08 Agosto 2017
MARIO CABALLERO
MIGUEL PRADO
El 31 de mayo de 2016, el poeta Javier Sicilia decidió que el mejor lugar para presentar su libro El movimiento por la paz con justicia y dignidad eran las fosas comunes de Tetelcingo, Morelos, ubicadas en una meseta a las afueras de Cuautla donde se halla un pequeño cementerio. Cuentan que a medio kilómetro del lugar se respiraba un olor penetrante y acre muy diferente al que asociamos con la materia que se pudre y se fermenta: era el tufo de la negra pimienta de la muerte.
Creo que para muchos así huele la corrupción en México y así sus malos gobernantes. Así apesta Miguel Prado de los Santos, alias el sirenito, que estando de vacaciones le aseguró a sus amigos que nada de lo que digan los medios impedirá que sea diputado federal y que su mamá se convierta en Síndico Municipal de Tonalá. Como dijo Umberto Eco: “El diablo no es el príncipe de la materia, el diablo es la arrogancia del espíritu”.
Miguel Prado no es político, sino un vividor de la política. Nació en el municipio de Tonalá, Chiapas, donde según él creció en el seno de una familia dedicada al comercio, la ganadería y la pesca. Como una familia de la clase media. Pero sus paisanos lo desmienten al afirmar que Miguel nació en una casa pobre y que de niño tenía la costumbre de pedir cinco monedas de a peso para poder sobrevivir.
Cursó la educación primaria en la escuela Tiburcio Herrera, en su ciudad natal. Durante los años de su adolescencia sus padres eligieron dejar sus raíces y radicar en Tuxtla Gutiérrez para darles mayores oportunidades a sus hijos. Fue en la capital de Chiapas donde se graduó en las áreas administrativas. Quienes lo conocen desde entonces dicen que siempre fue un estudiante mediocre.
Se enlistó al Partido Verde Ecologista de México (PVEM) en el año 2008. Una de sus primeras encomiendas fue la representación del partido en el Instituto de Elecciones y Participación Ciudadana, que ostentó durante las elecciones de 2012. Luego fue nombrado titular de la Dirección General del Instituto Chiapaneco de Educación para Jóvenes y Adultos (ICHEJA) antes IEA. Con ese cargo comenzó su carrera en el servicio público fuera de las actividades partidistas.
LA PESTILENCIA
“Para estar fuera de la ley hay que ser honesto”, cantó Bob Dylan con ironía. Miguel Prado de los Santos recibió el Icheja el 14 de enero de 2013, y se comprometió a trabajar por el bienestar de los chiapanecos con transparencia y honestidad. Además de cumplir y hacer cumplir los mandatos de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos y la Carta Magna de Chiapas. Sin embargo, la situación fue muy distinta.
Prado nunca elaboró programas ni estrategias para abatir el analfabetismo en la entidad. Tampoco fue su prioridad combatir el rezago educativo ni apoyar las diferentes acciones del instituto a fin de garantizar que todos los chiapanecos tuvieran acceso a la educación. Nunca desarrolló un trabajo sustentado en el “alto compromiso social” como mucho lo prometió.
Durante el tiempo que asumió el cargo fue acusado de corrupción, acoso sexual, acoso laboral y de vender las plazas de la dependencia entre 120 y 150 mil pesos. Fueron los mismos trabajadores del organismo quienes revelaron que Prado de los Santos desviaba recursos para financiar sus proyectos personales, en especial los que provienen de la federación. Y lo hizo incluso cuando ya se había retirado del cargo. Se presume que así fue como obtuvo el dinero que inyectó en fuertes cantidades a su campaña política que lo llevó a una diputación en el Congreso del Estado.
Antes de tomar posesión en el Icheja le dio su palabra a la plantilla laboral de mejorar los sueldos y las condiciones laborales. No cumplió. Una vez en el poder, hostigó, retuvo salarios a quienes consideraba un estorbo y hasta despidió gente valiosa para incluir en los mejores puestos a sus amigos y familiares. Por ejemplo, José Bersain Salas Culebro, que fue regidor y uno de los mayores beneficiarios de la rapiña de la administración de Yassir Vázquez Hernández, lo colocó en una Coordinación Regional donde antes una trabajadora con quince años de antigüedad venía realizando un trabajo encomiable.
Por si fuera poco, se rumora que a muchos de los que despidió no les pagó la indemnización que les correspondía por ley. Los dejó literalmente en la calle. Y mientras a gran parte de los empleados no les pagaba sus salarios, Miguel Prado se daba el lujo de tener dos turnos de asesores, unos en la mañana y otros en la tarde. Y hasta su chofer personal cobraba un sueldo de 15 mil pesos mensuales.
Por los desfalcos de Miguel Prado, el organismo terminó en la inoperatividad y hasta la fecha se deben salarios y prestaciones a empleados, asesores y directivos. Por eso en 2016 se iniciaron nuevamente una serie de paros laborales en las diferentes ciudades donde el instituto tiene presencia, solicitando auditorías a la gestión de Prado de los Santos.
Antes de ser director del Icheja rentaba un humilde cuarto en el Fraccionamiento La Salle. Hoy, en Tonalá, tiene un rancho valuado en varios millones de pesos entre otras suntuosas propiedades en el estado.
En 2015, Miguel Prado obtuvo la candidatura a la diputación local por el Distrito XV con sede en Tonalá, respaldado por el PRI, PVEM, Chiapas Unido y Nueva Alianza, pero violando las leyes electorales y el Código de Elecciones y Participación Ciudadana, pues no presentó su renuncia al Icheja de acuerdo con los tiempos establecidos. Aun así en octubre de 2015 toma protesta en la 66 Legislatura y es nombrado presidente de la Comisión de Desarrollo Pecuario en el Congreso estatal.
Siendo diputado nunca hizo una acción beneficiosa por los municipios de su jurisdicción. Así que cuando pidió licencia para separarse del cargo legislativo y se corrió el rumor de que sería designado como titular de la Secretaría de Pesca y Acuacultura, personas de la zona costa del estado se opusieron, argumentando que era un personaje ignorante y que su llegada sólo causaría inconformidad y atrasos en la entrega de los programas de ayuda al sector pesquero. Era desde ese tiempo una persona non grata.
El 1 de abril de 2016, Miguel Prado fue nombrado delegado de la Secretaría de Desarrollo Social (SEDESOL) en Chiapas. Pero luego de varios meses en el puesto, fue desplazado porque al secretario Luis Miranda Nava no le gustó la desorganización en el organismo, el despido injustificado de trabajadores, el acoso laboral y sexual, los malos manejo de los programas y con fines electorales, el opaco ejercicio de los recursos y el desvío de dinero que puede rebasar los tres mil millones de pesos.
Prado de los Santos es un funcionario corrupto. Dicen que por órdenes suyas las beneficiarias del programa “Prospera” eran obligadas a comprar cada mes una bolsa de suplemento alimenticio con valor de veinte pesos. ¿A quién le quedaba ese dinero?
También, cuentan que algunas veces los apoyos eran pagados fuera de tiempo y recortados, con el pretexto de que los hijos de las beneficiarias estaban de vacaciones. Que de los 2 mil 800 pesos que les correspondía sólo les pagaban 800 pesos, lo que equivale a una retención superior a un millón cuatrocientos mil pesos. Por tantos abusos, en diciembre de 2016 un numeroso grupo de señoras se plantaron en las oficinas de la Sedesol en protesta de que Miguel Prado se negó a entregar el apoyo de Prospera del bimestre noviembre-diciembre. ¿Qué hizo el ex delegado con esos recursos?
CÁRCEL: LA EXIGENCIA
En China los corruptos son castigados con la decapitación, pero no se le exige tanto como eso al gobernador Manuel Velasco Coello tan sólo que ordene una auditoría a Miguel Prado para que éste sea enviado a la cárcel, donde es su lugar.
En este momento, Prado quiere ser director del Colegio de Bachilleres de Chiapas e inmediatamente después diputado federal. Muy conveniente dado su negro historial. ¿Será posible tanta impunidad?
No es demasiado tarde para corregir el rumbo. Las autoridades estatales no deben permitir que un hombre como él, que cada vez que se emborracha se pasea completamente desnudo en los pasillos de los moteles, sea quien tome las riendas de la educación de los chiapanecos. Hay que tomar en cuenta que en tiempos de incertidumbre, enviar a Miguel Prado a prisión significaría una impresionante lección de gobernanza. ¡Chao!
@_MarioCaballero
yomariocaballero@gmail.com