21 Noviembre 2017
MARIO CABALLERO
EL FRENTE Y EL FUTURO DE MÉXICO
La historia oficial nos cuenta que México vivió un periodo de pobreza y dictadura durante el gobierno del general Porfirio Díaz, pero la revolución vino a rescatar al país para dar a los mexicanos prosperidad y una etapa de cambios políticos en el que se dio paso a un intento de democracia que en los últimos años se ha transfigurado en el gobierno de los partidos. Para nuestra desdicha, la partidocracia se disputa el futuro de México como si fuera un pedazo de carne.
Los partidos Acción Nacional, Revolución Democrática y Movimiento Ciudadano anunciaron el propósito de conformar un Frente Ciudadano que dé respuesta a las demandas más sentidas de la sociedad, entre éstas el cese a la violencia, la corrupción y la impunidad. Al mediodía de ayer, los dirigentes nacionales de dichos organismos políticos declararon ante el Instituto Nacional Electoral (INE) su intención de lograr la coalición rumbo a los comicios de 2018. Sin embargo, no presentaron ningún documento a pesar de que aseguraron contar ya con una plataforma electoral y un plan de gobierno definido. Como dice el dicho, de lengua me como un taco.
Ayer mismo, el partido Morena presentó en el Congreso Nacional su “Proyecto Alternativo de Nación 2018-2024”, en el que enfoca sus propuestas y estrategias de gobierno hacia los indígenas, mujeres, jóvenes y adultos mayores, así como el punto de arranque del combate a la corrupción. Cabe destacar que el plan de Morena fue elaborado por más de doscientas personalidades de distintas áreas en el que además intervinieron empresarios, intelectuales y expertos. Desgraciadamente, el partido y el candidato menos indicados para gobernar a México les están comiendo el mandado a todos.
Como están las cosas, con un PRI desprestigiado y un PVEM soberbio, el Frente Ciudadano es quizá la última esperanza para impedir que Andrés Manuel López Obrador gane la Presidencia de la República en 2018, pero hasta el momento no da señales de poder hacerlo. Lo preocupante es que si el Frente no logra concretarse y presentar un buen candidato, el futuro de los mexicanos estaría en riesgo porque el proyecto de AMLO amenaza con devolvernos a los tiempos de la dictadura y porque él en sí mismo es incluso más peligroso, avaro y menos inteligente que Porfirio Díaz.
EL FRENTE: TRAGEDIA Y FARSA
¿Cómo podemos entender al Frente Ciudadano? Karl Marx decía que la historia se repite: primero como tragedia, luego como farsa”.
El Frente Ciudadano por México tiene la apariencia de ser la repetición del Pacto por México, ese que nada más sirvió para venderle una ilusión al país y quitar los vetos a las reformas constitucionales que por décadas estuvieron bloqueadas. No solamente eso. También sirvió como un pretexto para que los dirigentes de los partidos que lo integraron se separaran de sus antiguos dueños, declararan la existencia de una nueva voluntad política y simularan lealtad al país rindiéndola al presidente Peña Nieto y al PRI. El Frente es lo mismo, dice ser fiel a los propósitos de la nación cuando lo único que le interesa es el poder, y por eso mismo aún no logran ponerse de acuerdo entre ellos.
Primero como tragedia, luego como farsa, dice Marx. El Frente Ciudadano se niega a cumplir una oferta que le hizo al electorado. Tanto el PAN, PRD y Movimiento Ciudadano quieren aprovechar el hartazgo que hay hacia la clase política y el anhelo que tienen muchos de una mayor representación ciudadana, pero no quieren soltar el poder ni un solo centímetro. Además, en el nombre lleva la ignominia, pues quiere verse como una alianza “ciudadana” sin incluir ciudadanos. Eso no sólo es reprobable, sino insultante.
Al fin de cuentas, ¿qué es el Frente Ciudadano? Como el Pacto por México, es la expresión más terminada de la partidocracia. Para ser más precisos, es una nueva modalidad de la cartelización de nuestros partidos, tal como lo menciona el politólogo Klaus von Beyme en su libro La clase política en el Estado de partidos: “A los dirigentes de los partidos […] se les acusa de ser capaces de construir un cártel que conduce a una acumulación de privilegios y al reforzamiento de su distanciamiento social como clase política”.
Más claro: El significado de cártel es “el convenio entre varias empresas similares para evitar la mutua competencia y resguardar los intereses de cada una”. Es decir, los partidos aliados en el Frente pactan cuidarse entre sí para después repartirse las ganancias. Dicho sea de paso, su realización es producto de una reacción lógica, ya que se sienten débiles ante la fuerza de López Obrador y la probabilidad de que el PRI logre permanecer en el poder.
Por si fuera poco, su gestación, discurso, propuesta y proyecto de gobierno son fundamentalmente propios de la partidocracia: prometer lo de siempre y cumplir como nunca. Para esto observemos que el Frente basa su plataforma electoral bajo tres ejes: fortalecer la democracia, combatir la corrupción y la impunidad, y luchar por la pacificación del país, con seguridad y respeto a los derechos humanos. ¿Cuántas veces hemos escuchado el mismo cuento?
Agreguemos que nació de las negociaciones secretas entre los dirigentes, pues nunca surgió de un proceso público y abierto donde la sociedad tuviera una participación verdaderamente activa, y todo porque la cúpula del PAN, PRD y MC no está dispuesta a soltar el poder en manos de una persona extraña y ajena a sus intereses. Así es como también funcionan los cárteles de la droga y el crimen organizado. Tragedia y farsa.
Siendo sinceros, no comparto la idea de la fusión entre el PAN y el PRD. En primer lugar, porque sería lamentable para la democracia que por la ruindad de querer el control del Gobierno se pierda la crítica del PAN a los gobiernos perredistas en la Ciudad de México. Así como también lo sería que el PRD entregue sus libertades y deje su esencia como partido de izquierda para servirle de escalón a la ultraderecha panista. Si el agua y el aceite no se unen, ¿cómo creer que el PAN y PRD si pueden hacerlo cuando una larga historia nos señala que eso ha sido imposible?
EN MANOS DE ANAYA
El Partido Acción Nacional nació defendiendo la democracia, sueño por el que tanto luchó y que pudo ver convertido en realidad en el 2000, cuando su abanderado inauguró la ansiada alternancia democrática en México. Si antes podía considerarse al PAN como la mayor institución democrática de la República, hoy es un partido que sobrevive bajo una dictadura. Eso es una verdadera desgracia y un obstáculo importante para el Frente Ciudadano.
Si hay un partido político en México que ha dado muestra de una auténtica democracia interna desde los años de su fundación, es el PAN. Empero, otorgarle plenos poderes al dirigente Ricardo Anaya para que decida unilateralmente lo que pasará con el PAN y el Frente, es una mancha a la tradición panista, porque no sólo han quedado suspendidos los derechos políticos de la militancia y la democracia interna, sino además ha permitido el nacimiento de un dictador que crece sin oponentes. El único partido capaz de sostener el debate y la competencia, ha tirado su propia historia al cesto de la basura.
Para mala suerte, los panistas también están en manos de Alejandra Barrales (PRD) y Dante Delgado (Movimiento Ciudadano). ¿Podrán estos dirigentes detener las ambiciones de Anaya de autoproclamarse candidato presidencial? Difícilmente, no tienen buenos argumentos, ni una estructura sólida y menos un aspirante visible y de suma competencia política.
Por todo lo anterior, no podemos si no predecir que el futuro del Frente Ciudadano se decidirá en un restaurante y no en los órganos de los partidos. Ricardo Anaya, un experto en la traición y la galantería, será finalmente el que fije los procesos y el candidato frentista al Gobierno de México. Pero por más elocuente que éste sea y por muchos estudios que tenga, es un bebé en pañales ante Andrés Manuel López Obrador.
Dios nos guarde. Si eso se hace realidad, López Obrador ganará la Presidencia de la República sin siquiera despeinarse. Por ineptitud y avaricia, el Frente quedará convertido en un hazmerreír, mientras el PRI y el PVEM se conformarán con lamerse las heridas.
En un casino donde el tallador no gana ni una mano, la casa pierde. Ricardo Anaya terminará apostando todo para ganar nada. Y si AMLO gana, México pierde. ¡Chao!
@_MarioCaballero