08 Septiembre 2017
MARIO CABALLERO
SE BUSCA GOBERNADOR
Todas las mañanas, sobre el boulevard Belisario Domínguez, en el cruce de la colonia Los Laureles, una señora regordeta y de baja estatura que aparenta haber alcanzado ya los cincuenta años de edad, vende periódicos para ganarse la vida.
No sé cómo se llama y desconozco dónde vive. Lo poco que sé sobre ella es que se dedica al oficio de voceador desde hace muchos años. Tiene una buena clientela y es amable en su trato. La última vez que la vi fue hace dos semanas, estaba con su ropaje acostumbrado: mandil y gorra azul con el nombre impreso de un periódico. Ese día, con la luz roja del semáforo a sus espaldas, se acercó corriendo a una elegante camioneta color blanco, por el lado del copiloto.
El señor bajó la ventanilla y ella puso en sus manos un diario enrollado. “Buenos días, señor –saludó. No nos vaya a quedar mal ¡eh! A usted lo queremos para que sea nuestro gobernador. Todos lo vamos a apoyar”. La mirada de la voceadora reflejaba sinceridad. “Usted va ser el próximo gobernador”, remató y se despidió con una larga sonrisa. El hombre de la camioneta blanca era José Antonio Aguilar Bodegas.
El peculiar encuentro entre el priista y la vendedora de periódicos es el reflejo de algo cada vez más generalizado en los chiapanecos: el deseo ardiente de tener un gobernador con experiencia en Palacio de Gobierno. No uno popular que salga bonito en la foto, sino alguien que conozca del ejercicio del poder para ponerlo al servicio de los demás.
AMARGAS LECCIONES DE VIDA
En los sexenios pasados hemos visto que gobernar se ha convertido más en un anhelo de poseer el poder que de auténticas ganas de servir al pueblo. ¿Qué tipo de gobierno le conviene a Chiapas? La pregunta es retórica y casi metafísica, pues los costos de haber tenido gobernantes jóvenes y sin experiencia recaen en quienes le apostaron a la frescura de los noveles políticos, a los apellidos famosos y al cambio de partido en el poder, o sea, en los chiapanecos.
Aristóteles describía a la juventud como la etapa en la que el hombre, debido a su inexperiencia, es guiado por sus deseos y pasiones sin tener el control necesario, es vehemente, confiado y cree saberlo todo. Por otro lado, aseguraba que el hombre en la madurez es más cauteloso, vive con intensidad pero con un pleno dominio de sí mismo, confía sin exceso, es moderado en el gasto, juzga según lo que considera verdadero y tiene un temple sereno, sin caer ante las pasiones que llevan a los jóvenes a cometer barbaridades.
Más sabe el diablo por viejo que por diablo, dice un refrán. La sabiduría no se obtiene con el hecho de leer cantidades ingentes de libros, sino por el simple acto de vivir y aprender de la vida.
En el Londres del siglo XVIII el uso de la peluca blanca formaba parte fundamental de la indumentaria de los jueces, abogados y magistrados, pues era símbolo de sabiduría. Se dice que las canas en la cabeza de cualquier hombre o mujer revelan juicio, prudencia, sensatez y sobre todo experiencia.
Los presidentes de México por lo regular han sido hombres con trayectoria en la administración pública, dirigiendo desde una secretaría hasta un estado. Vicente Fox antes de ser inquilino de Los Pinos había sido gobernador de Guanajuato; Ernesto Zedillo, que tuvo que gobernar un país en la ruina financiera en 1994, fue titular de la Secretaría de Educación Pública y de la Secretaría de Programación y Presupuesto, posición que también ocuparon Carlos Salinas y Miguel de la Madrid antes de asumir la Presidencia de la República.
No digo que fueron los mejores por haber sido titulares de un organismo de gobierno antes de ser presidentes, pero sin duda alguna eso les permitió saber qué hacer con los recursos del país cuando llegaron al poder. Un político podrá haber sido diputado o senador infinidad de veces, pero si nunca ha dirigido un organismo o gobernado a un grupo de gente, difícilmente sabrá ejercer el poder con provecho para la sociedad.
¿Qué sucede cuando alguien sin experiencia en el manejo de los recursos se convierte en gobernador del estado? Se vuelve un desastre.
Carlo Bini decía que “quien no sabe gobernar es siempre un usurpador”. Pablo Salazar Mendiguchía inició en el servicio público como Subprocurador General de Justicia del Estado en 1978, pero no fue el procurador general. En 1993 fue vocal ejecutivo en el Instituto Federal Electoral (IFE), pero no fue el presidente del IFE. Después, para el periodo 1994-2000, siendo senador fue miembro de la Comisión y Concordia y Pacificación para la solución del conflicto zapatista. Nada más. Del Senado brincó a la gubernatura de Chiapas.
¿Pudo haber sido Salazar mejor gobernador de haber tenido experiencia como titular de una dependencia? Nunca lo sabremos. Sin embargo, por su carácter agresivo y violento, su inclinación por la represión y métodos dictatoriales, que pueden ser consecuencia de su incapacidad e inexperiencia, llevaron al estado a una situación de desasosiego con actos de corrupción, desvío de recursos públicos, avasallamiento de los otros poderes del Estado, ingobernabilidad, desapariciones forzadas, destierros de líderes políticos y más de cien muertos durante los seis años de su administración.
Juan Sabines Guerrero ni siquiera vivía en Chiapas. Nació en Tepetlaoxtoc de Hidalgo, Estado de México. Entre otros cargos fue diputado local priista de 2001 a 2003, por un año y cuatro meses fue alcalde de Tuxtla Gutiérrez, pues renunció al puesto por hacer campaña política al gobierno de Chiapas. La gente que votó por él quizá lo hizo por el buen recuerdo que tenía de su padre, el ex gobernador Juan Sabines Gutiérrez, y ganó porque presumiblemente Pablo Salazar manipuló el conteo de los votos.
Por falta de pericia en el gobierno, Sabines Guerrero puso en marcha políticas públicas mediocres, construyó obras como las Ciudades Rurales Sustentables que sirvieron para la rapiña, la defraudación fiscal y para enriquecer a empresarios foráneos. Las CRS son en día pueblos fantasmas. También creó programas que fueron un fraude, como el Biodiesel, Banchiapas, el Instituto Chiapas Solidario, entre otros. Finalmente, heredó al estado una deuda de más de 40 mil millones de pesos.
Anteriormente, casi todos los gobernadores de Chiapas fueron personas maduras física, mental y políticamente. Si no lograron sacar al estado de la pobreza y la marginación, al menos no destruyeron las instituciones como lo hicieron Salazar y Sabines.
QUE SEPA GOBERNAR
“A usted lo queremos para que sea nuestro gobernador”, dijo la voceadora. Si no me equivoco esa confesión hacia José Antonio Aguilar Bodegas viene de dos ambiciones: rechazar la corrupción de los jóvenes gobernantes y sus malos resultados, y abrigar a un personaje que tiene una larga trayectoria en el servicio público, con arraigo en el estado, que conoce la problemática de Chiapas y que se piensa puede garantizar un buen gobierno.
Aguilar Bodegas siempre ha vivido en Chiapas, nació en Tapachula y vive con su familia en Tuxtla Gutiérrez.
Entre 1980 y 1982 se desempeñó como subsecretario de Desarrollo Económico, luego fue vocal ejecutivo del Programa Integral para el Desarrollo Rural. Pero también ha sido gerente del Banco de Crédito Rural en su natal Tapachula. De 1985 a 1988 fue delegado de la entonces Secretaría de Agricultura y Recursos Hidráulicos. A parte de ocupar un escaño en el Senado de la República y en la Cámara de Diputados en dos ocasiones, ha sido presidente del Congreso del Estado y presidente municipal de Tapachula, donde su gestión dejó un buen sabor de boca.
Actualmente es titular de la Secretaría del Campo del gobierno del Estado y desde ahí se ha convertido en uno de los hombres que le ha dado mayores resultados al gobernador Manuel Velasco Coello.
En sus más de 30 años en la política, ha dirigido los destinos de varias dependencias tanto estatales como federales, administrando los recursos materiales, humanos y financieros y, esencialmente, gobernando a varios sectores de la sociedad chiapaneca, como la campesina por ejemplo.
Se puede afirmar que Josean es un hombre de experiencia y que sabe gobernar. Esa ventaja lo puede hacer el mejor candidato entre el resto de los aspirantes al gobierno del estado que en su mayoría no han administrado ni su partido ni su propia casa.
¿Será esto suficiente para convertirse en gobernador? ¡Chao!
@_MarioCaballero
yomariocaballero@gmail.com