17 Febrero 2018
MARIO CABALLERO
LAS COFRADÍAS QUE CONTROLAN EL PAÍS
La historia reciente de México ha sido construida, contada y cambiada a conveniencia por las pandillas de poder que siempre han controlado el país. Hoy mismo la lucha de los priistas por retener la presidencia de la República en 2018 está dirigida por varios personajes que son miembros de una cofradía política que se conoce como “los itamitas”, por aquello de que son gente egresada del Instituto Tecnológico Autónomo de México (ITAM).
A lo largo de la vida del Partido Revolucionario Institucional han surgido grupos de poder que operan desde la clandestinidad. Tienen una solvencia política y económica inimaginable. Son manipuladores. Capaces de desaparecer a cualquiera que estorbe a sus planes. Titiriteros que juegan con el destino de los mexicanos, cuyo único propósito es la retención del poder y el dinero. Nunca se han detenido a pensar en esa cursi idea de gobernar para el bien común.
GRUPO ATLACOMULCO
Uno de éstos, y quizá el más importante, es el Grupo Atlacomulco que para muchos es el mejor mito jamás contado. Todos en el PRI lo niegan, y tal vez tengan fuertes motivos para hacerlo. En 2011, el ex gobernador del Estado de México, Eruviel Ávila, dijo: “Este denominado grupo yo no lo conozco, no existe. Yo tengo años de participar en el PRI y nunca lo conocí”. Una cosa es que traten de desmentir su existencia; otra muy diferente que exista.
Como si se tratara de una leyenda urbana como la llorona, el cadejo, la cocha enfrenada o la mala mujer, se cuenta que todo empezó en 1904 cuando una bruja de Atlacomulco, Francisca Castro Montiel, predijo que de ese pueblo -marginado y empobrecido- saldrían seis gobernadores y que uno de ellos lograría ser Presidente de México.
Finalmente no se trató de una simple profecía, sino de una realidad. Dicha mujer se encargó de darle identidad a una sociedad de políticos que con el paso del tiempo se dieron cuenta que el poder político conduce al poder económico. Aunque los priistas lo desconozcan, hay evidencias de que está integrado por un linaje de familias que gobiernan el Estado de México desde el siglo diecinueve y que fue el que llevó a Enrique Peña Nieto a convertirse en mandatario de la nación.
El grupo Atlacomulco no está legalmente constituido. No tiene papeles. Tampoco reglas definidas, ni ritos de iniciación como cualquier culto secreto, ni requisitos de ingreso, pero eso no lo hace menos real, pues su activismo político puede rastrearse siguiendo los apellidos en varias épocas. Como en 1890, cuando Maximinio Montiel Olmos (abuelo del ex gobernador mexiquense Arturo Montiel) agrupó a políticos del lugar para defenderse de los embates de los aliados porfiristas. En ese entonces, Atlacomulco era un pueblo sin importancia.
La hermandad de Atlacomulco surgió de las familias más acaudaladas de dicho pueblo y de Acambay, que se unieron con el propósito de defender sus privilegios a finales del siglo XIX. Se considera a Isidro Fabela Alfaro como el fundador de la agrupación. Sin embargo, según los estudiosos del tema, fue Carlos Hank González quien llegaría a ser el máximo exponente de esa cofradía, que sin reconocimiento legal alguno y sin ningún código de conducta, logró tener el control total de la entidad que llega hasta el actual gobernador del Estado de México, el priista Alfredo del Mazo Maza.
Un día, Hank González le dijo a un reportero: “no hay ningún grupo político en el Estado de México”. Un año antes, la Secretaría de Gobernación había elaborado un expediente del profesor Carlos Hank, a través de la relación que tenía con éste cuando fue gobernador del Estado de México.
Por esa investigación se sabe que Isidro Fabela fue impuesto gobernador del Estado de México por el ex presidente Manuel Ávila Camacho. Ya en el poder se rodeó de amigos para administrar los recursos de la entidad. Uno de ellos fue su pariente Alfredo del Mazo Vélez, pero el más importante de todos fue el profesor rural Carlos Hank, con quien hizo una serie de negocios con dinero público. Básicamente esas transacciones no eran ilegales, pero sí inmorales.
Carlos Hank nació en Pachuca, Hidalgo, el 28 de agosto de 1926, y fue registrado en Atlacomulco de acuerdo al acta de nacimiento número 471. Era de orígenes humildes, que en sus años de infancia y juventud salía a vender dulces caseros de casa en casa para sostenerse económicamente. Gracias a la amistad con Fabela fue que llegó a ser director de Gobernación en el Estado de México, diputado federal y quiso ser senador, pero la oposición del entonces secretario de Recursos Hidráulicos, Alfredo del Mazo, impidió que lograra el puesto en el Senado.
Hank González se enriqueció de manera brutal con los recursos destinados a la introducción de la red de agua potable. En complicidad con el ex gobernador Fabela, construyó las primeras empresas que son parte del patrimonio y de la inmensa fortuna del clan. Según los documentos guardados por la Secretaría de Gobernación, Carlos Hank quiso ser presidente de la República. Ser hijo de padre de nacionalidad alemana lo imposibilitó, pues el artículo 82 constitucional establecía como requisito obligatorio ser hijo de padre y madre mexicanos.
Aunque no logró ser presidente, Hank González dejó una estructura política, una auténtica maquinaria de poder en función de intereses políticos y económicos por los que han pasado los Del Mazo, los Montiel, los Peña. Otros integrantes de esa mafia son el ex presidente Adolfo López Mateos, Roberto Barrios, Alfredo Becerril Colín, subsecretario de Recursos Hidráulicos en la administración de López Mateos, y el obispo de Toluca, Arturo Vélez Martínez.
Desde Isidro Fabela hasta Alfredo del Mazo Maza, la mayor parte de los gobernadores de esa entidad, como Alfredo del Mazo González, Alfredo del Mazo Vélez, Emilio Chuayffet, César Camacho, Arturo Montiel, Ignacio Pichardo Pagaza, Mario Ramón Beteta, entre otros, han sido identificados con ese grupo, incluso Enrique Peña Nieto que resultó ser heredero de sangre de las familias Del Mazo y Montiel.
La riqueza que tienen esas familias de Atlacomulco les ha permitido tener el control del PRI y manejar a su antojo las candidaturas del partido, aunque no siempre salieron vencedores en especial con la candidatura presidencial. No obstante, son las culpables de la centralización del poder y de controlar el Congreso y las autoridades electorales. Más allá de la habilidad política que pudieran tener, es el dinero lo que mejor las representa.
De Atlacomulco han emanado políticos y caciques que durante décadas se han adueñado del destino de los mexicanos, conduciéndolos a situaciones de pobreza extrema y marginación. Tienen injerencia en la mayoría de los estados del país. Imponen desde alcaldes hasta gobernadores. Es una cofradía política que mucho daño le ha hecho a México y a la democracia.
LOS ITAMITAS
Los de Atlacomulco han sido una gran escuela para los priistas. Se creyó que con la muerte de Carlos Hank en 2001, se acabaría ese legado de podredumbre que copó al priismo desde sus inicios. Lamentablemente no fue así. Enrique Peña Nieto es parte de ellos, y desde la Presidencia los protege y les concede privilegios. Que Alfredo del Mazo se haya quedado con el control del Estado de México después de que la candidata de Morena era la favorita y la que mayor nivel de aceptación tenía de acuerdo con las encuestas, no fue una casualidad, sino un triunfo planeado desde las entrañas del poder.
Marx decía que la historia ocurre dos veces: primero como tragedia, luego como farsa. Los itamitas son una imitación barata del grupo Atlacomulco que se ha hecho del control del aparato económico del Estado. Tienen el dominio de al menos cuatro secretarías. Mandan en PEMEX, la CFE, la Cofece, la Consar, la Condusef, la CNB, Nafin, Banobras, Infonavit, y son los que bajo el liderazgo de Luis Videgaray elaboraron las famosas reformas de Peña Nieto.
El PRI está bajo su dominio y desde ahí quieren seguir teniendo el control del país, pero buscando solamente enriquecerse. Por eso las dependencias que controlan están convertidas en monopolios del Estado.
Son los itamitas los que están detrás de la candidatura presidencial de José Antonio Meade. Y miran a Chiapas como su ranchito, como una aldea de indios donde pueden establecer sus dominios a base de coerción y amenazas. Lo estamos viendo. ¡Chao!
@_MarioCaballero