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LETRAS DESNUDAS

15 junio 2018

MARIO CABALLERO

“YO NO SOY CORRUPTO”, DIJO EL CORRUPTO

Dudo que el tercer debate entre candidatos presidenciales cambie las preferencias electorales. Sin embargo, sirvió para que muchos pudieran ver cómo Andrés Manuel López Obrador no sólo es capaz de mentir con tal de descalificar a sus oponentes y verse bien ante el electorado, sino también es capaz de caer en un enmudecimiento profundo cuando sus corruptelas son manifiestas.

Esto último se vio en el momento en que Ricardo Anaya exhibió una fotografía en la que el tabasqueño aparece al lado del ingeniero José María Rioboó. “Andrés Manuel –dice Anaya-, te has convertido en lo que tanto criticabas. Como los del PRI, ya tienes también tus contratistas favoritos, entre ellos el ingeniero Rioboó. Contesta sin chistes, sin payasadas. ¿Sí o no cuando fuiste Jefe de Gobierno a Rioboó le entregaron contratos por adjudicación directa, sin licitación, sin concurso por 170 millones de pesos?”.

En un inicio, López Obrador quedó mudo. Luego soltó una sonrisa nerviosa. Al sentirse acorralado, dijo: “No tiene sentido lo que planteas, que digo que no, yo no soy corrupto… yo no soy corrupto… yo no soy corrupto”.

A eso vino el reto del panista: “Si te presento los contratos, ¿renuncias a la candidatura?”. Y la respuesta de AMLO fue repetir que él no era corrupto.

Dice un dicho que el que nada debe nada teme. Si en verdad es López Obrador una persona honesta, ¿por qué no aceptó el reto? Si las acusaciones eran falsas, un sí le hubiera tapado la boca a Ricardo Anaya y hubiera resaltado la (dudosa) imagen de honestidad de AMLO. Aunque también está la otra opción, no aceptó porque sabía que eso lo llevaría al fracaso de su carrera a la Presidencia.

CASO RIOBOÓ

Tenía mucha razón James Boswell al rechazar las definiciones habituales del hombre. Ni especialmente racional, ni tan dotado para la palabra y, desde luego, poco urbano. Y Andrés Manuel se ha definido a sí mismo como un político intachable, de solvente calidad moral y en reiteradas ocasiones ha dicho con egocentrismo que él es la esperanza de México. Hay que reconocer que ha tenido el talento para crear un culto alrededor de su persona, donde todos lo veneran sin importar lo que éste haga y ni sus nefastas ocurrencias.

No obstante, Ricardo Anaya logró aboyar su armadura de hombre íntegro. Tan sólo era cuestión de tiempo para que casos como el de Rioboó desmintieran esa falsa fachada de honestidad.

La relación de AMLO con Rioboó data desde hace dieciséis años o tal vez de mucho más tiempo. Este ingeniero es egresado de la Facultad de Ingeniería de la Universidad Autónoma de México e inició como colaborador de la empresa Presforzados Mexicanos, S.A. de C.V. (Promesa), que era dirigida por su profesor Francisco Robles Fernández Villegas.

Después de siete años de actividad académica, fundó en 1974 la empresa Rioboó, S.A., cuyo giro es la realización de obras de ingeniería civil y diseño de elementos presforzados. En 1981 erigió la compañía Jorod, S.A., dedicada a los trabajos de investigación y diseño estructural. La constructora Rioboó, S.A de C.V., que es a la que el candidato panista hace alusión, fue fundada en 1984 y trabaja específicamente la supervisión de Líneas del Metro, puentes y pasos de desnivel.

Por último, dicho empresario creó Ingeniería Rioboó, S.A. de C.V. que realiza la gerencia de proyectos, dirección, coordinación y supervisión de construcciones del sector privado. En fin, este singular personaje es dueño de un emporio de la construcción que ha hecho muchos y grandes negocios con la obra pública tanto de gobiernos estatales como del federal, y no siempre dentro de la legalidad.

Para el caso resultó cierta la acusación de Ricardo Anaya: Andrés Manuel López Obrador sí benefició a José María Rioboó con contratos ilegales de obra pública cuando estuvo al frente del gobierno del Distrito Federal (2000-2005).

De acuerdo con documentación oficial, la compañía Rioboó, S.A de C.V. recibió entre 2002 y 2005 cuatro adjudicaciones directas por un monto de 171 millones de pesos, todas para la construcción del Segundo Piso del Periférico, aunque hay que aclarar que dos de ellas fueron cuando el hoy candidato presidencial ya había dejado el cargo de jefe de Gobierno capitalino.

La Ley de Adquisiciones para el Distrito Federal determina que toda aquella empresa que quiera tener tratos relativos a adquisiciones, arrendamiento o prestación de servicios con el Gobierno de la Ciudad de México deberá cumplir con una serie de requisitos para obtener el registro como proveedor y luego poder participar en licitaciones públicas y concursos. Y Rioboó se brincó la parte de los concursos y obtuvo de manera privilegiada contratos de manera directa, violando las leyes. Obvio, con el consentimiento de López Obrador.

No es todo. En el momento en que la constructora de Rioboó obtuvo el contrato con el gobierno de Andrés Manuel estaba impedida legalmente para hacerlo, ya que antes había incumplido con varios convenios.

La primera adjudicación directa, y la más cuantiosa, fue otorgada a Rioboó en febrero de 2002 por un total de 161 millones 923 mil pesos. El proyecto incluía los estudios de impacto ambiental, urbano y vial, y el proyecto ejecutivo para la construcción de las vías rápidas de la Ciudad de México en segundo nivel del anillo periférico.

Se dice que se iban al moche, un porcentaje importante de dinero que se repartía entre funcionarios, intermediarios y el mismo Andrés Manuel.

A partir de ese momento, José María se volvió el constructor consentido de López Obrador, que además de recibir contratos millonarios de fieles al peje como Marcelo Ebrard que como jefe de Gobierno lo contrató para construir la Supervía y ampliar la Línea 1 del Metrobús, también tuvo negocios con José Ramiro López Obrador, hermano de Andrés Manuel, que siendo presidente municipal de Macuspana, Tabasco, le dio a las empresas de Rioboó contratos por más de 120 millones de pesos para el Proyecto Macuspana XXI, en 2006, y sí, también por adjudicación directa.

¿NO SOY CORRUPTO?

Hay que ver que detrás de esa relación hay actualmente portentosos intereses económicos de por medio. En primer lugar, José María Rioboó fue uno de los muchos contratistas que quisieron obtener contratos en la construcción del Nuevo Aeropuerto de la Ciudad de México, y no fue sino hasta que perdió la licitación (al parecer de mil millones de pesos) que junto con el dueño de Morena comenzó a arremeter en contra de ese proyecto del gobierno federal.

¿Cuál hubiera sido la situación en el caso de haber ganado el contrato? Probablemente Rioboó se hubiera quedado callado y, quizá, hasta AMLO pudo voltear la mirada para otro lado. Como no fue así se unieron para echar pestes y el 3 de noviembre de 2015 presentaron una propuesta alternativa que según ellos permitiría un ahorro de 100 mil millones de pesos.

 

Empero, el día 30 de ese mismo mes López Obrador salió a decir que mejor le darían otra revisada a la propuesta y hasta el momento no ha dicho nada al respecto, tan sólo la misma cantaleta de siempre: la corrupción y la mafia del poder.

¿Por qué si estaban tan seguros de repente se echaron para atrás? Saque usted sus propias conclusiones. Pero no olvide considerar que AMLO no es ningún experto en la materia, tampoco ningún erudito, pero sí un político ambicioso que toda su vida ha vivido del erario de los mexicanos. ¿O conoce usted que se dedique a otra cosa aparte de la política?

La frase de “yo no soy corrupto” no debe de ninguna manera celebrarse o tomarse a la ligera porque López Obrador es tan corrupto como cualquier priista. Incluso creo que esa expresión debería pasarse por el filtro del razonamiento, apoyado en evidencias (como las anteriores) y no ser aceptada con simpleza, ni por el entendible odio al PRI, mucho menos por ese fanatismo que el dios AMLO ha inyectado en sus seguidores, militantes y aliados que le aplauden hasta los eructos.

PARA MAGDALENA

LEÍ un panfleto que dice que Alfredo de Jesús Pinto Aguilar, candidato de Morena a la alcaldía de Yajalón, “ha sido una persona de palabra que cumple lo que promete y que jamás ha negado la mano al que necesita una gestoría”. Entiendo que eso fue escrito con fines electoreros, pero no admito la burla. Pinto Aguilar ha sido dos veces presidente municipal de Yajalón y nadie desconoce los escándalos de corrupción en los que ha estado envuelto. Lo suyo nunca ha sido servirle al pueblo, sino servirse del pueblo. Ya hablaremos… ¡Chao!

@_MarioCaballero

 

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