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LETRAS DESNUDAS

27 Febrero 2018

MARIO CABALLERO

¿A DÓNDE IREMOS A PARAR?

En el México de la barbarie, donde una sola funcionaria del gobierno federal desvió 2 mil 130 millones de pesos de dos importantes secretarías, donde la cifra de muertos por la guerra contra el narco rebasó los cien mil en los últimos cinco años, donde 26 mil 266 mujeres fueron asesinadas entre 2004 y 2016, donde el presidente de la República tiene el nivel de aprobación más bajo en la historia, los partidos políticos propusieron a actores, deportistas y hasta comediantes para gobernar el país. Como dice el dicho: “Ni la burla perdonan”.

CRISIS POLÍTICA

La crisis política actual ha pasado de la cerrazón a la frivolidad. El desprestigio de los partidos no se limita a la corrupción y el nivel de inmoralidad que hay en ellos. Hay que agregarle la falta de ideología y compromiso social. Porque al parecer no les interesa construir gobiernos. No. Por eso mismo no existen liderazgos políticos. Por eso hoy cualquiera puede ser gobernante, aunque eso no signifique gobernar.

En 2012, el PRI se presentó a través de la candidatura de Enrique Peña Nieto como un partido reformado, alejado de las viejas prácticas y con nuevos políticos que decían garantizar la prosperidad, la transparencia en el uso de los recursos y hacer justicia. Entre esos “nuevos priistas” estaba el famosísimo Javier Duarte que está encarcelado por corrupto, bajo los delitos de enriquecimiento ilícito, peculado e incumplimiento del deber. ¿Acaso hay alguien mejor que él para mostrar al nuevo PRI?

En esa crisis política, el PAN perdió su identidad como partido de oposición, abandonó sus principios y adoptó una postura antidemocrática en la que hasta el candidato presidencial surgió de la auto-imposición. El PRD está en vías de extinción. Ese partido que pudo alzarse como la opción política más fuerte y exitosa de México, ni siquiera tiene figuras importantes. Actualmente, no es sino una asociación de pandilleros.

El PVEM es hoy una falacia. ¿Qué ha hecho por proteger el medioambiente que fue en su momento su identidad partidista? ¿Cuáles son sus contribuciones al desarrollo del país? En ambas preguntas la respuesta es la misma: nada. Y desde hace mucho tiempo debió perder su registro por las reiteradas violaciones a la Ley Electoral, mismas que le acarrearon multas millonarias que nadie sabe si realmente pagó.

El Partido del Trabajo es una rémora. Nació como un grupo de choque al servicio de Carlos Salinas. No puede considerarse un instituto político, sino una empresa que durante los casi treinta años de existencia ha tenido sólo un líder nacional, Alberto Anaya Gutiérrez, cuya familia se ha enriquecido a través del manejo turbio de los recursos de los Cendis.

Anualmente, el PT recibe del gobierno federal alrededor de 3 mil 750 millones de pesos para el sostenimiento de dichos centros escolares, que son administrados por María Guadalupe Rodríguez Martínez, esposa de Anaya. Ese dinero es aparte de lo que la institución obtiene del financiamiento público a los partidos que hasta el 2015 superaba los 4 mil 221 millones de pesos. Una inversión inútil en un partido inútil.

Y así llegamos a Morena, que promete una República amorosa, sin corrupción, libre de vicios, con una constitución basada en la moral y un proyecto de gobierno que avala el desarrollo y la equidad. Paradójicamente, el candidato presidencial Andrés Manuel López Obrador, propone el perdón a los corruptos, narcos, violadores y asesinos, cobija a lo peor del PRI, PAN, PRD y está respaldado por salinistas, foxistas y calderonistas. El partido de la “esperanza de México”, es una cazuela que quiere recogerlo todo.

Hace poco más de veinte años, Umberto Eco habló del “fascismo eterno: la presencia de una política que traspasa los regímenes, un impulso nostálgico e intolerante que enfatiza la identidad y desprecia los cálculos de la razón”. Creo, a la verdad, que los nuevos antagonismos políticos llaman a retomar la vieja advertencia de Eco.

La crisis política del país tiene su causa en muchos factores. Uno de éstos es la incapacidad de los partidos para promover la inclusión. En el PT chiapaneco, verbigracia, un reducido grupo de ex maestros liderados por Amadeo Espinosa Ramos es el dueño del partido, se reparte los beneficios, tiene el control de los recursos económicos y no permite que alguien ajeno a ellos tome la dirigencia del organismo. La política es para unos cuantos, no para todos.

Otro de los factores es el debilitamiento del espacio común, o sea, donde el pueblo no tiene ni voz ni voto, lo que viene siendo una política sin democracia. Esto lo estamos viviendo actualmente en Chiapas, donde los partidos hicieron alianzas, luego se disputaron las candidaturas, después se separaron por no encontrar puntos de acuerdo y, finalmente, se volvieron a unir pero con otros partidos. Persiguen el poder como la hiena la carroña. Mientras el pueblo nada más es un mero espectador, los políticos se reparten y deciden el gobierno que quieren. Tenía razón Charles Bukowski al decir que la diferencia entre democracia y dictadura consiste en que en la democracia puedes votar antes de obedecer las órdenes.

La torpeza de los partidos para adaptarse a las nuevas circunstancias es otro de los factores. El candidato de Morena ha prometido que de llegar al poder eliminará la Reforma Educativa, aunque eso signifique devolverle el control de la educación al sindicato de maestros (que es un error) y continuar con un sistema educativo arcaico, disfuncional y de pésimos resultados. Volver al pasado, es su mejor opción.

Una causa más de esa crisis es la carencia de identidad e ideología partidista. Más claramente: ¿qué representa Morena para México cuando su militancia está hecha de una mezcla insana de ex priistas, ex perredistas y ex panistas corruptos, entre otros, que se unieron al partido de López Obrador nada más porque no tuvieron cabida en sus respectivos partidos? O ¿el PRD sigue siendo de izquierda?

DE LA FARÁNDULA A LA POLÍTICA

“Mi ideal político es el democrático. Cada uno debe ser respetado como persona y nadie debe ser divinizado”, dijo Albert Einstein. Sencillamente porque la política es cosa seria y no un juego. No es una cuestión que pueda manejarse con ocurrencias e improvisaciones. Esto viene a mención porque ante la podredumbre de la política ha llegado algo incluso peor: la frivolidad de postular a cargos de elección a gente que nunca ha tenido nada que ver con el noble arte de gobernar.

En 2015, el Partido Encuentro Social destapó al actor Alejandro Camacho como aspirante a diputado federal. También postuló a la cantante Yuri para uno de los 532 cargos públicos que buscó ganar ese año. Incluso quiso impulsar al actor Carlos Villagrán, conocido como Quico en la serie de televisión El Chavo del 8, que terminó por hacer una rabieta porque no fue tomado en cuenta para la candidatura al gobierno del estado de Querétaro.

Es sin duda el caso más polémico y famoso el del futbolista Cuauhtémoc Blanco, que fue candidato del Partido Social Demócrata y ganó la alcaldía de Cuernavaca, Morelos, uno de los municipios más violentos del país que acabó peor de lo que estaba. Otro parecido fue el de Carmen Salinas, que de actriz de películas de ficheras pasó al Congreso de la Unión donde percibió un sueldo anual de un millón 942 mil pesos.

Este 2018, el gobierno del estado de Morelos será disputado por el actor de churros telenoveleros de Televisa Ariel Gómez Padilla, del PT, y Cuauhtémoc Blanco, ahora abanderado de Morena.

Otros son Rocío Banquells (precandidata del PRD a la Asamblea Legislativa de la Ciudad de México), la actriz María Elena Saldaña, “La Güereja” (candidata del Partido Nueva Alianza a diputada federal), el cantante Eduardo Capetillo (candidato del PRI a la alcaldía de Ocoyoacac, Estado de México), el actor Sergio Goyri (va por el PRI a la presidencia municipal de Tlajomulco, Jalisco), y el productor Sergio Mayer, candidato de Morena a diputado federal. ¿Será lo mismo hacer un show de “Sólo para Mujeres” que legislar una reforma hacendaria?

Ya no hay respeto. Si ante el México de la barbarie los partidos fueron capaces de frivolizar la política al proponer a gente de la farándula para que se haga cargo del gobierno, ¿qué más sigue? ¿Hacer senador a un caballo así como lo hizo Calígula?

Lo digo con todo respeto: México necesita políticos para que lo gobiernen, no payasos.

@_MarioCaballero

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