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LETRAS DESNUDAS

01 Junio 2018

Mario Caballero

El Abrazo De Peña Y Manuel Velasco

Los últimos acontecimientos indican que la sucesión presidencial y la del gobierno de Chiapas no será por la vía democrática, sino por pactos bajo la mesa. No importa que el presidente Enrique Peña Nieto haya declarado ante un grupo de empresarios que no dejará morir a su candidato, que no abandonará a Meade, que rehúsa aliarse con Ricardo Anaya para hacer perder a López Obrador, que no intervendrá en la elección y que se atendrá a los resultados. Porque una cosa es lo que dice y una muy diferente la que demuestra con sus actos.

Peña Nieto empezó su gobierno con una aprobación ciudadana del 54 por ciento, según Consulta Mitofsky, y cinco años después está en 26%. Dejará la Presidencia como el mandatario peor evaluado de los últimos 30 años. Y las claves de su “despeñadero”, como dice el dueño de Morena, es la corrupción de sus funcionarios, de los gobernadores del PRI, la impunidad y la violencia.

Se irá sin esclarecer la desaparición de los 43 normalistas de Ayotzinapa, los sobornos de la empresa brasileña Odebrecht, la estafa maestra que desvió más de 7 mil millones de pesos en dos años, los escándalos de corrupción de la SEDESOL y SEDATU, la Casa Blanca, entre otros desfalcos que aún se mantienen bajo investigación. Prometió “Mover a México” y el resultado final es un país ensangrentado y saqueado, y una administración desacreditada cuya estupidez más grande fue ponerle la alfombra roja a Donald Trump para que éste insultara a los mexicanos en su propia tierra.

LA OPCIÓN

Por todo ese catálogo de anomalías Peña Nieto es un digno candidato a una celda en cualquier prisión del país. Es mentira que un ex presidente no pueda ser juzgado. Dice el experto abogado y profesor de Teoría Constitucional por la Escuela Libre de Derecho, Elisur Arteaga Nava, que el presidente después de que deja el cargo puede ser juzgado por cualquier delito. El único competente para juzgarlo un año después es el Senado de la República. Pasado ese año la Procuraduría de los estados o la federal puede hacerlo. Y para ello no se necesita ninguna reforma como lo afirma López Obrador.

¿Qué puede entonces librar al presidente de pisar la cárcel? Al parecer sólo tiene dos opciones: heredar su puesto a alguien de su entera confianza para que lo proteja al culminar su execrable gobierno, en este caso José Antonio Meade, pero ya que el candidato del PRI no es capaz de convencer a nadie de que es el mejor para suceder a su jefe, esto se vuelve una opción casi inviable. De esta manera, la otra es formalizar un pacto con el candidato con mayores probabilidades de triunfo.

Ricardo Anaya se ha pronunciado por meter a prisión a todos aquellos funcionarios acusados de corrupción, abuso de poder y de cualquier otro delito, por supuesto con una investigación de por medio. Y en esa propuesta está incluido el presidente Peña. Sin duda alguna, Anaya podría remontar con el debido apoyo de la Presidencia. Empero, la amenaza de cárcel lo deja fuera de una posible alianza.

En cambio, Andrés Manuel dice que acabará con la corrupción y sacará de Los Pinos a la mafia del poder, pero sin perseguir a nadie. Sintiéndose el mesías ha otorgado el perdón a los pecadores. Dice que lo suyo no es la venganza, aunque se equivoca porque el hecho de castigar a alguien enviándolo a presidio por haber causado daños a la sociedad, como robar dinero público, no puede tener como motivo la venganza o la persecución política, sino debe ser un acto por mera justicia.

Sin embargo, el mensaje de que de llegar a la Presidencia le dará el perdón a todos los maleantes, así sean políticos, ex gobernantes, narcotraficantes, asesinos, secuestradores, violadores, etcétera, etcétera, ha sido escuchado por Peña Nieto que entendió que hacer un pacto con AMLO no es su mejor opción, sino la única. Él que tiene la autoridad puede ofrecerle a López no impedir que llegue al poder si en pago recibe de éste impunidad. Un trato muy rentable para ambos. Ganar ganar.

EN BUSCA DE LA IMPUNIDAD

Ese largo camino que podemos llamar “En busca de la impunidad” ya ha sido emprendido por el presidente.

Para todos es conocido que entre López Obrador y el mandatario existe una rencilla. El primero no sólo desconoció el triunfo de Peña en las elecciones de 2012, también ha sido el que más ha denunciado los abusos del gobierno, de los gobernadores, del PRI y de todo lo que esté contra su proyecto, tenga o no razón, tenga pruebas o no, es la mafia del poder, dice, y por eso son todos unos maleantes.

Así que como para calmar un poco las cosas con el candidato puntero, Peña ha arremetido duramente contra Ricardo Anaya que sigue en el segundo lugar en las encuestas. Durante los últimos meses ha utilizado a las instituciones para investigarlo, denunciarlo y desprestigiarlo ante el electorado. Puso al panista como persona non grata, como un político deshonesto que ha hecho su riqueza a través de presuntas acciones ilícitas.

Con eso le mandó el primer mensaje al dueño de Morena diciéndole que rompía con la alianza partidista anti-AMLO que lo hizo perder en 2006 y 2012. Fue un pequeño guiño, pues. “¿Cuándo nos tomamos un café, guapo? Estoy dispuesto a formalizar un pacto contigo. Ándale, no seas malito”.

Enrique Peña podrá no saber el título de tres libros que cambiaron su vida, pero entiende que un acercamiento con su principal rival político no es nada sencillo ni para uno ni para el otro dada la presión política que hay sobre ellos, y que para eso necesita a un intermediario, a alguien cercano a él que tanto lo respalde como tenga una buena relación con Andrés Manuel López Obrador. Y no le costó encontrarlo.

EL POLÉMICO ABRAZO

Fernando Coello Pedrero es el abuelo materno del gobernador Manuel Velasco Coello, que dice ser amigo del tabasqueño desde hace más de 35 años. Y el mismo Andrés Manuel lo confirma al decir que cuando él era candidato a la Jefatura de la Ciudad de México, su amigo Fernando le regaló un automóvil para que se moviera durante su campaña. Al ganar la elección, Coello Pedrero fue nombrado asesor y Leticia Coello, mamá del gobernador, tuvo un cargo en la Secretaría de Turismo.

Sabiendo de esa amistad entre la familia Coello y AMLO, y que ninguno de los demás gobernadores tiene buenas migas con éste, Peña Nieto aprovechó que Manuel Velasco fue erigido presidente de la Conferencia Nacional de Gobernadores. Es decir, pensando en que el dueño de Morena ganará la elección del 1 de julio, utilizará a Velasco como puente de enlace con López Obrador. Lo más idóneo es que ambos se encuentren en una reunión de la CONAGO y el gobernante chiapaneco disponga de todo a su alcance para que ellos se estrechen la mano y todos los mexicanos lo veamos.

Eso, desde luego, disminuirá el impacto de la opinión pública contra Peña Nieto y disimulará el pacto de impunidad con el Peje, a la vez que le dará al encuentro un aire de civilidad política. Para que esto suceda Enrique Peña debe continuar con la campaña de desprestigio contra Ricardo Anaya y no manipular la elección a favor del priista. Eso está pasando.

Extrañamente, el PVEM rompió la alianza con el PRI al día siguiente de que Manuel Velasco recibiera ese nombramiento, y eso no causó ningún altercado entre rojos y verdes como pudo haberse esperado. Después de tantos meses de luchar por ser ellos los que asumieran la candidatura, lo lograron así de repente, como no queriendo la cosa. Fácil.

Y los dos partidos locales que le sirven al sistema también lo hicieron y se alinearon en una candidatura común con el Verde, llevando como candidato a Fernando Castellanos Cal y Mayor, el hijo político del gobernador de Chiapas. Y cuando todos suponíamos que esa ruptura originaría un enfrentamiento encarnizado entre Velasco Coello y el presidente Peña, vino el sorpresivo abrazo.

¿Qué nos hace pensar todo esto? Básicamente en una elección de estado planeada desde la federación en la que Peña Nieto buscará beneficiar a López Obrador para asegurarse una salida fácil.

También hace suponer que con ese abrazo se limaron asperezas y que Manuel Velasco tiene ahora el poder para que sea él quien dirija la sucesión en el Gobierno del Estado. Y no creo que la estructura gubernamental vaya a favorecer en alguna forma al candidato de Morena, sino a Fernando Castellanos.

Así que no se sorprenda cuando vea a Fernando Castellanos Cal y Mayor tomando protesta como el nuevo gobernador de Chiapas. ¡Chao!

@_MarioCaballero

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