algunos animales como el caballo Boxer representa al proletariado y el cuervo, al clero.

En la CNTE, la alegoría es casi la misma. Los cerdos son los líderes que abusan de su poder y que cambian las razones del movimiento conforme a sus propios intereses; los humanos son el gobierno al que la Coordinadora quiere expulsar; la rebelión es la lucha contra la Reforma Educativa, las movilizaciones, los mítines, el vandalismo, la violencia, los ataques a la vida pública y los daños a la economía y a la paz social; los animales de la granja son los maestros que trabajan, los que salen a las calles, los que pasan calor, los que sufren en los plantones, los que se callan los maltratos ante los cabecillas (como el joven profesor) para que Adelfo Alejandro Gómez, Pedro Gómez Bámaca, Alberto Mirón, Armando Falconi, entre otros, disfruten en la comodidad de sus casas los beneficios que la industria de las marchas produce.

¿SON O SE HACEN?

Hasta el final de la historia, los animales se dieron cuenta de que los puercos podían ser iguales o incluso peores que los seres humanos. Después de cuatro años del movimiento de la CNTE, me pregunto si los maestros son o se hacen los desentendidos de que nunca obtendrán nada (a excepción de los líderes, por supuesto) en esta lucha que a todos nos incomoda.

Me pregunto, también, si no se han dado cuenta de que son carne de cañón, carnada para enfrentarse al gobierno, borregos que escuchan la voz de su señor y obedecen sin oponerse, recuas de un conflicto político que nada tiene que ver con los derechos sindicales, ni con la educación, sino con los frutos del vandalismo y la guerrilla urbana.

El joven docente tiene razón, los maestros son acarreados. Son manifestantes sin causas justas que son obligados a vandalizar a expensas de sus propias vidas, y que ante los ojos del pueblo no son maestros, sino delincuentes con visa de impunidad.

PARA MAGDALENA

AMADÍSIMA PRIMA, los tuxtlecos podemos dormir tranquilos. Gracias a las políticas en materia de seguridad que ha implementado el alcalde Fernando Castellanos Cal y Mayor, Tuxtla Gutiérrez es una de las ciudades más seguras del país. También debemos reconocer que los esfuerzos del Dr. Moisés Grajales Monterrosa han dado frutos extraordinarios, como la reducción de la delincuencia hasta en un 19 por ciento. Fue buena la decisión de no poner a un policía al frente de la Secretaría de Seguridad Pública de Tuxtla, sino a un hombre experimentado en la materia y comprometido con las familias. Excelente… ¡Chao!

@_MarioCaballero

yomariocaballero@gmail.com

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