19 Septiembre 2017
MARIO CABALLERO
NI UNA MAS, NI UNA MENOS
Mara Castilla, estudiante de la Universidad Popular Autónoma de Puebla, salió de fiesta con sus amigos. A las cinco de la mañana del viernes 8 de septiembre abordó una unidad Cabify, un taxi seguro. El chofer la miró por el espejo retrovisor. Le gustó lo que vio: una muchacha de 19 años de edad. Bonita. Cabello largo. Con cara de niña. Una belleza de mujer. No pudo contener sus perversiones y la desmayó. La llevó a un motel. La violó. La mató. Cumplidos sus deseos se deshizo del cuerpo como si se tratara de una bolsa de basura.
Eso se llama feminicidio. La Real Academia Española lo define como el “asesinato de una mujer por razón de su sexo”. Es decir, Mara fue asesinada por cometer el delito de ser mujer en una sociedad sexista.
SOMOS UNA SOCIEDAD SEXISTA
Hace poco hubo un escándalo a nivel nacional. Marcelino Perelló, ex locutor del programa Sentido Contrario de Radio UNAM, estando al aire dijo a su compañera una aversión: “No te hagas pendeja, sí les gusta… Bueno, a ti tal vez no, pero muchas mujeres conocen el orgasmo sólo cuando las violan… porque las libera del pecado original”.
Perelló se volvió célebre de la noche a la mañana gracias a su misoginia. “Las mujeres que he violado me lo agradecen después”, dijo. Por esto fue criticado con dureza en la prensa y en las redes sociales. Pero cargado de razón, defendiendo ante los micrófonos los derechos de los violadores, pidió derecho de réplica.
Resulta que Perelló es maestro en la Facultad de Ciencias de la UNAM. Hasta allá fue una periodista con su equipo de trabajo y comenzaron a investigar a las víctimas de la misoginia de Perelló y de otros hombres. Lo malo fue que las encontraron… y a montones. Se dieron cuenta que es común que los docentes acosen a las alumnas y a las maestras por igual. Es común que las manoseen físicamente y las acosen con palabras. Es común que pacten mejores calificaciones y puntos extras a cambio de obtener favores sexuales.
Una académica de la UNAM reveló: “Mira, cuento estas barbaridades públicamente y se acaba mi carrera como científica”.
Sergio Zurita es otro hombre que odia a las mujeres, pero es un poco más exquisito para manifestar su aberración. Desde su micrófono en MVS se ensaña contra las mujeres. Hace poco dijo que las madres de familia son “estúpidas, golfas, pirujas”, que “¡no tienen derechos!”. Hace poco escribió en su cuenta de Twitter que “Elena @Puñetowska es tan vieja que las palomas le tiran migajas”. Elenita es Premio Cervantes de Literatura y es autora de una veintena de libros muy leídos y reconocidos, como La noche de Tlatelolco, pero al entendimiento de Zurita ella tiene dos grandes pecados: ser mujer y tener más de 80 años de edad.
Es lamentable que culturalmente las mujeres han aprendido a ser sumisas y a no contestar las agresiones. Las aguantan con dignidad. Si les duele mucho, callan y se retiran a llorar a sus habitaciones para que nadie más las oiga y las critique. Han aprendido a sobrellevar el acoso, los golpes, los insultos, la denigración, el desprecio y el machismo.
Lo cierto es que para el caso ni Perelló ni Zurita fueron sancionados legalmente. Perelló contó a los medios que el director de Radio UNAM incluso los despidió pidiéndole disculpas: “Ay amigo, qué escándalo se hizo, lo siento pero debes irte”. Somos una sociedad sexista donde lanzar piropos, cachetear a las mujeres, insultarlas en público, violarlas o matarlas se ha convertido en nuestra forma de ser.
LA IMPUNIDAD
De acuerdo con reportes de la organización Mexicanos Contra la Corrupción y la Impunidad (MCCI), cada día son asesinadas entre 6 y 7 mujeres en México. De enero de 2012 a junio de 2016, fueron asesinadas de forma violenta casi 10 mil mujeres en los 32 estados del país, pero de estos sólo mil 887 fueron tipificados como feminicidios, el equivalente al 19%.
La verdad es que las autoridades judiciales les atribuyen cuatro objeciones a las denuncias de violencia de género para que éstas no alcancen justicia: 1) La víctima denuncia la violencia, pero las autoridades presumen que ésta nunca pasó. 2) Sí pasó, pero no puede ser calificado de “violencia”. 3) Sí fue violencia, pero la responsabilidad es de la víctima, no del agresor y tampoco es grave (nada más la violó). 4) Sí fue violencia y el delito recae en el agresor, pero hay otras igual o más graves que atender.
Por los increíbles vacíos legales y la falta de unificación en el concepto legal de violencia de género no han permitido que los casos de miles de mujeres asesinadas sean juzgados como deben. Aparte, un feminicida puede recibir una condena de hasta 70 años de cárcel en algunos estados del país, como Morelos por ejemplo, pero si el asesino alega que cometió el crimen bajo un estado de “emoción violenta” (que también se conoce como crimen pasional), la pena puede ser reducida a sólo una cuarta parte, o sea, a quince años de prisión.
Con base a los informes del MCCI, al menos 7 mil 694 mujeres ajusticiadas a balazos, descuartizadas, violadas, asfixiadas o golpeadas no fueron reconocidas como feminicidio. Según datos de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), el 95 por ciento de los casos en México quedan en la impunidad.
NO ENTENDEMOS LA GRAVEDAD
Todo indica que en el fondo de nuestra Cultura creemos o entendemos que está bien matarlas. Tirar los cadáveres de las niñas, jóvenes y adultas en los terrenos baldíos, al lado de la carretera, en los basureros, etcétera, es parte normal de paisaje mexicano. Es como decir: Llovió ayer, qué mal; mataron a una adolescente antier, qué pena. ¡Carajo!
Después de 12 Alertas de Violencia de Género encendidas en toda la República, parece ser que aún no entendemos la gravedad del asunto. No advertimos el dolor y el sufrimiento de las mujeres violadas. No comprendemos la misoginia y sus crímenes. No hacemos nada por frenar el discurso violento en los medios de comunicación. ¿Quieren pruebas?
En 2012 elegimos a un Presidente que fue gobernador de la sede mundial de los feminicidios: Enrique Peña Nieto. Tenemos a un Procurador General de Justicia, Raúl Cervantes, que hace diez años intentó estrangular a su ex esposa. La denuncia fue levantada por la mujer, pero hasta ahora no hay ninguna respuesta.
Es indignante lo que pasa. Como sociedad democrática debemos acabar con la violencia de género desde la casa, en las escuelas, en las oficinas, en la calle, en todas partes. Debemos censurarlo en los hechos. Exigir a los legisladores penalizaciones más severas. Y denunciarlo con formalidad, como lo hizo Mara Castilla cuando participó en las protestas por el asesinato de otra joven, Lesvy, en la UNAM. Escribió en Twitter: “#SiMeMatan es porque me gustaba salir de noche y tomar mucha cerveza…”. Lo dijo con ironía, pero nosotros le cumplimos con crueldad.
Mara la matamos todos. La mató una sociedad confundida moralmente, que mira cómo se van multiplicando los feminicidios y sin que haga algo en serio por detenerlo. A diario desaparecen jóvenes y días después las encuentran muertas. A diario sabemos que un maestro, un tío o un sacerdote violaron a una niña. Y estoy casi seguro que todos tenemos una historia al respeto en nuestra propia familia, en el hogar, en el vecindario, en la colonia, pero no hicimos nada.
Se dice que la mejor educación es la que aprendes en la casa. Los violadores, ladrones y los asesinos no se hicieron en las escuelas, sino desde el interior de la familia, con sus padres y hermanos. Así que la frase de “Ni una más, ni una menos” no tiene por qué verse sólo como una consigna, sino también como un principio moral inculcado desde los hogares.
Las niñas deben crecer con una infancia feliz. Las jóvenes deben sentirse libres al regresar a su hogar después de ir a la escuela o de fiesta, no valientes por haber vencido el miedo a la brutalidad de los hombres.
Los políticos en lugar de pensar en las próximas elecciones deberían pensar en las próximas generaciones. En legislar leyes que busquen detener estos delitos y las muertes que se están convirtiendo en parte del paisaje de nuestro México. Ayer llovió, qué mal; antier mataron a otra joven estudiante, una vida que apenas empezaba a vivir, a conocer el mundo, y la mataron sólo por ser mujer.
Hagamos algo por terminar con este mal social. Ayer fuer Mara Castilla, mañana puede ser tu hija o tu esposa. ¡Chao!
@_MarioCaballero
yomariocaballero@gmail.com