17 Abril 2018
MARIO CABALLERO
UN CANDIDATO CON COMPLEJO DE POLICÍA
El 12 de enero de 2018, Jorge Luis Martínez Salazar registró su intención de participar como candidato independiente a la alcaldía de Tuxtla Gutiérrez ante el Instituto de Elecciones y Participación Ciudadana. Y a partir de ese instante desplegó lonas en varios puntos de la ciudad con una frase bastante sugerente: “Vamos a ponerle Jorge a Tuxtla”. Rebosante de ambiciones, carece de ideas. Confunde la vulgaridad con ingeniosidad.
Hace unos días, al obtener el registro, anunció a través de sus redes sociales que de llegar a la presidencia municipal encarcelará a los últimos 10 alcaldes de Tuxtla. Aseguró, además, que le pedirá al Juez de lo Penal en el Amate que ponga en la misma celda a Francisco Rojas Toledo y a Fernando Castellanos Cal y Mayor para que se entretengan platicándose sus corruptelas.
Con esa pinta de “justiciero anónimo”, Jorge Martínez pretende ganarse la confianza de los tuxtlecos. Siendo ignorante del arte de gobernar, lejos del trato político y más lejos aún del carisma, aparece como el candidato de los empresarios. Teniendo todas las características para ser un excelente policía, no califica como mandatario.
CANDIDATO INDEPENDIENTE
La propuesta de Jorge Martínez Salazar hace suponer que está compitiendo por el cargo de Juez, Ministerio Público, Comandante de policía o ya de plano de celador. También hace pensar en la nostálgica restauración del sistema político, algo similar a la “República Amorosa” que promete Andrés Manuel López Obrador. La diferencia es que Jorge Martínez busca instaurarla por medio de la encarcelación de los corruptos, mientras AMLO ofrece el perdón.
La irrupción de candidatos independientes ha traído tanto beneficios como pérdidas a nuestra democracia. Abrió una puerta a la obligada revisión del viejo sistema de partidos, hoy fuente de rechazo más que de adhesión ciudadana. A la hora de las elecciones los partidos violan sistemáticamente la ley que los regula, usando dinero ilegal y abusando de lo ilegal. Esto sin mencionar los actos de corrupción que se viven dentro de ellos y como partidos en el gobierno.
Algunas de las inconveniencias de la aparición de los candidatos independientes es que nadie sabe cómo financiarlos, ni con cuánto, ni a cuántos. Empero, eso vendría siendo quizá el menor de los males. Creo que el principal problema sería darle entrada a cualquiera, político o no, con malos antecedentes o no, con experiencia en el servicio público o no, apto o no. Así como no es lo mismo “Juan Domínguez” que “No me chingues”, tampoco es igual que alguien que toda su vida se ha dedicado a lustrar zapatos, elaborar helado, vender ropa o construir casas de pronto esté diseñando políticas públicas y administrando los recursos de todo un pueblo.
El mejor ejemplo de esto es Jaime Rodríguez Calderón, “El Bronco”, que por resentimiento renunció a su militancia priista y terminó ganando el gobierno del estado de Nuevo León por la vía independiente el 8 de junio de 2015.
¿Hubo algún provecho para la sociedad que lo eligió? Ninguno, pues tras los dos años y medio de su mandato se recrudeció la violencia en la entidad, con motines en las principales cárceles del estado, hubo un repunte en las cifras de homicidio doloso y extorsión, la multiplicación de las bandas del narcotráfico, la baja productividad industrial, la poca inversión pública, la desaceleración de la economía local y la fuga de inversiones.
Esto a pesar de que El Bronco tenía una larga experiencia en la política. Con 34 años de militancia en el PRI, logró ser diputado federal, diputado local y presidente municipal de García, Nuevo León. Al momento de asumir la gubernatura como candidato independiente era un político en toda la extensión de la palabra, pero un político desprestigiado, con una historia de corrupción y abusos de autoridad. No era el más idóneo.
A la sazón, ¿qué se puede esperar de Jorge Martínez Salazar que como él mismo lo ha afirmado nunca ha ejercido un cargo público y no tiene experiencia política? Aunque se dice que en el gobierno del general Absalón Castellanos Domínguez, tuvo que huir del estado por un supuesto fraude de casi 2 mil millones de pesos. Si actualmente eso es una enorme cantidad de dinero, en ese entonces era un dineral.
EMPRESARIO DE DUDOSA REPUTACIÓN
Martínez Salazar es originario de Tuxtla Gutiérrez. Aquí vive, aquí está su familia, sus amigos, sus negocios y dice que aquí quiere morir. Estudió la carrera en Contaduría Pública en la Universidad Autónoma de Chiapas. Durante su niñez y adolescencia fue sacristán en la catedral de San Marcos. Jugó fútbol en el campo Revolución y en el estadio Flor de Sospó.
Dice ser un tuxtleco orgulloso de sus raíces y desde hace muchos años se dedica a la industria de la construcción. Actualmente es propietario del restaurante “Don Porfirio”. Pero, ¿debe un empresario participar en la política? Según Luis Carlos Ugalde, catedrático del ITAM, éstos “no deben meterse en política porque sólo defienden sus intereses”. ¿Qué dice la experiencia?
A lo largo de los años ha sido claro que altos empresarios de México como Carlos Slim, Ricardo Salinas Pliego y Emilio Azcárraga, por mencionar algunos, estarán siempre prestos a incidir en los asuntos públicos que podrían afectar sus patrimonios personales.
En las elecciones de 2006, por ejemplo, Slim aparentó apoyar la candidatura de Andrés Manuel López Obrador, con quien había realizado negocios cuando éste fue Jefe de Gobierno de la Ciudad de México, pero en la recta final decidió apoyar ilegalmente a Felipe Calderón en lugar del tabasqueño. En cuanto a Salinas Pliego y Azcárraga Jean, sexenio tras sexenio, respaldan al que más beneficios les ofrecen. En 2012, fueron los encargados de construir la imagen de Enrique Peña Nieto, acaparar la publicidad electoral, crear campañas de desprestigio contra los demás contendientes y nublar las opiniones en contra del candidato priista.
Se entiende que para un empresario primero es el dinero; la lealtad y la amistad son valores que siempre estarán supeditados a los intereses monetarios.
Aparte, ¿cuáles son los resultados de los empresarios que saltaron a la política? Donald Trump, verbigracia, es uno de los magnates que se aprovechó del descontento de la sociedad para incursionar en la política y llegó a convertirse en presidente de Estados Unidos, y está a punto de desatar un conflicto bélico con Siria y sus aliados.
Vicente Fox es otro ejemplo, que después de administrar sus negocios de alimentación pecuaria, exportación de verduras congeladas y de fabricación de calzado, llegó a ser presidente de México por el PAN. Y su gobierno se caracterizó por favorecer a las empresas de los hijos de Martha Sahagún que se enriquecieron con el dinero de los mexicanos. Además, entre los años 2000 y 2006 dispuso de 719 mil 53 millones de pesos de ingresos extraordinarios y el crecimiento anual promedio fue de 1.6 por ciento, la tasa de desempleo casi se duplicó, aumentó la pobreza y la corrupción.
Se creyó que por ser Fox un empresario exitoso las cosas cambiarían y los recursos serían mejor administrados que por los políticos. No fue así.
Ahora, ¿qué tanto podemos confiar en el empresario Jorge Martínez que está embarrado en casos de corrupción y dice que Tuxtla no necesita más política sino administración, tal como lo aseguró en su momento Vicente Fox?
Por un lado, dice tener la convicción de enviar a la cárcel a los exalcaldes corruptos, pero se sospecha que tiene una relación financiera, política y familiar con algunos funcionarios del gobierno municipal actual y de la cual ha obtenido buenas ganancias por contratos de obra pública. Asimismo, se cuenta que por esos vínculos llegó a ser socio en la propiedad de una plaza comercial donde antes era el Hotel Maya Sol.
Los empresarios no deben meterse en la política porque sólo defienden sus intereses, dijo Luis Ugalde. Martínez Salazar piensa, habla y actúa como empresario. Está aprovechando el descontento social para colarse en el gobierno. No entiende que para gobernar una ciudad tan compleja como Tuxtla Gutiérrez se necesita más que buenas intenciones. Urge, ciertamente, justicia por los actos de corrupción, pero es prioridad la justicia social de la cual él no sabe nada.
Jorge Martínez no es la opción que Tuxtla merece. Porque no aspira lograr la construcción de Tuxtla Gutiérrez, sino a gobernar Tuxtla como una construcción, y con un complejo de policía. ¡Chao!
@_MarioCaballero