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LETRAS DESNUDAS

23 Marzo 2018

MARIO CABALLERO

EL ÚLTIMO GRAN NEGOCIO DE CÉSAR

“La política es el arte de gobernar”, definió Aristóteles en uno de sus tratados sobre este tema. La Real Academia Española la define como la actividad de quienes rigen o aspiran a regir los asuntos públicos. Un poco más claro lo decía Ambrose Bierce, que la política es la conducción de los asuntos públicos para el provecho del pueblo.

Lamentablemente, para los políticos de nuestro tiempo no es sino el camino fácil para el enriquecimiento, el fast track del progreso personal. Así la entiende César Espinosa Morales, todavía dirigente del PRD en Chiapas, que ha hecho de esa noble tarea un negocio muy rentable. Durante el tiempo que lleva dirigiendo el partido se ha dedicado a desprestigiarlo, explotarlo y hostigar a la militancia, y todo por llenarse los bolsillos.

LOS NEGOCIOS DE CÉSAR

Corría el año 1997 cuando César Espinosa se enlistó a las filas del PRD. Era un chamaco sencillo, afable, humilde, modesto tanto en el vestir como en el hablar. No como el de ahora que despide arrogancia por cada uno de los poros. No era miserable, pero su raquítica economía no le alcanzaba ni para comprarse un tarro de gel para aplacarse los pelos parados.

Como todo joven que empieza a dar sus primeros pasos en los escabrosos caminos de la política, también él soñaba con tener éxito y convertirse en un líder de masas que lograra el desarrollo del pueblo chiapaneco. Cuentan las secretarias que daba gracia y a la vez lástima verlo correr por el antiguo edificio del PRD, cargando el mandado de los altos funcionarios del partido. Fue el maletero de Carlos Morales Vázquez y de Jorge Antonio Morales Messner, que fue detenido a mediados de febrero de 2016 acusado de asignar una obra sin licitación de por medio.

“Los políticos son como los cines de barrio, primero te hacen entrar y después te cambian el programa”, dijo el poeta Enrique Jardiel. Fueron los Morales (Vázquez y Messner) quienes le enseñaron a César Espinosa todo lo que sabían sobre política. Los dos le dieron le comer. Lo vistieron. Apacharon colocándolo en puestos partidistas de buen nivel para que tuviera oportunidad de abrirse camino por sí mismo. Al final de cuentas, como Judas hizo con Jesucristo, les pagó con la sucia moneda de la traición que ha sido desde siempre su principal virtud.

En octubre de 2014 fue designado presidente estatal del PRD a través de una elección simulada y en medio de escándalos de corrupción, pues se dijo que utilizó los recursos del CECyTECH, del cual su hermana Olga Luz es directora, para financiar su campaña hacia la dirigencia.

Con el supuesto respaldo de 182 votos a favor, uno en contra y cero abstenciones de un total de 183 Consejeros Estatales, Espinosa Morales se levantó con el triunfo para dirigir el PRD para el periodo 2014-2017. Sin embargo, sólo se trató de una comedia, una farsa, porque fue impuesto desde el poder.

Siendo un mozuelo que sabe más de parrandas que de política, lo primero que hizo al tomar protesta como líder del PRD fue desatar todo su coraje contra las trabajadoras del instituto, exhibiendo sus altos grados de intolerancia, misoginia y prepotencia. No le importó que algunas de ellas fueran madres solteras, estuvieran embarazadas o con más de 40 años de servicio. Las corrió sin ninguna justificación y tampoco las indemnizó como marca la ley.

Las empleadas denunciaron haber sido amenazadas y hasta golpeadas por guaruras del dirigente perredista, y que sus puestos fueron ocupados por gente de César Espinosa.

En noviembre de 2014, trabajadores del CECyTECH manifestaron que la directora Olga Luz Espinosa sustraía recursos de la dependencia disfrazados de viáticos y pago de comisiones, que iban a parar a las cuentas bancarias de su hermano César Espinosa. Además, aseguraban que en la nómina del Colegio habían sido incluidos varios militantes del PRD.

Otra pillería fue el despido de 30 orientadores educativos motivado por un recorte presupuestal que nunca afectó al Colegio. Los ex trabajadores señalaron que después de ese abuso muchos perredistas fueron incluidos en puestos ejecutivos dentro del instituto y que un porcentaje de esos recursos habían sido destinados para el financiamiento de la campaña política de César Espinosa, que según el Comité Nacional del PRD había falsificado firmas para obtener una diputación plurinominal. Por ese delito fue denunciado ante la hoy Fiscalía General del Estado de Chiapas sin que nada ocurriera.

En mayo de 2017, se descubrió que Olga Luz había cometido un desfalco de más de 54 millones de pesos a ese centro educativo, que fue desviado por los conceptos de pago de capacitaciones, diseño e impartición de diplomados, de los cuales no existía evidencia de que realmente se hubieran realizado y fueron pagados a empresas con giros distintos a la prestación de los servicios contratados y una de éstas es propiedad del perredista Gilberto de los Santos Cruz, amigo íntimo de César.

En esa misma fecha, un grupo de integrantes del Comité Ejecutivo Estatal, líderes de expresiones, consejeros estatales y nacionales, diputados locales y diputados federales, señalaron a César Espinosa de estar traicionando a la militancia y malversar los recursos del partido. Entre otras cosas por no rendir cuentas de las finanzas, no entregar en tiempo y forma las prerrogativas a los Comités Municipales, hacer cambios arbitrariamente en la estructura, organizar eventos públicos con dinero del PRD para favorecer la imagen de políticos de otros partidos y falsificar documentos.

En agosto de 2017, militantes y simpatizantes perredistas exigieron la destitución del presidente estatal del PRD bajo el argumento de que estaba trabajando para el PRI, PAN y PVEM. Además, solicitaron que fuera investigado por el mal ejercicio de más de 39 millones de pesos de los que no había entregado ningún informe. Por otro lado, revelaban el inexplicable enriquecimiento de César Espinosa y documentaban que desde la fecha en que tomó protesta había realizado la compra de varias propiedades.

Meses después, en octubre, denunciaron el entreguismo de Espinosa Morales hacia funcionarios del gobierno, así como de la fuga de dinero. El perredista Gabriel Gutiérrez Ávila acusó al dirigente de “jinetear” los salarios de ocho secretarios, cuyo monto era de varios millones de pesos. Igualmente, reveló que durante esa fecha César Espinosa recibió poco más de 40 millones de pesos de los cuales sólo había gastado la mitad, pero el resto de ese millonario recurso quedó en la opacidad.

EL ÚLTIMO NEGOCIO

El último negocio de César Espinosa no fue por dinero, porque ya tiene mucho, sino por impunidad.

Con tantas denuncias en su contra, que cualquiera de éstas puede llevarlo a la cárcel, Espinosa Morales buscó el medio para presionar a la dirigencia nacional con tal de obtener una legislatura y refugiarse en el fuero. Y lo encontró en el nombre de Eduardo Ramírez Aguilar, uno de los políticos chiapanecos más destacados de nuestro tiempo.

Lo primero que hizo fue oponerse a las decisiones de la cúpula nacional del PRD en cuanto a la elección de la candidatura al gobierno del estado. Luego se separó de la coalición del Frente por Chiapas y se pronunció a favor de la candidatura común entre el PAN, Movimiento Ciudadano y los partidos locales, que sería encabezada por Ramírez Aguilar.

En sus posteriores intervenciones públicas amenazó al Comité Ejecutivo Nacional de El Sol Azteca con reventar el partido en caso de que el veredicto no favoreciera su propuesta.

Ridículo. ¿Con qué pretendía cumplir sus caprichos si es un político mediocre, desprestigiado, corrupto, despreciado por los mismos perredistas, sin el mínimo valor político, sin poder, sin seguidores, incapaz de organizar un movimiento político que inspire confianza?

Así, tal como suele suceder con los tiranillos, traicionó a Eduardo Ramírez a quien vendió por dos diputaciones locales plurinominales: una para él y otra para su hermana Olga Luz. El último gran negocio de César Espinosa. ¡Chao!

@_MarioCaballero

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