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LETRAS DESNUDAS

25 Abril 2018

MARIO CABALLERO

MI AGRADECIDO VOTO

No es una ofensa, pero desde siempre se ha enseñado que no se debe responder una pregunta con otra pregunta. Por esta ocasión haré una excepción a ese principio para darle una respuesta al cuestionamiento más divulgado del momento: ¿Quién ganó el debate? Y diré: ¿Bajo qué razones podemos afirmar que uno de los candidatos salió vencedor?

Se agradece a las autoridades electorales el diseño del nuevo formato que le dieron al debate, porque sí hubo una mejoría a lo que estábamos acostumbrados. Una mejoría pequeña, desde luego, pero evidente. Aunque también por ello quedó manifiesto que aún le tenemos pavor a ser espontáneos, ágiles, fluidos y hasta épicos. Fue claro que se volvieron a repetir esas interrogantes muchas veces machacadas, las que se dicen de cajón, pero por momentos permitió que se asomaran las personalidades de los candidatos.

Aplaudo a los moderadores que hicieron un trabajo notable, ya que a pesar de las obvias restricciones pudieron lanzar preguntas incisivas, mordaces, esas que muchos de nosotros tal vez hubiéramos querido hacerles a los que pretenden gobernarnos. Como “si su hijo fuera homosexual ¿le impediría contraer matrimonio con una persona del mismo sexo?”, que le hicieron a Margarita Zavala.

Por demás, fueron insistentes e incluso tercos cuando un candidato evadía la interrogación. Por ello, creo, que ha sido el mejor debate entre los aspirantes a la Presidencia que hemos tenido.

Sin embargo, un debate no es igual a una partida de ajedrez donde las piezas van desapareciendo y mucho menos los precedentes de éstas. No es la estrategia, ni el argumento ni la chispa del que disputa lo que otorga la victoria. Pues el debate es tan sólo un episodio de una guerra. Y no hay que perdernos o valernos de los distintos juicios que muchos hagan de éste. Porque los que dan el veredicto, en su mayoría, ya están comprometidos con tal o cual candidato. Por ejemplo: es seguro que en la casa de campaña de López Obrador hayan dicho que ganó él, y lo mismo pensarán quienes simpatizan con su proyecto, ya sean ciudadanos de a pie, políticos, líderes de opinión, periodistas, analistas políticos, intelectuales, empresarios, etcétera.

Nosotros vemos un debate nada más para reforzar lo que ya sabemos, para despreciar lo que nos fastidia. De tal manera, sólo una verdadera convulsión escénica puede tener efecto electoral. No la hubo la noche del domingo.

ALGUNAS OBSERVACIONES

“Partan del México real, no del México maquillado”, pidió hace unos días Pedro Salazar, director de Jurídicas de la UNAM, a los candidatos en el debate que llegaron al Palacio de Minería con una encuesta publicada el miércoles pasado por el diario Reforma que anunció unas elecciones no competidas. Ésta nos dice que el primer lugar está firme y que la gran pelea es por los sótanos. Un dato: el 28% de los encuestados cree que un gobierno dirigido por José Antonio Meade acarrearía inestabilidad para el país, y lo relacionan con la frase “Es un peligro para México”.

Con esa información parece que la elección más importante en la historia reciente de México, terminará siendo la más aburrida de todas. Eso se presume porque los adversarios de Andrés Manuel siguen sin salir del punto de partida. Las campañas de Ricardo Anaya y Meade, son campañas fallidas.

El candidato del PRI fue en el debate el mismo palo que todos conocemos. No fue capaz ni siquiera de hablarnos sin leer un texto de lo que podría ser uno de los momentos más traumáticos de su vida: el asalto de su esposa. Si no tiene la capacidad de comunicar sus emociones, ¿qué tipo de presidencia tendrá cuando ese es un cargo que debe desempeñarse con pasión, coraje y amor?

Por lo visto la imaginación y la naturalidad no son parte de su discurso. Es un tecnócrata que tiene que apegarse a un libreto para poder hablar. Su vida no es cuento de aventuras, sino un libro de políticas públicas. Muy bochornosos fueron además sus empeños humorísticos. Definitivamente, su candidatura está tan muerta como tan indefendibles son los abusos y delitos del gobierno de Enrique Peña Nieto y del PRI.

Ricardo Anaya, en cambio, pudo salir airoso de ese debate. Tuvo soltura física y mental. Habló bien y de manera ordenada. No se duda que se preparó para el momento. Logró bien combinar propuesta y ataque. Cuando lo enfrentaron, supo qué decir y demostró ser un hombre que piensa y que no se da zancadillas con sus propias palabras. Con datos en la mano logró ubicar los desvaríos e incongruencias de López Obrador y con mucha inteligencia lo exhibió cada vez que éste se negaba a responder las preguntas.

En mi opinión fue el polemista más efectivo de esa noche, pero no digo que haya ganado el debate ni que haya logrado el objetivo de quitarle unos puntos al dueño de Morena, y menos superarlo. Lo que sí puedo casi asegurar es que se mostró como el único adversario de AMLO.

Andrés Manuel fue el mismo de siempre: el político intolerante que dice no pelear por el cargo pero que lleva tres veces intentándolo. Llegó al debate pero sin querer, pretendiendo solamente administrar su ventaja. Como pudo verse, habló de lo mismo y reiterativamente. Cuando le preguntaban por qué había cambiado de opinión sobre los políticos a los que antes calificaba de corruptos y ahora les da buenas candidaturas en su partido, se negó a dar una respuesta. Ni siquiera los defendió, como tampoco defendió sus propuestas ante los señalamientos de sus oponentes.

Además, nadie puede negar que es un tipo que carece de ingenio, pues en toda la noche no dijo una sola idea fresca. Volvió a hablar de la mafia del poder, de recuperar los valores espirituales, de que hay que barrer las escaleras de arriba para abajo, de que es peje pero no lagarto, de la Cuarta Transformación, en fin, se dedicó a replicar sus spots y lo que ha dicho durante más de una década.

Lo verdaderamente inquietante es su disposición para no escuchar a los demás y de no respetar a quienes piensan distinto a él. A López Obrador le cansan y aburren las voces que no son la suya.

¿SIRVIÓ DE ALGO?

¿Sirvió de algo el debate? No al menos para cambiar las tendencias del voto y llenar nuestras expectativas. Sobre todo porque en cuanto a los temas más trascendentales como la corrupción, la violencia y la impunidad, ninguno de ellos logró dar soluciones reales, practicables y serias.

José Antonio Meade no puede mostrarse como el candidato honesto cuando indirectamente estuvo implicado en los escándalos de corrupción del gobierno federal y del PRI. ¿Se puede así creer en sus propuestas del rescate del país? De ninguna manera.

López Obrador ofrece cambiar las reglas (las que le convienen), barrer la corrupción (pero con el recogedor) y asegura que “si el presidente no roba los demás dejarán de robar” (sic). Sin embargo, desprecia las instituciones, viola el Estado de Derecho, no rinde cuentas a nadie, se rodea de los políticos más pillos de México (llámese Elba Esther Gordillo o Napoleón Gómez Urrutia) y plantea la amnistía para los narcos y criminales.

El candidato del PAN sólo se comprometió a promover una iniciativa para la creación de una Fiscalía auténticamente autónoma, que garantice el equilibrio institucional, justicia y que no opere bajo las órdenes ni la voluntad de nadie, ni siquiera del presidente.

Sabiendo que la corrupción y la impunidad son el distintivo del sistema, lo que proponen francamente nos queda a deber.

Ahora, después del debate y de todo lo que se ha dicho al respecto, aquel candidato que muestre cómo va a destruir ese monstruo, hablando de métodos, acciones, fórmulas de compensación, nuevas leyes, organismos, sujetos y sanciones, para él será mi agradecido voto.

PARA MAGDALENA

EL SECRETARIO del Trabajo, Óscar Ochoa Gallegos, inauguró recientemente la Semana Estatal de Seguridad y Salud en el Trabajo 2018, con la que pretende unir esfuerzos con los empresarios para la mejoría de las condiciones labores. Y ayer logró dar un impulso importante para el empleo digno y de calidad con empresas del sector turístico, donde se ofertaron 60 vacantes con salarios entre 3 y 7 mil pesos mensuales. Sorprende que estas acciones se hayan dado a escasos días de que Ochoa asumió el cargo y dio los resultados de dicha secretaría, que en 2017 presentó un avance significativo en materia de justicia laboral, confianza a la inversión y certeza jurídica. Excelente… ¡Chao!

@_MarioCaballero

 

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