05 de Noviembre 2014.
MARIO CABALLERO
EL PODER LEGISLATIVO VIVE
Si de algo hemos sido testigos los chiapanecos, es de la ilógica y disparatada relación entre los poderes Ejecutivo y Legislativo. Por muchos ciclos existió una deleznable reverencia de un poder a otro, siempre del legislativo al ejecutivo, que no sólo ofendió el ejercicio de la buena política, sino que además sumió en el descrédito el quehacer parlamentario hasta conducirlo a una ciénaga pestífera e infame.
Recientemente, con motivo de festejo, la diputada Itzel de León Villard afirmó que “Trabajará por fortalecer la unidad, el consenso y los grandes acuerdos por el bien de Chiapas”, y, desde luego, eso es lo que se requiere para salir adelante: trabajo, esfuerzo y coordinación entre los poderes para lograr el desarrollo de este estado tan golpeado por la cerrazón de los pasados gobernantes.
Pero, ¿qué significado político tiene lo señalado por la diputada del PAN?
Sin demasiados alegatos teóricos, escuchar a un legislador como De León Villard referirse a la labor parlamentaria en esos términos, es sin duda un encuentro con la razón de la política y un homenaje a los nuevos pensamientos de quienes la practican, más ajustada a la realidad y a los días de cambio que sin lugar a dudas nos ha tocado vivir.
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En otros tiempos el Congreso del Estado fue una institución utilizada para el desenfreno, para el desahogo de venganzas políticas, para las intrigas a ultranza y llena de superficialidades. Sirvió en muchos casos como instrumento para desatar desde allí las más inicuas cacerías en contra de los enemigos de los gobernantes que, abusando del poder en su momento, gozaron de impunidad, recursos y encubrimiento para ejecutar los más atroces actos.
El Congreso perdió credibilidad ante el pueblo al saberse que era un lugar donde se escribían historias oscuras, conspiraciones y delitos. Jamás ahí se crearon leyes para favorecer o proteger los intereses de toda una sociedad sino, por el contrario, fue el escenario en el que se desataron escándalos de corrupción e impudicias que denigraron gravemente al parlamento y al parlamentario.
Difícilmente podrán olvidarse, verbigracia, los bacanales de Tito Rubín Cruz (protagonista principal de la Banda del Pañal y Notario Público por obra y gracia de Pablo Salazar Mendiguchía) en su paso como diputado presidente de la Gran Comisión. O las terribles sospechas de rapacidad cuando fue presidente de la Junta Arely Madrid Tovilla, etapa en la que se cree hubo un grosera dilapidación de los dineros del pueblo que enriqueció a todos los integrantes de la Cámara, entre ellos Willy Ochoa Gallegos, que hoy anda infringiendo la ley al hacer campaña proselitista antes de tiempo por toda la ciudad capital regalando despensas con recursos ilícitos.
Por gente como ellos es que muchos políticos pobres abultaron sus cuentas bancarias, se hicieron de mansiones y departamentos en el Distrito Federal, autos del año y se dieron el lujo de pavonearse exhibiendo suntuosas joyas y hasta tener amantes.
En resumen, el trabajo del congresista sirvió para una sola cosa: para formar redes de corrupción y complicidad, porque nunca fueron prometedores representantes del pueblo, sino empleados del Poder Ejecutivo, que con ideas aviesas y truculentas gobernó para desgracia de una sociedad de por sí abatida y resignada a sobrevivir el castigo del poder.
La peor etapa para Chiapas viene desde el garrotista Absalón Castellanos Domínguez hasta el inmoral Juan Sabines Guerrero. Sin embargo, ninguna como la dictadura de Salazar, que con locura y despotismo sembró el terror al recoger el apotegma de Gonzalo N. Santos de “Encierro, destierro y entierro”, recurriendo a la amenaza, a la coacción o a las atenciones económicas para quitarse de encima a los enemigos políticos y lograr con ello a un Congreso sumiso y “a modo”.
Por lo tanto, las ponderaciones de la legisladora Itzel de León alientan a una sociedad víctima de tantos ultrajes, espectadora de las fricciones y de las demostraciones intelectuales más ridículas de quienes se decían representarla, es decir, era como reintroducir o desplegar los asuntos de la conciencia en la vida política y profesional.
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En esto hay certidumbre: Hoy los poderes, tanto el Ejecutivo como el Legislativo, están concertados en encontrar las mejores vías para el progreso de Chiapas, aún en medio de las diferencias lógicas y obvias. Hoy se entiende que aunque los pensamientos sean distintos, las ideas tengan un enfoque diferente o los colores sean disimiles, no debe ser pretexto para enfrentamientos políticos que perjudican a todos.
Avanzar en la agenda legislativa es el tema que propone la congresista De León Villard, porque Chiapas ya no está para más pérdida de tiempo. Y lo declara porque sabe que el Congreso debe caminar con plena autonomía respecto al Poder Ejecutivo, y porque ambos entienden que hay puntos fundamentales que a Chiapas le interesan, como el desarrollo, la paz social, la solución de conflictos, la justicia, la apertura a mayores oportunidades y la construcción de un futuro mejor.
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