01 Septiembre 2017
MARIO CABALLERO
ALITA: LA MAESTRA DEL ESCÁNDALO
En el hablar popular corre un dicho que nos enseña que hacerle caso a un tonto es engrandecerlo. Hoy, en contra de mis ideales, voy a hacer una excepción.
En la columna PRD: Un asco, publicada en este mismo espacio el 23 de agosto, me refiero a que los que están detrás de las protestas y la exigencia de la destitución y expulsión de César Espinosa Morales, actual dirigente estatal del Partido de la Revolución Democrática, están Alejandra Soriano Ruiz, Sarain Osorio Espinosa, Diego Valera, Rubén Velázquez López y otros perredistas que se presume siguen ligados a los ex gobernadores Juan Sabines Guerrero y Pablo Salazar Mendiguchía. Esto de algún modo irritó a uno de los acusados. Enfrentarlo a su realidad, fue una ofensa.
En un tuit, la ex diputada local Alejandra Soriano me responde (cito respetando puntuación y ortografía): “Te solicito hacer la aclaración siguiente: jamás aprobé ningún préstamo a Sabines; fui la única opositora y x lo cual fui reprimida”. Tomó mi comentario como un atrevimiento abominable. Sin embargo, mi argumento tiene bases firmes.
Jack el Destripador fue considerado un monstruo por la prensa londinense por la brutalidad con que asesinaba a sus víctimas, pero en su locura nos enseñó que aun en la crueldad debemos ir por partes. Así que, apegándome al protocolo, empezaré mi respuesta haciendo las debidas presentaciones, por aquello que no conozcan a Alejandra Soriano.
ALITA SORIANO
Alejandra Soriano siempre ha demostrado tener un febril amor por Chiapas. Condena los abusos del poder y se inclina por defender los derechos de la sociedad. Pertenece desde hace muchos años a la mal llamada izquierda política, cuyas siglas son actualmente sinónimo de corrupción y arribismo: PRD. Pero en el fondo eso no es más que una mera actuación, porque acusa con la izquierda y cobra con la derecha. Es decir, toda su fortuna proviene del gobierno al que recrimina en público y con el que pacta en lo privado.
Muchos saben que en sus años de juventud Alita Soriano era una chamaca pobre que soñaba con cambiar al mundo. Quería erradicar la pobreza, acabar con la corrupción y la impunidad. Empero, así como sucede con casi todos aquellos que comienzan a probar el poder, sus propósitos mesiánicos quedaron sólo en buenas intenciones.
Sus primeros pasos en la política los dio al lado del que con el tiempo se convertiría en su maestro, Sarain Osorio Espinosa, El Picudo, quien desde hace catorce años carga sobre sus hombros una orden de aprehensión que nunca fue ejecutada gracias a las relaciones que sostenía con el ex gobernador Pablo Salazar Mendiguchía. El expediente penal es el 248/2003.
Como todo mal maestro, Osorio le enseñó a Alita Soriano a lograr una buena pesca en el río revuelto. Por eso la vemos colgarse de las demandas más sentidas de los chiapanecos para sacar raja política, como cuando en un abierto afán protagónico demandó públicamente que todos los involucrados en la corrupción del gobierno de Juan Sabines Guerrero, incluido el ex gobernador, fueran enviados a la cárcel. Obvio, al darle a la gente lo que quería oír ella alcanzó notoriedad y poder. Días después de haber hecho esas declaraciones, dijo que había sido blanco de amenazas de muerte de parte de los sabinistas. Eso no fue cierto.
Saoriano Ruiz podrá no saber nada de política, ni de gobernanza, ni del Estado de Derecho, pero es toda una maestra para el escándalo, el chantaje y la inmolación.
Empezó en el gobierno de Juan Sabines como directora del Registro Civil del Estado. Esa fue sin duda su mejor época no sólo por la gran cercanía que tuvo con Sabines, sino también porque podía entrar al despacho de Mauricio Perkins Cardoso y de Nemesio Ponce Sánchez sin pedir permiso. Recordemos que en esos tiempos Perkins y Ponce eran los que mandaban en Palacio de Gobierno.
Luego fue diputada local en la LXIII Legislatura, primero como suplente de Marta Grajales Burguete y después como diputada propietaria, una vez que Grajales solicitó licencia para sumarse a la campaña de Seth Yassir Vázquez Hernández a la alcaldía de Tuxtla Gutiérrez.
Una vez que Yassir estuvo sentado en la presidencia municipal, Grajales Burguete quiso volver a su lugar en el Congreso del Estado pero no pudo porque Alejandra Soriano le armó un pleito personal que llegó hasta los tribunales. Ambas eran mujeres muy allegadas al gobernador Sabines. Alita acudió a Nemesio Ponce y a Mauricio Perkins para que abogaran por ella ante el ex mandatario y así pudiera arrebatarle la diputación que legalmente le pertenecía a Marta Grajales.
Fueron memorables los enfrentamientos entre las dos damas. Cuentan que en varias ocasiones se pelearon a gritos y mentadas de madre en los pasillos del palacio legislativo. Pero el asunto no terminó ahí, pues Alejandra Soriano apeló ante las autoridades electorales alegando que estaban violando sus derechos políticos. En la controversia, la voz del gobierno del estado le favoreció. A partir de ese instante, Soriano se convirtió en una legisladora a fin al gobernador Sabines, en un títere del gobierno.
El que recibe lo que no puede pagar, engaña, decía Séneca. Entre Soriano y Sabines hubo un acuerdo, ella tenía que hacerla de contrapeso del poder y en pago podía disfrutar los beneficios del puesto que le habían regalado. Por eso muchas veces la vimos usar la tribuna para oponerse a las decisiones del gobierno, pero la línea y hasta cada palabra que decía salía del despacho de Nemesio Ponce, donde ella entraba horas antes de cada sesión en el Congreso local. Desde luego, eso debe recordarlo. ¿O no, Alita?
MAESTRA DEL ESCÁNDALO Y EL ENGAÑO
Alejandra Soriano es una maestra del escándalo y el engaño. Para decir esto también cuento con una base firme, lo digo por aquello de que lo solicite la señora Soriano.
Alita participó en las elecciones de 2015 por la diputación federal por el IX distrito electoral, y al no saber cómo conquistar la simpatía de la gente utilizó a su hijo como carnada.
El día 17 de abril de ese año hizo particularmente muchísimo calor en Tuxtla Gutiérrez. Los rayos del sol caían inclementes. El termómetro marcó los 38 grados centígrados, y a pesar de ello la candidata perredista salió a las calles a hacer campaña cargando a su hijo en una cangurera. Se acercaba a los automovilistas y abordaba a las personas en las aceras para entregarles folletos donde ofrecía su proyecto como legisladora. Muchas señoras la reprendieron por su actitud inconsciente y por andar haciendo proselitismo de una manera obscena, engañosa y exponiendo a su bebé.
Un golpe de calor lo puede sufrir cualquiera, dicen los médicos: “no hace falta tener una condición especial”. Sin embargo, son las personas mayores y los niños el grupo más vulnerable. De tal manera, las críticas hacia Soriano fueron duras. Las redes sociales se inundaron de reclamos al ver una fotografía que ella misma subió estando con su niño ese preciso día. Quiso aparentar ser una madre abnegada y trabajadora, cuando lo único que consiguió fue demostrar que estaba usando a su propio hijo con fines políticos. La maestra del escándalo.
En esa misma campaña, no pudo hacer contacto con los electores. Así que para ganar puntos a su favor emprendió una operación para difamar a sus oponentes. Un día, mediante trampas, invitó a los colonos del Barrio San Francisco a un restaurant ubicado en la quinta norte poniente para supuestamente darles a conocer sus propuestas. Todo fue una vil mentira. Soriano Ruiz no ofreció nada, se dedicó a hablar mal de los demás candidatos y repartió volantes donde los difamaba. Esto no sólo es deshonesto, sino además viola el artículo 207 de la Ley Electoral que prohíbe hacer propaganda o alusión a la vida privada de otros aspirantes. La maestra del engaño.
¿O NO, ALITA?
Alejandra Soriano me solicitó que le aclarara si aprobó o no los préstamos de Juan Sabines, siendo que ella –dice- fue la oposición de ese gobierno.
Podría responderle a la señora empezando a decir de su moral que, por un lado, se dice de izquierda, pero que, por el otro, ha vivido del gobierno al que critica ferozmente. Pero me limitaré a preguntar que si siendo diputada local impuesta por gente del sabinato, con quienes tuvo o tiene una profunda e íntima cercanía, ¿no se dio cuenta y no autorizó las deudas del gobierno de Juan Sabines? Todos supones que sí. Tú lo sabes, ¿o no, alita? ¡Chao!
@_MarioCaballero
yomaricaballero@gmail.com