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LETRAS DESNUDAS

06 Mayo 2017

MARIO CABALLERO

TERRORISMO DE ESTADO

En agosto de 2016, dos imágenes dramáticas compungieron a la sociedad mexicana por lo que vio en ellas retratado.

La primera fue la de un niño rescatado milagrosamente con vida de los escombros durante los bombardeos en Alepo, Siria. La segunda, muestra el cuerpo de un niño arrojado por el mar a las playas mediterráneas de Bodrum, cuya familia intentaba llegar a Turquía huyendo también de la guerra.

Los mexicanos se estremecieron al ver en imágenes la peor cara de la miseria humana, en una guerra producida por la intolerancia radical. Pero, ¿por qué no se indigna al ver las imágenes diarias de los niños que son obligados a salir a vender cigarros a las calles, a bolear zapatos, a pedir limosna, a deambular en los basureros para rescatar comida y que –por si esto fuera poco- son presas fáciles de la prostitución y el consumo de drogas?

¿Por qué no se enoja, por qué no ve ni oye las tragedias diarias de los millones de niños de Chiapas, Oaxaca, Guerrero y Michoacán que son el retrato fiel de la miseria humana de México, que por una guerra absurda desatada por la CNTE desde hace más de tres décadas son condenados a la pobreza, a la miseria y a la ignorancia, y todo por la avaricia de los líderes que se han enriquecido con la lucrativa industria de las marchas?

¿Dónde está esa indignación social que sintió al ver a los niños destrozados por la guerra de Siria, frente al desamparo de los niños mexicanos por sus maestros? Sin duda, esa ira está emparentada con una doble moral de la sociedad.

Hay familias que se muestran severas ante las faltas de buena conducta, son disciplinadas y siempre defienden las buenas costumbres y la moralidad. Pero si un día la hija adolescente queda embarazada, para no verse envuelta en escándalos y en el desprestigio llevan a la muchacha a abortar. Hay otras que enseñan a sus hijos a no robar, a no mentir, pero si son detenidos por conducir ebrios o por el simple hecho de pasarse una luz roja, sobornan al oficial para no ser infraccionados. Doble moral.

El pasado 4 de mayo, un amplio sector de la sociedad chiapaneca se mostró indignado por la detención que hizo la Fiscalía General de 236 normalistas que previamente habían robado dos autobuses. Antes de eso habían cometido otros delitos. Y, con evidente oportunismo, la sediciosa CNTE condenó el acto de justicia como terrorismo de Estado. Esto también es doble moral. ¿Por qué?

LOS NORMALISTAS Y EL VANDALISMO

Las escuelas para normalistas en Chiapas no están produciendo maestros, hombres y mujeres de bien que combatan la ignorancia sembrando el conocimiento y los buenos valores en los niños, a la vez de que ellos se conviertan en apóstoles que ayuden a las próximas generaciones a construirse un mejor futuro, sino están fabricando vándalos que confunden la libertad con el libertinaje, la gimnasia con la magnesia.

Amparados en el artículo 6° constitucional, que garantiza la libre manifestación de ideas sin ser objeto de investigación judicial o administrativa, los normalistas saquean tiendas de conveniencia, secuestran autobuses, vandalizan centros comerciales, causan daños en empresas del sector privado y destrozan edificios públicos. Eso no es libertad de manifestación, sino vandalismo y delincuencia. Equivocaron la gimnasia con la magnesia.

Seguramente son pocos los alumnos que en verdad conocen la causa principal del movimiento estudiantil. Sin embargo, el miércoles 3 de mayo secuestraron un camión de pasajeros y saquearon una tienda de la cadena Oxxo, en Ocozocoautla, donde en un vídeo se ven a jóvenes con el rostro cubierto saliendo de la tienda con hieleras llenas de cervezas, botellas de licor, alimentos y con las cajas registradoras. Meten el despojo en el maletero y huyen. Nadie fue detenido.

El lunes primero de mayo, en medio de las marchas de la CNTE, alumnos de la Escuela Normal Jacinto Canek atentaron contra las instalaciones de la embotelladora Coca Cola, en Tuxtla Gutiérrez, donde realizaron pintas, quemaron llantas, invadieron propiedad privada, destruyeron una máquina despachadora y volcaron ocho vehículos de la empresa que estaban estacionados en el interior.

Pero hay más.     En diciembre de 2016, cien normalistas encapuchados y armados con piedras, palos y bombas molotov, llegaron a las oficinas de la Secretaría de Educación Estatal en dos camiones del transporte público Conejobus. Rompieron los ventanales, hicieron pintas de la “CENECH” (Coordinadora Estatal de Normalistas del Estado de Chiapas) y quemaron doce automóviles, en su mayoría oficiales.

Esto nada más por mencionar algunos casos.

PLAZAS EN AUTOMÁTICO

Los normalistas saquean y destruyen todo lo que está a su paso en demanda de plazas automáticas. Esa es la causa original de sus protestas. Pero en el proceso son manejados por líderes de la Coordinadora como Armando Falconi Borraz y otros docentes de la Asamblea Estatal Democrática (AED), que los utilizan para continuar enfrentados con el gobierno.

¿Es justo el reclamo de los normalistas? Definitivamente, no.

La reforma a las leyes de educación determina que toda aquella persona que aspire a una plaza magisterial tendrá que ostentar un examen para demostrar que cuenta con la aptitud y la capacidad para desempeñarse frente a grupo. Y sólo los más preparados podrán ser merecedores de dicha plaza. Si queremos que nuestros hijos sean más competentes, es necesario que en primer lugar tengan a los mejores maestros.

Esta medida vino a ponerle fin al negocio que los líderes del magisterio hacían con la venta de las plazas, que iban desde 80 hasta 120 mil pesos, dependiendo de dónde estuvieran ubicadas. También, vino a poner un dique para que éstas no fueran concedidas a normalistas de bajo nivel académico, a esos que durante la carrera se la pasaron en la fiesta, en el relajo, en el ocio y la galbana, sabedores que al final de cuentas tendrían en automático una plaza, donde producirían alumnos tan ignorantes como ellos. Por culpa de esta práctica, Chiapas ocupa el primer lugar con el  rendimiento escolar más bajo a nivel nacional.

Pregunto: ¿Quiere que sus hijos sigan siendo unos incompetentes e incultos? Pues continúe defendiendo el vandalismo de los normalistas.

LA DOBLE MORAL

Cuando Eva Cadena, diputada local de MORENA y ex candidata a la alcaldía de Las Choapas, fue exhibida en un vídeo recibiendo dinero en efectivo para ella y para Andrés Manuel López Obrador, el líder nacional del partido dijo que se trataba de un “cuatro” (trampa) planeado por el gobierno. Pero en la segunda y tercera ocasión su excusa ya no fue aceptada. Por un lado, AMLO exige cárcel para los políticos ladrones, pero por el otro él, su partido y sus candidatos son mostrados como lo que son: corruptos de doble moral.

Durante años hemos venido pidiendo a la autoridad que aplique la ley ante los delitos de los manifestantes. Ahora que se aplicó contra los delincuentes que se dicen llamar estudiantes, muchos acusaron al gobierno de represor. ¿Quién los entiende, pues?

En noviembre de 2003, Pablo Salazar reprimió el movimiento estudiantil de la Escuela Normal Mactumatzá que solicitaba plazas automáticas para los egresados. Y nadie dijo nada cuando el ex mandatario cerró la escuela, clausuró el curso escolar, encarceló a 24 alumnos en Cerro Hueco y golpeó a padres de familia y sociedad que apoyó la lucha.

Tampoco nadie se indignó al ver que un trabajador de la institución fue asesinado de un tiro en el pecho por agentes de la policía, cuando éste manejaba un autobús que transportaba un grupo de alumnos que venían de una manifestación en la plaza central de Tuxtla Gutiérrez.

¿Qué importa si millones de niños se quedan sin clases por los plantones de la CNTE? ¿Por qué sentirnos ofendidos si los normalistas golpean a las personas a las que obligan a bajarse de un camión de pasajeros? ¿A quién le interesa si maestros y estudiantes roban una tienda, queman automóviles, dañan edificios públicos o toman una caseta para cobrar el peaje? No pasa nada.

Si alguien es detenido por robarse una gallina pedimos que sobre éste caiga todo el peso de la ley. Pero si es nuestro hijo, amigo o padre el detenido, entonces decimos que es un abuso de autoridad. Tenía hambre y por eso se la robó.

Decir que la detención de los normalistas por la Fiscalía General es represión y terrorismo de Estado, no habla mal del gobierno porque éste actuó bien dentro de un marco legal, cumpliendo con su función de guardar el orden, sino dice mucho de la doble moral ciudadana, que tanto aprueba la delincuencia como condena la justicia a su conveniencia. ¡Chao!

 

@_MarioCaballero

yomariocaballero@gmail.com

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