24 Abril 2018
MARIO CABALLERO
EL PERFECTO ESTAFADOR
¿Cómo ganó Juan Sabines Guerrero la elección a gobernador de 2006? Es la duda que más resuena últimamente en las diversas mesas de debate. Y la respuesta que más se ajusta es fraude electoral.
Siendo un personaje que durante casi toda su vida vivió en la mediocridad en la Ciudad de México, con trabajos mal remunerados y de poca importancia, que llegó a Chiapas con una mano por delante y otra por detrás, que en su insulsa carrera política destaca como su mayor logro haber sido alcalde de Tuxtla Gutiérrez, cuyo cargo abandonó un año después de ser elegido, ¿cómo creer que haya ganado por méritos propios? Porque realmente su único activo político era tener un apellido famoso.
EL FRAUDE
Bernardo Barranco es uno de los especialistas más reconocidos en temas de la Iglesia Católica, aparece en radio, televisión o prensa cada vez que se suscita una polémica religiosa o cuando el Papa visita algún país de América Latina. Empero, no vive de eso, pues su vida laboral está enfocada en el estudio de los procesos electorales. Recientemente acaba de coordinar un libro titulado “El infierno electoral: El fraude del Estado de México y las próximas elecciones de 2018.
En ese libro, en el que colaboran exconsejeros del Instituto Electoral del Estado de México, del Instituto Electoral del Distrito Federal y personalidades que han dedicado su vida a estudiar las elecciones y al análisis del voto, habla de las trampas legales e injerencias del gobierno para beneficiar a los candidatos del partido en el poder, el PRI. Y el libro es en sí una advertencia del infierno electoral que nos puede pasar, diciendo que no hay nada nuevo y que en todos los estados de la República se repiten las prácticas de siempre.
¿Cuáles son esas prácticas? En una entrevista dijo Barranco: “El uso faccioso de los órganos del Estado. Otra es el uso político de los programas sociales, mismos que se condicionan a la gente más vulnerable, a la más pobre, la del mundo rural. Otro tipo de prácticas es el uso de estructuras policiacas como órganos de cohibición, de inhibición, tanto de la oposición como de las propias estructuras electorales. Al final, la utilización de métodos del crimen organizado, dejando cabezas de cerdo en las casillas, levantones de activistas, citatorios falsos de la FEPADE, es decir, una serie de prácticas que nos recuerdan más al crimen organizado que a una contienda electoral”.
¿Cuál es el trasfondo de todo esto? Pregunta y responde Barranco: “Una cantidad ilimitada de dinero, de mucho dinero que es del erario público, pero también de dinero que no sabemos de dónde viene ni cómo entra. Dinero en efectivo que hace que sean contiendas muy disparejas”.
Con prácticas similares ganó Juan Sabines la gubernatura de Chiapas en 2006. Especialmente por el “mapachismo” electoral.
El mapache es un animal que se desplaza igual que un roedor. Por las noches acostumbra a meterse a escondidas en los gallineros con la intención de llevarse una que otra gallina. De ahí que el mapachismo, en la jerga mexicana, se dice de aquella persona que entra en una casilla electoral y que en lugar de depositar un solo voto mete cincuenta a favor del mismo candidato. Asimismo se forma en la fila de los electores y trata de ofrecerles dinero o favores a cambio de que voten por el candidato de su interés. No podemos olvidar que el mapache de dos patas el día de las elecciones pega publicidad de los partidos en los muros vecinos de la casilla para inducir el voto.
En el fraude electoral que hizo gobernador a Juan Sabines intervinieron muchos mapaches, que tanto promocionaron la candidatura como coaccionaron el voto de la gente pobre. Y entre ellos estuvo el fuereño Amador Rodríguez Lozano.
EL MAPACHE
Amador Rodríguez es un tipo arrogante y cínico que prefiere que lo llamen “Amador: El hacedor de gobernadores”. Presume que gracias a su estrategia electoral Alejandro Murat se alzó con la gubernatura de Oaxaca y Juan Sabines con la de Chiapas. También dice que por él muchos priistas, panistas, petistas, perredistas y del Verde han ganado alcaldías, regidurías y diputaciones. Pero siempre por la vía de la ilegalidad.
Es invención suya la práctica conocida como “operación dedito caliente”, en la que mandó a hacer con un maestro de química una tinta que podía borrarse fácilmente con limpiador de uñas. A escondidas metió los frascos con esa tinta en las distintas casillas. Cualquier persona que votaba, se limpiaba la marca en el pulgar e iba de vuelta a otra casilla a votar por el candidato priista Rogelio Montemayor, que ganó la gubernatura de Coahuila en 1993. Obviamente, pagó la elaboración de dicha tinta, las 120 cajas de acetona, el acarreo de personas, las tortas, los refrescos y los miles de votos con dinero del erario.
Con ese prestigio de estafador y mapache electoral llegó a Chiapas en 2003, invitado por el exgobernador Pablo Salazar Mendiguchía que lo nombró Asesor Jurídico del Gobierno del Estado, donde nada más se dedicó a fabricar leyes que favorecieran la impunidad y el latrocinio del gobernador y sus funcionarios.
Semanas antes de iniciar el periodo de campaña en 2006, Sabines Guerrero se reunió clandestinamente con varios exgobernadores de Chiapas quienes le recomendaron los servicios de Amador Rodríguez, de quien hay que recordar que años antes había trabajado en su natal Baja California al lado del priista chiapaneco César Augusto Santiago en el robo de urnas, falsificación de actas de cierre de casilla, negociación de candidaturas con dirigentes de partido y en la compra de votos, siempre obedeciendo las órdenes del excandidato presidencial Francisco Labastida Ochoa y de otros líderes priistas de la vieja guardia. Y para eso lo contrató el hoy cónsul en Orlando, Florida.
Fue coordinador del equipo de campaña de Sabines Guerrero, y lo que hizo fue humillar a los chiapanecos, enriquecerse con dinero público y lograr un patrimonio que nunca soñó tener en su tierra y que consta de decenas de millones de pesos en cuentas bancarias, un rancho ganadero en el municipio de Suchiapa y muchos caballos pura sangre, de esto último viene su apelativo de “el señor de los caballos”. Él es la prueba fehaciente de que el crimen sí paga.
Hay testimonios de que Pablo Salazar desvió decenas de millones de pesos de las arcas de Chiapas para financiar el proyecto de Juan Sabines. Y Amador Rodríguez Lozano fue uno de los que tuvo control de esos recursos. Con ese dinero, del que se rumora se embolsó parte en sus cuentas personales, pactó con los líderes campesinos y transportistas del estado para el acarreo de gente el día de las votaciones, así como el pago de doscientos pesos a cada campesino para que votara por Sabines y el “apoyo” de entre dos mil y cinco mil pesos a los cabecillas de las organizaciones.
¿Cómo ganó Juan Sabines la elección de 2006? Fraude electoral es la respuesta. Sin duda, el mapachismo de Rodríguez Lozano fue fundamental en el triunfo ilegítimo de quien terminó por endeudar a Chiapas por más de 40 mil millones de pesos.
ELECCIÓN EN RIESGO
Hoy, Amador Rodríguez se farolea de tener contactos en la Presidencia de la República, en las dirigencias de los partidos y de tener la encomienda de la Secretaría de Gobernación de hacer ganar a los candidatos del PRI y del PVEM en Chiapas.
Sin embargo, los tiempos no son los mismos para ese mapache de 67 años de edad que no pudo ni siquiera juntar el diez por ciento de representación del PRI en las casillas durante los comicios de 2013 en Baja California, donde perdió el candidato priista que le encargó realizar esa operación política. Fracasó, entre otras razones, porque no quiso gastar lo que le pusieron en sus bolsillos para tan elevada misión.
Seguramente, Juan Sabines fue quien lo envió a hacer mapachismo en Chiapas este 2018, así como lo hizo en 2012 y 2015 para hacer que sus compinches ganaran alcaldías y diputaciones. Se sabe que gente del sabinato opera políticamente desde el estado de Querétaro, y que la sola presencia de Amador Rodríguez pone en riesgo las elecciones del 1 de julio.
Y no, ya no es una sorpresa ni un escándalo que Sabines use a Rodríguez Lozano para ensuciar los comicios y mancharlo con actos de corrupción y abusos, y que éste siga denigrando a los chiapanecos y enriqueciéndose con el dinero de Chiapas. El escándalo es que sabiéndolo sigamos sin hacer nada. ¡Chao!
@_MarioCaballero